En Latinoamérica, en especial en Venezuela, es tradición quemar pólvora para Navidad y fin de año, y el ruido de la pirotecnia puede causar alteración a las mascotas en casa. Para evitar esta situación y disminuir el estrés o ansiedad de los perros o gatos, el médico veterinario Julio Castillo, de El Salvador, recomienda algunas medidas a tomar en cuenta.
Antes que nada, hay que conocer a la mascota. “Hay que identificar a la mascota que sufre de estrés o ansiedad. Si se trata de un perrito que normalmente en condiciones de ruido empieza a temblar o empieza a aullar, esconderse o inclusive conducta agresiva o destructiva”, media vez se identifica hay que tomar medidas asegura.
Lo primera medida sería reducir la visualización al exterior, cerrar las puertas y cortinas, explica, ya que cuando hay un ruido fuerte los perros salen a ver qué pasa. “Y cuando ven las explosiones y los papeles en el aire, eso también les produce ansiedad”, detalló.
Segundo, hay técnicas como vendajes para que las mascotas se sientan más protegidas y se pueden utilizar ante los ruidos de la pirotecnia.
Tercero, se puede hacer “aromaterapia”, hay difusores o vaporizadores que se pueden poner olores que relajen a la mascota o feromonas, dice el médico; cuarto, se puede poner música a volumen moderado. Así, el perro se entretiene con la música y eso ayuda a disminuir que esté pendiente del exterior, explica. Otra cosa que se puede hacer es poner pedacitos de algodón en las orejas, pero recordar (siempre) quitarlos después.
Quinto, se puede ayudar con fármacos. “Hay productos que se venden para la ansiedad, pero hay que tener cuidado. Que el perro esté tranquilo, no significa que el perro esté inmóvil”, dice el especialista. “Si un perro está completamente inmóvil, eso no le va a quitar la ansiedad. Al contrario puede perjudicarlo, porque no se va a mover pero va estar consciente de todo su entorno”, señala.
Para ello dice que lo mejor es consultar al veterinario qué productos utilizar que no perjudiquen a la mascota. Asimismo, se debe recordar que “no hay que automedicar, no vale la pena arriesgarse”, dice Castillo.