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A 25 años del estreno de Seven, cómo se hizo la cinta que hizo famoso a David Fincher

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De la extensa y críticamente aclamada filmografía del director David Fincher, pocas películas dejan el impacto de su thriller detectivesco Seven/Se7en, cinta que cumplió 25 años el 15 de septiembre. Protagonizada por Brad Pitt y Morgan Freeman, además de contar con la actuación de Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, la cinta le dio una vuelta de tuerca a la ya gastada fórmula de la película buddy cop, horrorizando y fascinando por igual a las audiencias con una historia que exploraba la depravación humana y concluía con un final tan chocante que todavía hablamos del mismo hasta la fecha.

Seven sigue a dos detectives, el experimentado William Somerset (Freeman), quien se encuentra cerca del retiro, y su compañero novato David Mills (Pitt), quien se acaba de mudar a la ciudad junto a su esposa Tracy (Paltrow). Los investigadores se ven involucrados en un extraño caso de un asesino en serie (Spacey), quien utiliza los siete pecados capitales como inspiración para una serie de asesinatos.

A lo largo de la cinta el criminal, solo conocido como John Doe, logra evadir con facilidad a los investigadores, cometiendo asesinatos representando la gula, avaricia, pereza, lujuria y la soberbia, aunque finalmente se entrega a las autoridades cuando le falta dos crímenes más para completar su labor. En la escena final, Doe convence a los detectives a viajar con ellos a una locación en medio del desierto donde están las últimas víctimas. Ya ahí, los policías reciben una misteriosa caja que se da entender contiene la cabeza de Tracy. Doe se declara ahí mismo como el representante del pecado envidia y Mills, quien en un arrebato de pasión lo mata, queda como el representante de ira, completando el plan de Doe.

La película se creó en la mente de un visionario, aunque este no se llamaba David Fincher, sino Andrew Kevin Walker. Aunque ahora un reconocido escritor con cintas como Sleepy Hollow (1999), 8 MM (1999), The Wolfman (2010) y Nerdland (2016) en su currículum -así como diversos trabajos arreglando guiones de otras películas como Event Horizon (1997) y Fight Club (1999)-, cuando Walker escribió el guion que se convertiría en Seven en 1991 él solo era un simple empleado de una tienda de discos de Nueva York.

«Me había mudado de criarme en los suburbios de Pensilvania, así que la ciudad de Nueva York fue un gran shock cultural», recordó Walker en diálogo con Uproxx. «Estuve en Nueva York entre el 86 y el 91, así que cuando varias cosas específicas de Nueva York estaban en su apogeo, como la epidemia de la cocaína y el crack. Era muy diferente de como es ahora. Por ejemplo, no podías ir a Times Square sin ser muy cuidadoso».

Seven

Sumido en una profunda depresión con un trabajo que odiaba y viendo oportunidades exiguas de entrar en la industria de su profesión, el guion de Seven se refleja la gran oscuridad y cinismo experimentada por su creador en ese entonces. «La idea de asesinatos basados en los pecados capitales fue una reacción de vivir en Nueva York e insertarme en la cabeza de John Doe donde podía caminar por las calles y ver cada pecado capital en todas las esquinas de la ciudad. ¿Qué pasaría si alguien demasiado sensible viera estas injusticias?», añadió. La trama agradó lo suficiente a los ejecutivos de New Line Cinema para comprarle el guion.

Entre los realizadores a los que se le ofreció dirigir la película estuvieron Guillermo del Toro -quien la rechazó por ser muy cínica-, y David Cronenberg. Finalmente se la dio al director Jeremiah S. Chechik, en ese entonces más conocido por sus las comedias National Lampoon’s Christmas Vacation con Chevy Chase y la comedia romántica Benny & Joon, pero ahora con ganas de entrar en algo más serio. Bajo su visión la película tuvo algunos cambios, incluyendo una modificación al final para hacerlo menos oscuro: no había una cabeza en la caja. Walker, quien en ese momento no estaba en la posición financiera para objetar, cumplió con los pedidos del realizador.

Seven

Chechik, posteriormente, dejó la producción de la película en circunstancias todavía no reveladas y el guion de la cinta cayó en manos de David Fincher, quien en ese entonces estaba todavía desilusionado por la difícil producción de Alien 3. Un error fortuito garantizó que la película se realizara. Y es que el guion que leyó Fincher fue el original, cabeza en la caja incluida, y no la versión aprobada por el estudio.

«Leí treinta páginas de Seven y pensé ‘¿un maldito policía viejo y uno joven? Oh Jesús’. Mi agente me dijo, ‘no, continúa», afirmó Fincher en diálogo con Deadline. «Llegué a la parte en el que John Doe camina a la estación de policía y se entregaba. Estaba sosteniendo el guion – sabía cuantas páginas quedaban – y me decía a mí mismo ‘¡Esto va contra las reglas!».

Seven

Walker también recuerda la situación en una entrevista con The Hollywood Reporter. «Fincher expresó un interés, pero al expresar este interés, mencionó que había una cabeza en una caja», rememoró el guionista. Los ejecutivos se dieron cuenta del error y le enviaron al director el guion correcto, pero este se mantuvo con la historia original de Walker. «Él es una de esas personas poco comunes que son respetuosos con cada material que revisa. No es la persona a la que le pasas los planos para una casa y dice ‘Está bien, hagamos con esto un bote».

De la misma opinión fueron Pitt y Freeman, quienes se incorporaron al proyecto completamente convencidos por la oscura trama. Al final, la historia les daría la razón y la película fue un completo éxito en las taquillas, recaudando $327 millones en taquillas globales sobre un presupuesto de $33 millones según Box Office Mojo.

Para Fincher sería la película que le devolvió su amor por el cine y que permitió que nos diera años después clásicos como Fight Club (1999), The Social Network (2010) y Gone Girl (2014), mientras que ahora él se prepara para lanzar la cinta biográfica Mank para Netflix.

Pero a quien sí le cambió la vida fue a su creador Andrew Kevin Walker. «Seven fue una experiencia única en la vida mejor de lo que podría desear, desde el principio al final», dijo el escritor ante un auditorio de su alma mater Penn University. «Es una que nadie me la podrá quitar, y estoy agradecido con cada persona que estuvo involucrada».

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