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La historia de El Sistema también se cuenta entre oficinas y carpetas

El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela cumple 50 años siendo la institución cultural más grande y con mayor impacto en el país. Tal logro no ha implicado únicamente la formación de músicos y orquestas, también se requiere de equipos técnicos aplicados para lograr que una organización tan compleja funcione. José Ángel Viña, gerente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela; Richard Santa Fe, coordinador administrativo del Departamento de Archivo Musical de la Unidad Técnica del Cnaspm; Esthela Siso, coordinadora de Programación, y Marcelia Rodríguez, directora del Área Técnica de Talento Humano, comparten sus historias
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Los emocionantes conciertos, los ensayos o la formación en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela cuentan detrás con un equipo que funciona precisamente como lo indica su nombre simplificado: un sistema. Presentar piezas de Piotr Ilich Tchaikovsky o Gustav Mahler, dos de los compositores que mejor ejecutan las orquestas de la institución, implica no solo prácticas y estudios rigurosos, sino de personal técnico, administrativo y gerencial que garantiza que los músicos puedan tocar.

El Sistema, como institución, funciona como una gran orquesta, lo cual ha sido esencial en sus 50 años, que cumplió el 12 de febrero. Así se refiere José Ángel Viña, gerente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, al trabajo del departamento donde se desempeña: mientras los músicos ensayan y tocan, la gerencia articula al resto del equipo como si de un director de orquesta se tratara.

“Vamos remitiendo a cada equipo la necesidad que la orquesta tiene para cada semana y cada equipo hace su aporte, sea Programación, Talento Humano, Reproducción o la parte técnica. Todo el mundo despliega lo que se necesita y esto permite que todo fluya sin mayores contratiempos”, explicó el musicólogo, que llegó a El Sistema en 2019.

 

El Sistema

José Ángel Viña considera que la gerencia que dirige actúa como una suerte de orquesta en la que cada miembro cumple una función | Abraham Tovar

 

Viña comenzó en la Sinfónica Simón Bolívar, la orquesta pionera de la institución creada en 1975, y luego de una transición pasó a gerenciar la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, la de mayor proyección nacional e internacional. A pesar de que ya había ejercido antes cargos de gestión cultural y artística en el sector público, el incorporarse no significó desplegar de buenas a primeras una experiencia, habilidades y conocimientos, más bien inició un proceso de aprendizaje desde lo más elemental debido a la naturaleza compleja de El Sistema.

“Para poder insertarse acá y tener un desempeño óptimo lo primero que hay que hacer es entender la organización. Tenía en 2019 algunas opciones de trabajo en el exterior por razones académicas, y cuando surgió la oportunidad de entrar en El Sistema valoré positivamente la posibilidad de integrarme a una organización de tanta proyección”, expresó.

El trabajo de la gerencia de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela implica actuar como una suerte de bisagra entre el cuerpo artístico y la organización, puesto que, para que la agrupación funcione, debe haber una serie de articulaciones que hace el equipo de Viña  con el resto de los departamentos: de Reproducción a Programación, o pasando por otros como Talento Humano. “Nosotros tenemos, por ejemplo, que organizar audiciones cuando tenemos plazas vacantes, hacemos procesos internos laborales de toda naturaleza. Es un trabajo de seguimiento y acompañamiento en cualquier situación laboral que se presente”.

 

Si bien tenía una amplia experiencia en gestión cultural y artística, Viña reconoce que al llegar a El Sistema tuvo mucho que aprender por la naturaleza compleja de la institución | Foto Abraham Tovar

 

“Pero también atendemos las necesidades formativas de la orquesta. Tenemos músicos en constante formación que deben canalizar esa necesidad formativa a través de nuestros conservatorios. Desde el punto de vista artístico también nos corresponde hacer el acompañamiento de la programación que tiene la orquesta, que por ser la de mayor proyección tiene alrededor un equipo que mira constantemente su programación”, añadió.

Tras seis años en El Sistema, y en su aniversario 50, Viña considera que ha podido, gracias a un “aprendizaje impresionante”, comprender la naturaleza de El Sistema para sentirse útil, lo cual le permite, subrayó, asumir las responsabilidades que demanden de él. Las cinco décadas, explicó, son una evidencia de que el modelo concebido por José Antonio Abreu, fallecido en 2018, funciona. “A quienes ocupamos responsabilidades gerenciales frente a las agrupaciones profesionales artísticas nos corresponde constantemente una superación, un mejoramiento, así como la adquisición de nuevas fortalezas, técnicas y herramientas, porque es lo que nos permitirá acompañar la institución en la transformación y los cambios que vengan en los próximos 50 años”.

Marcelia Rodríguez se enamoró de El Sistema gracias a su hijo

La historia de Marcelia Rodríguez en El Sistema comenzó con su hijo violinista. Ella solía llevarlo al kínder musical sin saber que terminaría también sorprendida y enamorada de la institución, donde ya tiene 10 años. Su primer cargo fue como analista de Recursos Humanos y luego escaló, pasando por los oficios de jefa de Sección, jefa de División y ahora como directora del Área Técnica de Talento Humano.

 

El Sistema

Marcelia Rodríguez se enamoró de El Sistema al ver a su hijo tocar | Foto Abraham Tovar

“En la Dirección Técnica de Talento Humano, de la mano con sus otras dos direcciones, nos encargamos de la vida del empleado dentro de la institución. Es decir, desde su momento de selección hasta su contratación, capacitación, formación, sus beneficios, incluso su egreso. Nos encargamos de todo. Ellos nacen con nosotros y mueren con nosotros”, explicó Rodríguez, que antes de estar en El Sistema tuvo trabajos en la banca privada, una firma de contadores y en instituciones públicas como el Ministerio de Salud. Pero nada se compara con la obra creada por José Antonio Abreu, dijo.

