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Llegar en forma a junio para el Mundial, una tarea siempre complicada

Dependiendo del tiempo que duran los jugadores sin asistir a partidos y su resistencia física, tendrán mayor o menor rendimiento a la hora de jugar en el campo ruso

Por AFP
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¿Se puede llegar en forma a la Copa del Mundo de fútbol después de una temporada cargada de partidos? Parece una misión casi imposible, incluso cuando la preparación física se ha elevado al rango de una ciencia muy sofisticada.

Para llegar en forma, primero hay que estar convencido de poder lograrlo, explica Lee Moore, de la universidad de Bath (Gran Bretaña).

«Los deportistas que sienten que pueden hacer frente a exigencias de la competición lo ven como un desafío», señala. Estos jugadores estarán «mejor que aquellos que podrían tener molestias», y que ven el torneo «como una amenaza».

Y para tranquilizar a los jugadores, nada mejor, según este especialista en la mentalidad de los deportistas, que «realizar unas buenas actuaciones en su preparación, ya que eso les dará confianza en sí mismos».

Pero el cuerpo tiene límites que la mejor mentalidad no podrá nunca superar. Después de haber jugado casi todo el año dos partidos a la semana, los elegidos llegan al Mundial a menudo con síntomas de fatiga, cuando no exhaustos.

«Los clubes no tienen en cuenta las exigencias del fútbol internacional. Ellos quieren que sus jugadores estén al 100% hasta el último partido», dice John Brewer, profesor de ciencias aplicadas del deporte en la universidad de Saint Mary de Londres. Fue el preparador físico de Inglaterra en el Mundial de Italia 1990.

Estado óptimo de frescura

Primera cosa a preparar: un balance individualizado del estado de forma. Con una batería de pruebas y escuchando las sensaciones del jugador.

«Hoy en día tenemos todas las herramientas. Hay datos recogidos por GPS, junto a los de la frecuencia cardíaca, que dan la distancia recorrida y la velocidad de aceleración», detalla Stephane Caterina, preparador físico especializado en fútbol.

«Completamos todo ello con marcadores subjetivos, como cuestiones relativas al sueño, la recuperación, los dolores, que permiten detectar aspectos no siempre visibles. El objetivo es ajustar las sesiones de entrenamiento para llevar al jugador a su estado de frescura óptima», añade.

Para los que llegan agotados es prioritaria la recuperación. Para los que llegan con más descanso, como aquellos que no son titulares en sus clubes, se programan sesiones más intensas. Obsesionarse es el mayor factor de creación de problemas físicos.

En Francia aún recuerdan la traumática lesión de Zinedine Zidane en el muslo (desgarro del cuádriceps), durante un amistoso a cinco días del Mundial-2002.

Prepararse para el calor

¿Haberse lesionado en un tramo anterior de la temporada y haber tenido que estar descansando, como el brasileño Neymar o el francés Ousmane Dembelé, es una ventaja? Depende.

«Yo diría que salvo excepción, nunca es positivo lesionarse», considera Stephane Caterina. 

Pero algunos jugadores lesionados desbordan energía cuando vuelven a los terrenos de juego.

«De forma esporádica, sí, algunos jugadores que estuvieron lesionados pueden beneficiarse de haber descansado», confirma John Brewer, quien insiste en poner atención en los detalles, en la alimentación, en encontrar el placer de jugar, en la cohesión del grupo, y en la gestión de todos los parámetros, sabiendo que siempre habrá imponderables.

Cuando participó en Italia 1990 con Inglaterra, se centró por ejemplo en la posibilidad de jugar bajo la canícula. «Nos preparamos para ello. Podemos hacerlo por ejemplo creando un clima más cálido para los entrenamientos, haciéndoles vestirse con capas extra de ropa», cuenta.

Eso sirvió a los ingleses para superar una prórroga caliente en Nápoles contra Camerún en cuartos de final (3-2). Aunque cayeron en semifinales ante Alemania en la lotería de los penales.

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