Los perros derivan de antepasados comunes con los lobos salvajes actuales. La domesticación de los perros probablemente comenzó hace unos 15.000 años y estuvo encaminada inicialmente a seleccionar animales menos agresivos, de compañía, para ayudar en las labores de caza o pastoreo, o también para proteger y alertar ante la presencia de peligros o intrusos. Sin embargo, la enorme variedad de razas caninas actuales es producto de la intervención humana, ocurrida hace unos doscientos años, coincidiendo con el periodo victoriano británico.
Fue entonces cuando los criadores de perros empezaron a seleccionar caracteres por motivos de extravagancia, rareza o siguiendo cánones estéticos ciertamente discutibles, lo que llevó a generar, por ejemplo, razas de perros paticortos (con acondroplasia), como los corgis (los preferidos de la reina Isabel II) y con diferentes malformaciones óseas en la cabeza, con la nariz achatada o sin apenas hocico, entre otras barbaridades anatómicas que solo tenían en cuenta el dudoso gusto de los seres humanos, desdeñando por completo los temas de bienestar animal.
Problemas bien conocidos por los criadores
Para generar cualquier raza de perros estos deben cruzarse entre sí, aprovechando animales nacidos espontáneamente con alguna alteración anatómica, para amplificarla y preservarla. Esto genera un aumento de la consanguinidad, que conlleva unos peajes y problemas de supervivencia y aumento de la probabilidad de desarrollar enfermedades de base genética, bien conocidas por todos, también por los criadores de perros.
Hoy sabemos que por lo menos 15% de las razas actuales de perros desarrollan alguna enfermedad congénita, más o menos grave, que puede comprometer la vida del animal. Son una muestra la distrofia muscular, la parálisis de patas traseras que a menudo afecta a los golden retriever y labradores, y la sordera unilateral o bilateral que desarrollan los perros dálmata.
La Universidad de Sídney (Australia) tiene una web que incluye unas 300 enfermedades congénitas identificadas en el perro, causadas por mutaciones en un solo gen, detectadas en las diversas razas creadas por el hombre. Muchas de estas razas comprometen la calidad de vida de los animales y nunca habrían existido de no ser por la intervención humana.
Bulldogs ingleses en peligro
Este parece ser el caso de los bulldogs ingleses, cuyos pliegues en la piel y morro achatado llevan a los perros de esta raza a desarrollar patologías favorecidas por la selección brutal a favor de estos rasgos que algunas personas consideran estéticamente interesantes, pero que ponen la vida de estos animales en riesgo. Por todo ello, los autores de un artículo publicado esta semana en Canine Medicine and Genetics piden moderar las características definitorias de la raza.
Este trabajo recomienda que se ponga límites a la selección continua de estos caracteres en esta raza de perros, algo que sería muy sencillo de solventar evitando la cría de estos animales.
Debemos acostumbrarnos a preguntar si todas aquellas malformaciones anatómicas que destacamos en las razas de perros comprometen su calidad de vida y, si es así, reducir la presión de selección o evitar su cría.
Este artículo fue publicado originalmente en Science Media Center.
Lluís Montoliu, investigador científico del CSIC, Centro Nacional de Biotecnología (CNB – CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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