Según el portal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para inicio de este año hubo 380,6 millones de emigrantes en el mundo, es decir, 3,6% de la población mundial que asciende a 7.800 millones de personas se encuentra viviendo fuera de su país de origen. Este valor ya supera considerablemente la proyección hecha por la OIM en el año 2003, cuando pronosticó 2,6% (230 millones de personas) de migrantes internacionales para el año 2050.
Dados los datos recabados a lo largo del tiempo, se sabe que la migración internacional no es históricamente uniforme en todo el mundo, sino que responde a factores económicos, geográficos, demográficos, ambientales y de otras índoles que conforman claros patrones de desplazamientos, dando origen a los “corredores migratorios” que hemos conocido y que recientemente en los últimos 20 años se han manifestado en varias oportunidades.
Los corredores migratorios son movimientos masivos de personas que van desde los países en desarrollo hacia economías más grandes. No es casual que los países con mayor inmigración son, en orden de cantidad de inmigrantes: los Estados Unidos de América, Alemania, Arabia Saudita, Federación Rusa y el Reino Unido, que suman en conjunto casi 40% de la población migratoria mundial. Por otro lado, los países con mayor cantidad de emigrantes, cantidad de personas que viven en otros países, son: India, México, China, Federación Rusa y Siria. Curiosamente, la Federación Rusa ocupa el cuarto lugar tanto como receptora por la cantidad de extranjeros que tiene, así como de cantidad de ciudadanos rusos que viven en el exterior.
Las políticas y estrategias de inclusión de los inmigrantes siempre han sido temas importantes, y en la actualidad se han tornado asuntos particularmente complejos. La globalización, el incremento de las migraciones, la diversificación de sus orígenes geográficos y socioeconómicos, así como las causas migratorias, han producido una mayor diversidad social, cultural, étnica y religiosa en las sociedades receptoras, que han ameritado estudio y análisis del impacto migratorio, y la cohesión social ha pasado a ser una importante preocupación. (DAES de las Naciones Unidas, 2019; OIT, 2018).
Los términos inmigrante, refugiado y desplazado, provocan y cada vez más intensamente, contradicciones, prohibiciones, ilegalidades y rechazo; y por otro lado esos mismos términos provocan solidaridad, piedad y compasión. Pero la triste realidad es que en las dos últimas décadas se han presentado importantes episodios de migraciones y desplazamientos que causaron grandes traumas y pérdidas de vidas. Esta triste realidad ha convertido a la migración, y en especial a la inmigración, en un tema prominente en la política nacional e internacional. Sin embargo, lo que ha predominado es la polarización, que ha ido en aumento originando una disminución del espacio para el análisis equilibrado, riguroso y basado en datos. (Martin y Nathanson, 2000; Rush, 2017).
No es difícil observar que el debate sobre la migración cada vez es más tóxico, y las discusiones están cada vez más marcadas por la política del miedo y la división. Los dirigentes están usando cada vez más la desinformación y la disrupción como armas tácticas de poder para crear un discurso negativo en la sociedad, con la intención de distorsionar los valores sobre los conceptos de migrante y desplazado, y hasta de refugiado.
Como ejemplo se observa que cada vez son más los acuerdos internacionales que protegen el derecho a que las mercancías y el capital se muevan con mayor libertad, sin fronteras, mientras asistimos impávidos a la inexistencia de un derecho comparable que proteja a las personas que se ven obligadas a huir de su país porque permanecer en él pondría en riesgo sus vidas.(Sami Nair, 2016).
Es fácilmente demostrable que los inmigrantes son fuente de beneficios para los países receptores. Son notables sus contribuciones en las empresas, comercio, educación, salud, incluso en la ciencia y el arte. Sus contribuciones pasadas y presentes son evidentes, y hasta llamativas, pero lamentablemente están siendo ignoradas cada vez más en los discursos y discusiones, y sobre todo en las decisiones políticas migratorias que se hacen cada vez más rígidas.
Es pertinente considerar algunos efectos importantes relacionados con las contribuciones migratorias señalados en el informe de la OIM del año 2020; tales como los aspectos socioculturales, los cívico-políticos y los económicos, dejando claro que el hecho migratorio plantea grandes retos, no solo para los propios migrantes, sino también para las comunidades de los países de origen, así como para los países destino. Es decir, estas contribuciones resultantes involucran factores personales, así como históricos de procedencia, y condiciones favorables de adaptación e incorporación a la nueva sociedad.
