La sexagésima Bienal Internacional de Arte de Venecia, curada por el brasileño Adriano Pedrosa, quiere enarbolar hasta el 24 de noviembre la bandera de la empatía. Por ello, incluirá a todas aquellas personas que por diversos motivos se han visto en la obligación de abandonar sus países para buscar una vida mejor en otros territorios. De esta manera, el tema escogido para la más importante vitrina del arte mundial es Extranjeros por todas partes (Stranieri Ovunque).
Atendiendo a este planteamiento, Milagros Bello, crítico y curadora de arte venezolana, residenciada en Miami, organizó la exposición América, Tierra de sueños. El encuentro mostrará el 21 de junio (en el European Cultural Centre, ubicado en el Palazzo Bembo, Riva del Carbon, 4793, 30124, en Venecia) el trabajo de 16 artistas, nacidos o no en Estados Unidos. Sin embargo, con una condición: todos ellos, directa o indirectamente, se han planteado temas como la migración, la identidad y la asimilación a otras culturas.
Uno de esos artistas es el caraqueño Rafael Montilla, radicado también en Miami, Florida. El autor llevará a la Bienal -no solo al Palazzo Bembo, sino a las principales plazas de la ciudad italiana, incluida la de San Marcos- la serie de performance Kube Man, Somos uno.
Un Kube Man en Venecia
“Mi propuesta encuentra un eco profundo en el tema de la Bienal de Venecia 2024, Extranjeros por todas partes. Al igual que la Bienal, explora las múltiples dimensiones de la extranjería y el desplazamiento», asegura Montilla.
A su vez, destaca que Kube Man «nos invita a reflexionar sobre nuestra propia condición de extranjeros en un mundo diverso y complejo; a cuestionar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y la exclusión”.
Rafael Montilla es conocido por la performance del Hombre Cubo, un personaje -él mismo- que se mezcla entre la gente con una braga de color blanco coronada por un cubo de espejos en el que el público ve su imagen reflejada.
Esta vez, el traje lleva estampados cubos multicolores que el artista denomina “bandera para todos”. Además, “representan la unidad en la diversidad y la necesidad de desnacionalizar nuestras identidades, trascendiendo las fronteras y etiquetas impuestas.
Cada cubo, como cada individuo, es único en su color y forma, pero juntos forman un todo armonioso. Esta metáfora visual se alinea con el concepto de la Bienal de Venecia. «Allí, la extranjería no es vista como una condición aislante, sino como una oportunidad para el encuentro y el intercambio cultural, y para cuestionar las narrativas dominantes”, explica el autor.
Sobre la significación de su obra, dice que «cuando el otro ve al Kube Man, en lugar de ver mi rostro se mira a sí mismo. Eso genera una dinámica perceptual en la que tú eres yo y yo soy tú: Somos uno, somos lo mismo”. Finalmente, se establece una relación como la afirmada por Thomas Jefferson en 1776, de que todos somos seres humanos integrantes del cosmos.
«Cuando nos demos cuenta que somos parte de un ecosistema planetario llamado Tierra, comenzaremos a cuidarnos unos a otros y al medio ambiente. Así empezaremos a cuidar a las generaciones actuales y futuras”, concluye.
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