Iga Swiatek
AFP

Sin margen para la sorpresa, la número 1 mundial polaca Iga Swiatek se impuso con total autoridad (6-2, 6-1) en la final de Roland Garros a la italiana Jasmine Paolini, decimoquinta del mundo, conquistando así este sábado su cuarto título en la tierra batida de París.

Después de 2020, 2022 y 2023, la Copa Suzanne-Lenglen terminó de nuevo en las manos de la jugadora de 23 años, que sigue construyendo ladrillo a ladrillo su leyenda en el tenis, donde acumula ahora cinco títulos del Grand Slam, ya que fue también campeona en el Abierto de Estados Unidos en 2022.

Pero es en Roland Garros, donde se dio a conocer al mundo ganando por sorpresa la edición de 2020, donde parece destinada a marcar una época.

«Es increíble estar aquí de nuevo, me encanta este lugar. Cada año sueño con estar aquí», dijo Iga Swiatek en la ceremonia de entrega de trofeos.

Con sus cuatro títulos ya solo tiene por delante en el palmarés del torneo en la ‘era Open’ (desde 1968) a su admirado Rafa Nadal con un récord de 14, Chris Evert (7), Steffi Graf (6) y Bjorn Börg (6).

La reina actual de la tierra batida nació en Varsovia. Eso es lo que dejó claro esta temporada Swiatek, que logró encadenar los títulos en Madrid, Roma y Roland Garros, las tres principales citas en esa superficie, algo que no conseguía ninguna jugadora desde Serena Williams en 2013.

Diez juegos seguidos

Su coronación ha sido la crónica de un título tan cómodo como previsible, frente a una Paolini que ha sido la gran revelación del torneo, pero que no tuvo opción en el partido.

La menuda jugadora italiana (1,62 metros), que está viviendo la mejor temporada de su carrera, nunca había pasado de segunda ronda en Roland Garros hasta esta edición. Por eso la final era un sueño para ella, y entró al duelo sin complejos, llegando incluso a adelantarse en el inicio del partido con un ‘break’ a la polaca para ponerse 2-1.

Un simple espejismo. Swiatek no estaba dispuesta a sufrir y encadenó ahí diez juegos seguidos ganados, incluyendo cinco quiebres de servicio, para apuntarse esa manga por 6-2 y adelantarse 5-0 en la segunda.

Paolini logró entonces el juego del honor, pero la polaca sentenció a continuación con su servicio, con un 6-1 para concluir el partido en apenas una hora y ocho minutos.

«Solo puedo felicitarte, Iga. Creo que jugar aquí contra ti es lo más difícil que se puede hacer en este deporte», le reconoció la italiana después del partido.

Paolini, a por los dobles

Iga Swiatek solo sufrió en un partido en este Roland Garros, en el que llegó a estar al borde del abismo. Fue en la segunda ronda, ante la exnúmero 1 mundial japonesa Naomi Osaka, ante la que tuvo que levantar una bola de partido en contra. El resto de sus partidos se han saldado con victorias amplias y sin sobresaltos.

«Hubo un momento que llegué a estar fuera. Ha sido un torneo muy emotivo», admitió la polaca aludiendo a ese momento crítico ante Osaka.

La jugadora toscana no tuvo opción de dar a Italia su segundo título en el torneo femenino de Roland Garros, después del éxito sorpresa de Francesca Schiavone en 2010.

Le queda el orgullo de su gran aventura en el torneo y una esperanza de terminar con un trofeo, ya que el domingo jugará otra final, la de dobles femeninos. Haciendo pareja con su compatriota Sara Errani se medirá entonces a la dupla formada por la estadounidense Coco Gauff y la checa Katerina Siniakova.

Para Swiatek llega ahora un tiempo de celebración y descanso antes de afrontar su siguiente gran desafío, Wimbledon, donde nunca pudo ser campeona.


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