Contribuciones socioculturales de los migrantes
En el aspecto sociocultural, las contribuciones de los migrantes contemplan actividades de la vida cotidiana, que a menudo son tan simples como ir al mercado a comprar, comer en un restaurante, visitar museo, espectáculo musical o ir al cine o a un partido de algún deporte. Son actividades que pueden ser moldeadas o enriquecidas por migrantes que trajeron sus costumbres y tradiciones.
A continuación tres ejemplos de rasgos socioculturales:
- Quizás una de las contribuciones socioculturales más importantes de los migrantes sea la difusión de las tradiciones gastronómicas y culinarias, que ha enriquecido sustancialmente la diversidad alimentaria. Compartir una comida involucra un componente social humano de gran importancia cultural. (Pilcher, 2017). “Los inmigrantes traen consigo sus prácticas y hábitos culinarios, y a la vez adquieren nuevas costumbres alimentarias que adaptan de forma natural a su nueva vida y, en ocasiones, importan a sus países de origen. Así, pues, la mezcla se produce en ambas direcciones, y es reflejo de la necesidad del ser humano de compartir y dialogar, expresada a través de los alimentos”.(Oussedik, 2012:55).
- Últimamente el carácter altamente competitivo de algunos inmigrantes en los deportes, así como su gran visibilidad, les ha conferido un papel protagónico por razones predominantemente positivas. El deporte profesional de cualquier disciplina involucra a jugadores de diversos países, creando aceptación y ayudando a las campañas contra el racismo y la xenofobia. El migrante deportista de élite trasciende la discriminación y suscita admiración gracias a su talento. Sin duda, muchos inmigrantes han contribuido en forma positiva al deporte. (Sajadmanesh y otros, 2017).
- Migrantes con habilidades artísticas excepcionales logran popularidad y éxito, ofreciendo a los miembros de las comunidades manifestaciones diversas del arte. “En la producción artística, la innovación es muy apreciada. Ello puede dar a los migrantes y a sus hijos ambivalentes, nacidos en el país aunque no del todo nativos, algunas ventajas intrínsecas… Con los diferentes enfoques, gustos y repertorios de sus culturas de origen, los migrantes pueden tener algo nuevo que aportar a la mezcla creativa” (Kasinitz y Martiniello, 2019:858).
Contribuciones cívico-políticas de los migrantes
En comparación con otros ámbitos en la gestión de inclusión del inmigrante en la nueva sociedad, tales como el dominio del idioma y el aseguramiento del empleo, la participación cívico-política ha sido en general objeto de menos atención en la investigación y en la formulación de las políticas de inclusión en los países receptores.
En la vida cívico-política de la nación los migrantes pueden contribuir en forma significativa, sin embargo estas contribuciones van a depender del marco de políticas del país, bien sea a nivel nacional, regional o local. La participación en la vida política puede asumir distintas formas, desde la votación en elecciones, hasta la presentación como candidatos.
El hecho de que los inmigrantes tengan la oportunidad de expresar sus opiniones sobre las políticas que les conciernen beneficia, en primer lugar, a la legitimidad del sistema democrático, así como materializa la inclusión del inmigrante y promueve la cohesión social, aumentando la sensación de pertenencia a la sociedad de acogida.
Los migrantes pueden ser tan activos políticamente como los nacionales, en especial a partir de la segunda generación nacidos en la nueva tierra, y contribuir ampliamente, como ha ocurrido en algunos casos, a la consolidación democrática del país receptor. Esto depende de diversos factores, en primer término de la condición y disposición personal del inmigrante o su descendiente en la voluntaria intervención política, así como en la permisiva cultura de participación existente en el país de acogida, y finalmente en el nivel y tradición democráticos del país origen donde se formó ideológicamente.
Contribuciones económicas de los migrantes
Estas contribuciones económicas de los migrantes han sido tal vez las más estudiadas a lo largo del tiempo. La documentación sobre el tema es abundante y contempla básicamente dos aspectos resaltantes del efecto económico. Uno trata la fuerza laboral y el otro las remesas internacionales. Y aunque no se puede considerar factor netamente económico, el descenso poblacional de un país, problema demográfico que además afecta a la economía, puede ser enfrentado con el incremento inmigratorio.
