Por Alfredo Portillo
Quienes son los responsables en Venezuela de promover y desarrollar las actividades vinculadas a la agricultura urbana deberían tomar en cuenta las diferentes dimensiones bajo las cuales esta se puede dar. Una de esas dimensiones tiene que ver con su relación con lo que se conoce como cultura del reciclaje.
En tal sentido, se entiende que la agricultura urbana es el conjunto de actividades que tienen como objetivo principal la producción de alimentos de origen vegetal y animal en los espacios urbanos (intraurbanos y periurbanos), en tanto que la cultura del reciclaje se entiende como las prácticas, hábitos y costumbres que adquieren y desarrollan las personas para reutilizar cualquier desecho orgánico o inorgánico, resultante del consumo de un producto determinado.
La idea entonces es que tanto la agricultura urbana como la cultura del reciclaje se potencien a través de la relación entre ambas. De lo que se trata es de fomentarlas, una en función de la otra, y viceversa. Es decir, practicar la agricultura urbana pensando en el reciclaje, y reciclar, pensando en la agricultura urbana. De esta manera se establecería una simbiosis de economía circular, en la que las actividades de ambas se beneficien de su interrelación y arrojen resultados positivos.
La simbiosis entre agricultura urbana y cultura del reciclaje puede estar siendo desarrollada de manera espontánea por algunas personas, o puede ser fomentada a través de programas, como parte de una política, por parte de gobiernos, centros educativos u organizaciones comunitarias. En este caso, los programas que promueven tanto la agricultura urbana como la cultura del reciclaje, pueden ser diseñados incorporando uno u otro de los dos componentes, considerando uno como el objetivo y el otro como el medio, o viceversa. Son múltiples las formas y características que puede adquirir esta simbiosis, lo cual va a depender de las especificidades de los lugares donde ambas confluyen. Es cuestión de avanzar en ese sentido.[1]
[1] Alfredo es geógrafo multifacético. Es hombre informado, Pablo Kaplún, en tanto coordinador de este espacio le respeta, como a todos, sus opiniones y sugerencias. En lo personal trato que el espacio toque temas de la crisis nacional, pero no es menos cierto que hace falta que el país cuente con referencias a seguir, independientemente de quien detente el poder. Mientras viví en Mérida fui arduo practicante de la agricultura periurbana, incluso como forma de sobrevivir. Hoy, más allá de lo que sufra cada agricultor, quien aporta producción nacional, merece el mayor reconocimiento, venga amigo Alfredo con su insistencia: “una gota con ser poco, con otra se hace aguacero”.
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