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May 12, 2025


El siglo de Julio César León

En 1948 el ciclista trujillano que hoy cumple 100 años de vida viajó por su cuenta a la Londres de posguerra, contraviniendo a la dirigencia, para hacer historia como el primer atleta venezolano que compitió en una Olimpíada. Desfiló con una bandera amarrada a un palo de escoba
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Por HÉCTOR BECERRA

Julio César León es un pionero en todo el sentido de la palabra. A mitad del siglo XX fue el primer atleta de Venezuela que participó en las Olimpíadas. También fue su primer abanderado y estuvo entre los primeros a quienes les tocó lidiar con los desacuerdos de la dirigencia deportiva. Este 2 de febrero de 2025 vuelve a ser un precursor al convertirse en el primer competidor olímpico del país que llega a los 100 años de edad.

León, nativo de la ciudad de Trujillo y radicado en Caracas siendo adolescente tras recorrer en bicicleta casi 600 kilómetros en cuatro días, tiene para contar una cantidad incontable de historias. La de su participación en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 supera a todas. La oímos en su negocio de repuestos para motocicletas, al que se dedicó una vez retirado de las pistas. Fue décadas, atrás durante una entrevista trocada en fascinante relato, material para la publicación de un libro.

Antes de su actuación en la semidestruida capital inglesa por los bombardeos de la II Guerra Mundial, lo primero que superaría con porfía y audacia fueron las indecisiones del todavía incipiente Comité Olímpico Venezolano (COV), constituido apenas ocho meses antes de los Juegos de Berlín 1936. La falta de tiempo impidió que en esa ocasión Venezuela se estrenara en las Olimpíadas, hecho que se aplazaría 12 años más a causa del conflicto bélico iniciado en 1939.

Desde 1934 un grupo de periodistas y dirigentes deportivos, justo es decirlo, gestionaban la creación del COV.  El motor que los impulsaba era lograr la participación venezolana en Berlín, para lo cual poseer ese ente y pertenecer al Comité Olímpico Internacional (COI) eran requisitos indispensables. Pero las gestiones fracasaron en buena medida por la convulsión política durante los días previos y posteriores a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935.

Los promotores, liderados por José Rafael Maldonado, firmaron el 23 de diciembre el acta constitutiva de la Asociación Olímpica de Venezuela, actual COV. Nació con seis disciplinas (atletismo, baloncesto, beisbol, ciclismo, fútbol y voleibol) y con Héctor Silva Urbano de presidente. Sin embargo, la muerte de Gómez, y sus coletazos por el retorno de la libertad luego de 27 años, evitó que Venezuela asistiera a su primera cita olímpica. La competencia donde el atleta negro estadounidense Jesse Owens derrotó a la “invencibilidad” aria de Adolfo Hitler.

Terminada la guerra en 1945, el COI anunció el retorno de los Juegos para 1948. La noticia se le fijó en la mente a León, para entonces de 20 años. Se había forjado como ciclista de temple, ganando diversas competencias en Caracas y sus alrededores. De esos inicios recordó la ayuda que recibió de Teo Capriles, el legendario ciclista criollo. “Él quería darme más, pero no podía porque era tan pobre como yo”.

El joven trujillano competía y entrenaba con tesón en la carretera Caracas-Maracay, las escalinatas de El Calvario en El Silencio “para fortalecer las piernas” y en las avenidas O’Higgins y La Paz, en el suroeste capitalino, “donde el presidente Isaías Medina veía las carreras sentado en la acera junto con su hija y solo acompañado por un chofer desarmado.”

Desfile en solitario

A mediados de 1948, con Rómulo Gallegos de presidente democrático, el pedalista, ya de 23 años y con la mira cada vez más en Londres, se preparaba a diario con su entrenador Allego Grandi, exciclista olímpico italiano competidor en Ámsterdam 1928. El 26 de julio, tres días antes de la inauguración de los Juegos, aún el COV no decidía sobre su participación. Se hablaba de falta de recursos y otras razones no muy claras. “Algunos decían que yo no tenía nada que buscar allá, por lo que rompí una alcancía con mis ahorros y nos fuimos por nuestra cuenta”.

León, su esposa, Carmen Cubillán, y Grandi tomaron ese mismo día el único avión disponible para el viaje, un transporte de pasajeros utilizado por la British Airways durante la guerra. El vuelo duró unas 30 horas con varias escalas. Lo primero que hizo al llegar a Londres fue presentarse en el comité organizador de los Juegos para inscribirse. Eso no fue posible, pero telefoneó al COV en Caracas –presidido por José Beracasa–, y al final se pudo formalizar el trámite.

Unos 40.000 visitantes se hospedaron en casas de familias y albergues ilesos de los ataques nazis. Las delegaciones llevaron sus propias dotaciones de comida. León y sus acompañantes comían con frecuencia en el barco de los argentinos en el río Támesis, “porque en la ciudad todo escaseaba”. Venezuela no tenía ni bandera para al desfile, lo que se resolvió con trozos de tela de color amarillo, azul y rojo, papel blanco y un palo de escoba. León la portaría así en la ceremonia inaugural.

Compitió en los 1.000 metros de velocidad, pedaleando por primera vez en su vida en un velódromo. Fue eliminado en los octavos por el italiano Mario Ghella. Y llegó de 14 en el kilómetro contra reloj, ganado por el francés Jacques Dupont. En la Olimpíada de 1948 León fue atleta solitario y abanderado improvisado de Venezuela. No subió al podio, pero despejó el camino para que en Helsinki 1952 Asnoldo Devonish conquistara para el país con un salto triple la primera medalla venezolana en unos Juegos Olímpicos.

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