Los inmigrantes han sido una fuerza laboral que ha subsanado las carencias en determinadas ocupaciones y profesiones específicas. En aquellos países desarrollados donde existe gran cantidad de nativos altamente calificados, los inmigrantes poco calificados han ocupado puestos de trabajo en sectores inferiores con escasez de mano de obra nacional y además considerados poco atractivos para los nativos. Sectores como la construcción, la agricultura y el trabajo doméstico, entre otros, son ocupados por los inmigrantes poco calificados o en situaciones irregulares de permanencia, con frecuencia con menores salarios y mayores riesgos de explotación. Esto beneficia considerablemente al país receptor dada la oferta de trabajadores de la economía informal y de salarios bajos. Así los nacionales calificados tienen la oportunidad de aumentar sus competencias profesionales. Por ejemplo, la mujer nativa profesional, al contar con el apoyo doméstico en la limpieza y cuidado de hijos menores, puede desarrollar fácilmente su carrera.
Otro aspecto de la fuerza laboral, en el área empresarial, ejecutiva y profesional, es la capacidad de asumir riesgos, que impulsa alinmigrante a emprender proyectos que, si es cierto que en la mayoría de las veces fracasa, las que logran el éxito son realmente ejemplo de innovación y progreso. Es pertinente acotar que “… estudios recientes han indicado que debe evitarse definir a los migrantes como ‘emprendedores’ o ‘superemprendedores’ en comparación con los nacionales, dado que los datos globales son solo fragmentarios”.(Kelly, 2018).
En lo que se refiere al país de origen, se habla mucho de la “fuga de cerebros” como una pérdida de la fuerza laboral calificada que reduce el capital humano indispensable para la evolución y desarrollo de la economía. Con frecuencia el emigrante es un profesional o individuo que se ha formado a través de años de estudio y preparación, que en el peor de los casos es subutilizado en el país receptor, y en el mejor de los casos es aprovechado profesionalmente pero no en el país donde se formó. De tal manera que es una importante y lamentable pérdida para el país origen y de alto beneficio para el receptor. Tal vez se podría pensar en el beneficio para el país de origen si se presenta el caso del retorno del emigrante y mejor preparado. En ese caso estaríamos hablando de la “reserva del capital humano”. Este es un tema medular que suscita amplios debates.
Hay muchos ejemplos de países que se han beneficiado considerablemente por la fuerza laboral de los inmigrantes, Estados Unidos de América cuenta con 13% de su población formada por inmigrantes, que representan el 30% de emprendedores impulsores de la innovación y la iniciativa empresarial. (Ewing Marios Kauffman Fundation, 2017). Silicon Valley se cita a menudo como el centro de esos migrantes innovadores emprendedores que han tenido éxito. (Lal, Reeves y Rai, 2016). En los Emiratos Árabes Unidos y en Kuwait, los migrantes internacionales representan proporciones importantes de la población nacional, 88% y 76% respectivamente. Hay mucho más extranjeros que nativos. (DAES de las Naciones Unidas, 2019).
En lo referente a las remesas internacionales, a diferencia de las inversiones extranjeras y las asistencias exteriores para el desarrollo, cada vez hay más pruebas que demuestran la importancia de las remesas para el sustento directo de familias y comunidades en los países de origen, porque ayudan a satisfacer las necesidades básicas del hogar (comida, vivienda y otras) y a reducir en cierta forma la pobreza. (OIM, 2016; Skeldon, 2018). Forman parte de las contribuciones económicas más investigadas y estudiadas.
De igual manera los responsables de la formulación de políticas y los académicos tienen más interés por entender cuáles son las contribuciones, positivas y negativas, de esas remesas en los países receptores. En 2018, las remesas mundiales se cifraron en 689.000 millones de dólares, de los cuales 78% fue a los países de bajo y mediano ingreso. Los cinco países de más salida de remesas en el año 2018 fueron, de mayor a menor: Estados Unidos de América, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Suiza y Alemania. En el año 2018 los cinco principales países de destino de las remesas fueron: India, China, México, Filipinas y Egipto (en orden descendente), y en términos del porcentaje del producto interno bruto que representan las remesas, los cinco principales países de destino fueron: Tonga (las remesas recibidas representaron 35,2% de su PIB), Kirguistán (33,6%), Tayikistán (31%), Haití (30,7%) y Nepal (28%). (Banco Mundial, 2019).
A manera de conclusión se puede afirmar que a lo largo de toda la historia, y más en la actualidad, las contribuciones de los migrantes han sido sustanciales. Sin embargo hoy, y en forma contraproducente, las limitaciones estructurales de los países las restringen cada vez más. La implementación de las necesarias y adecuadas reformas de las políticas migratorias permitiría optimizar las contribuciones en beneficio de sectores y comunidades tanto de los países de origen como de los receptores.
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