Desde el siglo decimonónico, incluso antes, en los albores del liberalismo económico de mister Adam Smith, David Ricardo de las escuelas de Manchester; se generan en contraposición, una sociedad reaccionaria dentro los parlamentos, sobre los derechos civiles, económicos, políticos, humanos; en materia de filosofía, ética, moral, desarrolladas por el pensamiento totalitario; un entramado ideológico que propone a la humanidad, estructuras y superestructuras ideológicas del pensamiento, similares a los sistemas esclavistas, abiertos en las civilizaciones gobernadas por zánganos a la orden del Manu con todo el clero de sacerdotes, sabios, consejeros y acólitos funcionariales.
Son estas sociedades de corrientes de pensamiento colectivista en las que participaron artistas de la talla propagandista de Malthus, Hegel, Marx, Engels en las que todos insisten e insisten en crear una superideología, como panacea a los problemas sociales del mundo, de hecho los ex marxistas, si es que los hay, dicen ser esa alternativa de súper arquitectura mundial que contiene, dicho por ellos, la mejor, fusión de toda la moral, ética y filosofía, basadas en un Estado proveedor y garantista.
Sin embargo, no se pudiera comprender tal superestructura si no se complementan con fundamentos de religión, filosofía, ciencia, arte y cultura, referentes al sistema de pensamiento universal, sin faltar la superchería; parece contradictorio que unos escritos cientificistas que sostienen estar lejos o de espalda a toda cosmovisión teísta, haya que entenderlos y comprenderlos, a través del prisma de métodos de razonamientos religiosos y herméticos.
Por otro lado, bajo la perspectiva de La Tercera Ola, escrita por el afamado Alvin Toffler de la futurología , se comprende que se adelantó en el tiempo unos cincuenta años más, desde su publicación en 1979, ya el autor hablaba, en su época que una pandemia podría cambiar las reglas del juego; del feminismo reaccionario y misógino, enfatizando que los políticos son sólo bambalinas, detrás, están los que montan el árbol; es decir, una puesta en escena por un gobierno tras la sombra con plena consciencia, además del control del poder de los medios en el manejo de la información.
Dicho de otra manera, esa metáfora hoy toma vida con la propuesta de revolución tecnológica digital de la información, presente, que no es más que la interpretación de infinitas olas; más bien, tsunamis, que ha tenido que superar la humanidad, época tras época, ante el cinismo, al servicio de fuerzas, que como cuerdas, casi imperceptibles mueven al mundo.
Lo contradictorio de las observaciones por parte de los llamados científicos sociales que están más cerca de la física cuántica que cualquier otra ciencia, ya que, más que invenciones de crítica a la organización social, presentan un modelo estatista, más parecido a un productos industrial de revolución digital, en la que todos terminan siendo productos, armas, instrumentos, modelos de organización social a los intereses de un sistema de Estado corporativo mundial, como lo fue la primera ola, la segunda y todas las sucesivas, ya que para nadie es secreto que la agricultura está supeditada a los intereses del Estado, que en su resultado final es global; como lo están las invenciones industriales de sistema de producción masiva en serie en todas las áreas, inspirados en la cadenas porcinas, muy bien interpretadas por Ford.
Asimismo, es sabido que las aplicaciones digitales tecnológicas han sido objetivos de las más bochornosas y estrafalarias acusaciones judiciales, donde el éxito de estas grandes plataformas de información, creadas en las mismas viejas naves industriales del siglo XX, incluso antes, son al final instrumentos de control, espionaje de los usuarios y consumidores, donde sí, se le quita esta cualidad, no tuvieran ninguna importancia en el mercado, fueran meras cáscaras vacías, ya que el espionaje es la especialidad de las mismas, como el motivo principal de interés, por parte de los gobiernos desde un enfoque global, como herramientas para sostener el control de grandes bases de datos de información clasificada de los millones de usuarios, mundialmente suscritos, entendidos cómo consumidores, cada vez más de un mundo globalizado en el que se les endosa siempre a estos últimos de conejillos de Indias, tontos, estúpidos, descerebrados, sin consciencia, entre otros caracteres; sin entender nunca, la gran conspiración mundial, resultado del adoctrinamiento de producción en serie del sistema educativo global que se arrastra desde mucho antes del siglo XIX.
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