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Abril 25, 2025


El monasterio de Minnesota en el que se inspiró El Brutalista

Durante medio siglo, solo los monjes benedictinos que rezan allí y los arquitectos que peregrinan a la iglesia de la Abadía de San Juan cada verano estaban al tanto de la existencia de esta obra maestra modernista
Por AFP
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Durante medio siglo, solo los monjes benedictinos que rezan allí y los arquitectos que peregrinan a la iglesia de la Abadía de San Juan cada verano estaban al tanto de la existencia de esta obra maestra modernista.

Pero el edificio se ha vuelto famoso como la inspiración para El Brutalista, el drama de tres horas y media sobre un arquitecto que emigra a Estados Unidos tras sobrevivir al Holocausto, y que se posiciona como favorita para ganar el Óscar a la mejor película.

La historia de la génesis de la iglesia es tan improbable como la trama que inspiró, incluyendo a gigantes de la arquitectura, monjes ambiciosos, una reforma del Vaticano y una pelea sobre las ventanas con forma de celdas de colmena.

«¿Cómo pudo ocurrir esto?», comienza sus recorridos turísticos Alan Reed, miembro de la abadía.

«Que este centro de estudios religioso en la época, en el medio de la nada, administrado por un grupo de monjes, contrataría un arquitecto famoso. Es una historia fascinante», dijo a AFP.

Se ve un crucifijo suspendido ante el vitral en forma de panal de la Abadía de San Juan en Collegeville, Minnesota, el 18 de febrero de 2025. Los paneles hexagonales, con colores vibrantes y patrones abstractos, simbolizan varios elementos de la fe cristiana, con el rojo representando al Espíritu Santo y el sacrificio, y el blanco representando la pureza. La ventana, fundamental en el diseño modernista de la abadía realizado por el arquitecto Marcel Breuer, fue objeto de una controversia histórica cuando los monjes eligieron un diseñador diferente para las vidrieras, lo que generó tensiones sobre la dirección artística durante la construcción de la iglesia. Foto: Kerem YUCEL / AFP

¿Cuál es la historia del monasterio que inspiró la película El Brutalista?

Todo comenzó con Baldwin Dworschak, un conservador abad que heredó la administración de un monasterio que rápidamente estaba superando sus terrenos históricos en los años de auge de los Estados Unidos después de la guerra en la década de 1950.

Justo cuando la Iglesia católica estaba modernizándose, Dworschak y sus asesores vieron una oportunidad de emular a los monjes pioneros del siglo XII que inauguraron el entonces nuevo estilo gótico.

Organizado por un monje que había estudiado arquitectura, se enviaron cartas invitando encargos a Richard Neutra, Walter Gropius, Eero Saarinen y Marcel Breur, entre los principales arquitectos modernistas de la época.

Sorprendentemente, varios respondieron y Breuer -un judío húngaro que se formó en la influyente escuela alemana Bauhaus, y que inventó las sillas tubulares de acero que aún amueblan las oficinas hoy en día- fue elegido para encargarse de la gigantesca iglesia en esta remota esquina de Estados Unidos.

El diseño que presentó fue «algo que nadie había visto antes», dijo Victoria Young, una profesora de arquitectura de la Universidad de St. Thomas, en Minnesota, y que escribió un libro sobre la «extraordinaria» creación de Breuer.

El arquitecto chino-estadounidense, I.M. Pei, exalumno de Breuer, escribió una vez que la iglesia de la Abadía de San Juan sería considerado uno de los mayores ejemplos de arquitectura del siglo XX si estuviese en Nueva York y no en Minnesota.

Lucha por el poder

Brady Corbet, director de El Brutalista, citó un libro de Hilary Thimmesh, un joven miembro del comité de Dworschak, como fuente clave para su película.

Corbet dijo a AFP que visitó la abadía y que se tropezó con las memorias de Thimmesh mientras investigaba para la cinta.

Hay paralelos claros: un arquitecto judío diseñando un colosal edificio cristiano de estilo modernista en una remota colina estadounidense.

Un punto de tensión en la película es el momento que el cliente (un millonario en la película y no un abad) presenta su propio arquitecto, saboteando al artista original del proyecto.

En la vida real, Breuer se volvió amigo de Dworschak, pero se pelearon cuando los monjes trajeron su diseñador de vidrios, descartando el trabajo de Joseph Albers, amigo próximo y exmaestro de Breuer.

En una carta amarga, Breuer calificó de «golpe repentino» la decisión y dijo que prefería «no hacer nada» antes que continuar con la elección de los monjes.

El nuevo diseño debe ser «concluido de inmediato», dijo otra carta, sin resultado.

La lucha de poder en El Brutalista concluye con un horrible acto de violencia sexual en una cantera de mármol en Italia.

Pero en la vida real, cliente y arquitecto rápidamente se entendieron.

Una vista del altar de la Abadía de San Juan en Collegeville, Minnesota, el 18 de febrero de 2025. En una pradera nevada de Minnesota se encuentra un monasterio como ningún otro. Durante medio siglo, la existencia de esta obra maestra diseñada por el arquitecto modernista Marcel Breuer es conocida principalmente por los monjes benedictinos que allí rinden culto y por las hordas de arquitectos que peregrinan a la iglesia de la abadía de San Juan cada verano. Foto: Kerem YUCEL / AFP

La iglesia necesita urgentemente repararse

Separando la inevitable exageración de Hollywood, una película nominada al Óscar que pone las miradas en el tesoro escondido de su monasterio es motivo de orgullo para las personas involucradas con San Juan.

El arquitecto Robert McCarter escribió un libro sobre Breuer porque consideró que el húngaro «había sido olvidado, incluso por su gremio, hasta cierto punto», dijo el propio McCarter a AFP.

«Hay mucha gente que piensa que San Juan es, de lejos, su mejor edificio. Entre ellos, yo», agregó.

«Sigue siendo un lugar que no conoce mucha gente», coincidió Victoria Young.

Para los monjes, la película podría ofrecer un salvavidas.

La iglesia necesita urgentemente reparaciones. Parte del concreto comienza a desmoronarse y el acero, a oxidarse.

Su orden se ha encogido: pasaron de ser el mayor monasterio benedictino masculino con 340 monjes, a menos de 100.

Son muy pocos para semejante espacio.

«Si pudiéramos recaudar suficiente dinero», los monjes podrían al menos calentar la iglesia en invierno y refrescarla en verano, dijo Reed.

¿Y la atención que la película recibe?

«Los monjes están muy impresionados», dijo.

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