Los ataques con misiles balísticos de Irán contra Israel, este 1 de octubre, presagian una guerra total en Oriente Medio.
Decía el profeta Isaías que «los árboles del Líbano no bastarían como leña para el holocausto» (Is 40,16) y no ante «la gloria de Dios» sino ante una extensión de la guerra en toda la región.
Irán –el patrón de Hezbolá y de Hamás– ha lanzado unos 200 misiles balísticos contra población civil de Israel. La espiral de violencia aumenta con enormes riesgos ¿Cuál será el siguiente paso?
El conglomerado de grupos alineados con Irán conocido como el «eje de la resistencia» ha conseguido perturbar el Oriente Próximo como nunca antes. Sólo un día después del ataque terrorista de Hamás, del 7 de octubre del pasado año, Hezbolá había iniciado intensos ataques contra el norte de Israel que obligaron a unos 60.000 israelíes a abandonar sus hogares, creando de hecho una zona de seguridad de cinco kilómetros dentro de Israel.
Las milicias iraquíes respaldadas por Irán también se unieron a estos ataques, el pasado octubre, agrediendo a las fuerzas estadounidenses con base en Irak y Siria. Varias milicias iraquíes que operan bajo el paraguas de la Resistencia Islámica en Irak han perpetrado, desde entonces, más de cien atentados contra objetivos estadounidenses, además de ataques dirigidos contra Israel.
Los hutíes, el grupo rebelde yemení, atacaba en la ruta del mar Rojo perturbando el comercio mundial. También utilizaron un avión no tripulado para atacar Tel Aviv en julio y el pasado septiembre, un misil de largo alcance tocó el centro de Israel.
Israel sabía a lo que debía enfrentarse, por eso la detonación en todo Líbano de miles de localizadores y radios utilizados por los operativos de Hezbolá abrió una brecha en su seguridad. Los siguientes ataques aéreos en Beirut y el sur del Líbano permitieron la eliminación «uno a uno» de los líderes de toda la organización terrorista que culminó con la muerte de Hasan Nasralá. Todo parecía dejar a Hezbolá como pollo sin cabeza.
Pero no era suficiente, todo esta labor de inteligencia preparaba una campaña terrestre que ponía sobre el terreno a miles de soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Una decisión arriesgada que enfrenta directamente a las tropas israelíes con milicianos bien adiestrados y, muchos de ellos, duchos en el combate durante el largo conflicto de Siria. Por eso los ataques de la defensa israelí adentrándose en el Líbano se están cobrando un precio enorme.
Pero la coordinación de Irán en todo este conflicto tenía un objetivo claro: la destrucción de Israel y sus habitantes. Por eso activó a todas sus franquicias en la región. Israel está asediado.
Ningún analista duda hoy de la capacidad de Israel para defenderse y que lo está haciendo eficazmente. Pero Israel se ha embarcado en una guerra, que no deseaba, en múltiples frentes, en el norte y en el sur de su territorio, poniendo en riesgo la vida de muchos de sus jóvenes.
Sin embargo, lo que sí se ha evidenciado es algo preocupante y es que el dominio estadounidense en la región ha disminuido y la capacidad de disuasión de la Administración Biden pasa por horas bajas. Algo que, sin duda, ha sido otro importante objetivo de Irán. La República Islámica perseguía mostrar la pérdida de influencia de Estados Unidos en la zona.
Ataques de Irán contra Israel
El reciente ataque de Irán contra Israel en represalia por el asesinato de Hasan Nasralá y la incursión en el sur del Líbano es sólo el último episodio de este enfrentamiento «ya directo» entre ambos adversarios.
En abril, Irán había respondió a un ataque israelí contra un edificio consular en Damasco en el que murieron varios altos oficiales de la Guardia Revolucionaria Islámica. En respuesta, Irán lanzó una andanada de más de 300 misiles y aviones no tripulados contra Israel.
Israel asumió, en principio, que la respuesta de Irán al ataque israelí contra su complejo diplomático en Damasco sería limitada. Pero se equivocaba dado que el cálculo de riesgos de Teherán había cambiado. Luego, Israel optó por una represalia limitada pero contundente, atacando algunos objetivos cercanos a instalaciones nucleares y militares iraníes sensibles.
Los ataques israelíes consecutivos contra Beirut y Teherán en julio y un importante intercambio de misiles en agosto hicieron temer una guerra total. Ahora, el inicio de la incursión terrestre de sus tropas en el Líbano y la efectividad contra Hezbolá ha provocado que Irán haya subido la apuesta. Cada parte se intensifica militarmente para disuadir a la otra y el no responder con la fuerza a una acción agresiva puede invitar a una mayor provocación.
Las cuatro posibles represalias de Israel
Ahora Israel puede barajar cuatro tipos de objetivos: El primero serían centros o instalaciones militares, sistemas de ataque o de defensa e infraestructuras de la Guardia Revolucionaria.
Otro objetivo podría ser suprimir a personas implicadas en el programa de misiles iraní (como apunta, por ejemplo, la BBC) o altos cargos implicados en el ataque contra Israel.
Otro objetivo podría dirigirse a desestabilizar la economía de la República islámica atacando plantas petroquímicas o centrales eléctricas (The Times of Israel apuesta por esta opción).
La última opción se dirige a atacar infraestructuras nucleares o que afecten al programa nuclear iraní, algo que Israel podría hacer con bombardeos selectivos o con una operación clandestina. Quizás esta opción sea más arriesgada.
Irán, por supuesto, ya ha amenazado con aumentar la escalada si algo de esto se produjese. Lo cierto es que dependiendo de lo que ocurra el incendio bélico en la región puede ser tal que, como profetizó Isaías, «los árboles del Líbano no basten como leña para el holocausto».
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