“Es diferente. Es un ambiente que debemos cuidar. Somos como un engranaje, una familia, que buscamos llevarle a otras personas parte de la majestuosidad de El Sistema”, expresó.

Es tanto el orgullo de pertenecer que cuando se le pregunta por su hijo se conmueve. “¡Guao, mamá, estás en El Sistema!”, le decía al saberla miembro del lugar en el que tocaba de niño pero donde ya no está hoy por compromisos universitarios. “Lo llevaba al núcleo Montalbán, luego La Hoyada, San Agustín, y cada vez que íbamos era ‘guao, mira qué bonito, mira las guías de centro cómo llevan a los niños. Yo decía ‘¡ese es mi hijo! ¡Él está ahí! Me sentía como una súper mamá cada vez que lo veía con el violín”.

El Sistema

Rodríguez empezó en El Sistema como analista y luego fue escalando hasta llegar a ser directora en Talento Humano | Foto Abraham Tovar

Richard Santa Fe: del archivo al escenario

Richard Santa Fe tiene casi 30 años en El Sistema. Llegó a los 18 años de edad luego de que un primo, que trabajaba en el área de transporte, lo invitó a hacer un traslado a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, que iba a viajar a Colombia. En el núcleo Montalbán vio un ensayo y se enamoró de la institución. Comenzó como atrilero y hoy es el coordinador administrativo del Departamento de Archivo Musical de la Unidad Técnica del Centro Nacional de Acción Social por la Música (Cnaspm), sede de El Sistema, en Quebrada Honda.

El trabajo en el Archivo Musical consiste en resguardar el material que interpretan las orquestas de El Sistema. Santa Fe lo llama “el corazón” de la institución porque de allí salen las composiciones que se ejecutan tanto en el Centro de Acción Social como en los núcleos del país, incluso internacionalmente, subrayó, porque tienen la posibilidad “de darles música a otros países que forman parte de proyectos” de El Sistema.

Sin el resguardo y encarpetado —así llama al procedimiento que implica organizar los materiales según los nombres de cada compositor— no sería posible, explicó, entregarles de manera eficaz a los músicos las piezas que van a ejecutar. Estar en el Archivo Musical implica también un trabajo investigativo e incluso de memoria, por ejemplo, para encontrar rápidamente en qué carpeta se encuentra un autor como Mozart o Schubert: “Es un trabajo arduo, y lo más significativo de todo es que muchas de las personas que estamos allí no somos músicos. Poco a poco hemos ido aprendiendo”.

 

Santa Fe conoce tan bien el Archivo Musical que a veces los músicos se acercan para hacerle preguntas | Foto Abraham Tovar

El procedimiento de su departamento comienza cuando les dan instrucciones, entonces buscan el material para hacer el encarpetado y luego el personal utilero ubica las carpetas donde corresponde. “Luego de eso, terminado el concierto, esas carpetas retornan al departamento y nosotros hacemos el desencarpetado para hacer el resguardo en las cajas correspondientes”.

Santa Fe tiene tantos años en El Sistema que a veces, contó, le da “luces y señales” a los músicos, si por ejemplo están abrumados, sobre algunas piezas. “Hay momentos en que me preguntan por la Cantata criolla, de Antonio Estévez, y de inmediato respondo ¡caja 300! Ya uno memoriza muchas cosas y tiene esa eficacia, no solo de mi parte; muchos compañeros que trabajan conmigo disfrutan el trabajo que hacemos y tenemos esas facilidades”, dijo.

Para él, El Sistema ha sido su vida y le ha permitido entablar conversaciones que nunca pensó que tendría: “He aprendido mucho, gracias a Dios, de El Sistema y las orquestas, pues he tenido la posibilidad de viajar mucho, conocer culturas y aprender de otros archivistas en el mundo”.

Esthela Siso, de recepcionista a Programación

Esthela Siso trabaja en una amplia oficina de El Sistema donde hacen una de las labores más importantes pero quizás más desconocidas de la institución: Programación. Aunque en principio suena como algo vinculado a la informática, en realidad es gracias a ella y su equipo que cada día los músicos saben qué actividades habrá semanalmente. Los programas, con sus respectivos detalles, los comunican a los miembros de la organización.

 

Esthela Siso siente un gran orgullo por formar parte de El Sistema | Foto Abraham Tovar

 

“De Programación salen varias ramas que se distribuyen. Es muy importante porque permite que una sesión de estudio o ensayo cuente con un espacio óptimo y adecuado para que se lleve a cabo. Hacemos una organización y les damos a los miembros de El Sistema un espacio según las solicitudes que nos hagan”, explicó Siso, que está en la organización desde 1998, cuando comenzó como recepcionista y luego escaló pasando por el cargo de guía de centro hasta ser, hoy día, la coordinadora de Programación del Centro Nacional de Acción Social por la Música.

El proceso consiste en recibir la información que maneja el Departamento de Informática, donde se creó una suerte de mapa del edificio, y luego en Programación van ordenando de acuerdo con las actividades del día. “Todas las personas ven la programación. Nosotros la enviamos a un grupo muy grande en un correo diariamente y esas personas pueden saber lo que hay. Entonces se van distribuyendo. Por ejemplo, el personal técnico arma los salones, el protocolo visualiza que las personas indicadas en la programación vayan a la actividad, y así todo el centro se organiza”.

Siso, con 27 años en El Sistema, agradece la oportunidad que le dieron de trabajar y desarrollarse en la institución. “Me siento orgullosa de estar en un lugar creado por una mente brillante: el maestro José Antonio Abreu. Gran parte de mi vida ha transcurrido aquí en El Sistema”.

 

Siso empezó en El Sistema como recepcionista | Foto Abraham Tovar

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