Benetita, profesora jubilada de la tercera edad, se dio cuenta de que podría estar sufriendo de depresión después de escuchar los mensajes enviados por WhatsApp que formaban parte de un estudio para reducir los síntomas de la enfermedad en adultos mayores usando mensajería digital.
“Sentía que había decepcionado a mis alumnos y colegas, y empecé a sentirme decepcionada de mí misma”, cuenta a SciDev.Net. Los síntomas comenzaron a aparecer después de que se jubiló de la docencia.
“Cuando comencé a recibir los mensajes, me di cuenta de que había ayudado a mucha gente y enseñado muchas cosas buenas a mis alumnos, lo que me ayudó a liberarme de los sentimientos negativos”, señala.
Algo similar le ocurrió a María (el nombre ha sido cambiado). Cuando la empresa en la que trabajaba cerró, su vida se volvió sin sentido. “Estaba muy triste, había días en los que me levantaba sin ganas de hacer nada”, relata a SciDev.Net.
“Tras escuchar los mensajes del proyecto, empecé a soltarme, y pensé: ‘¿Sabes?, creo que voy a empezar a hacer lo que ellos dicen’. Y realmente funcionó”.
El estudio se realizó en el municipio de Guarulhos, contiguo a la ciudad de São Paulo, con 603 individuos -74,8% mujeres y 25,2% hombres- de 60 años de edad o más, con síntomas de depresión moderada o grave, registrados en 24 clínicas de atención primaria del sistema público de salud.
¿Qué tan útil es el WhatsApp para tratar la depresión?
Luego de determinar la intensidad de los síntomas en los participantes mediante la prueba PHQ-9, que mide la presencia y la gravedad de la enfermedad en una escala de 0 a 27, los investigadores distribuyeron a los participantes aleatoriamente en dos grupos: uno de intervención y otro de control.
Los 298 individuos del grupo de intervención recibieron mensajes de WhatsApp dos veces al día, cuatro días a la semana, durante seis semanas, con contenidos educativos sobre la enfermedad y terapia conductual, usada en el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo. Los 305 participantes del grupo de control recibieron un único mensaje educativo.
Debido a que muchos ancianos eran analfabetos o semianalfabetos, el grupo de intervención recibió imágenes y audios de hasta tres minutos en lugar de mensajes de texto. Los investigadores se aseguraron de utilizar un lenguaje sencillo, inspirado en programas populares de radio.
Dos actores, bajo los seudónimos de Ana y Léo, leyeron los mensajes, que evolucionaron desde frases educativas sobre la depresión hasta orientaciones sobre activación conductual y consejos para evitar una recaída.
De los 603 participantes, 527 completaron el estudio. Según los investigadores, 42,4% de los participantes en el grupo de intervención mostraron una mejora en los síntomas de la depresión después de las seis semanas, mientras que en el grupo de control, solo 32,2% registró alguna mejora.
“La diferencia entre los grupos de intervención y control puede parecer pequeña, pero considerando el muy bajo costo de la estrategia y el número de personas a las que potencialmente podría llegar, esos diez puntos porcentuales podrían representar millones de individuos beneficiados”, dice a SciDev.Net la psicóloga Marcia Scazufca, de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo.
Ella es una de las autoras del artículo publicado en la revista científica Nature Medicine presentando los hallazgos y destaca que la estrategia debe verse como un primer paso, que puede combinarse con otras formas de intervención contra la enfermedad.
“El bajo costo del programa y la facilidad con la que puede implementarse significa que puede replicarse en otros países con condiciones socioeconómicas similares o peores y donde el tratamiento convencional no está disponible o es inasequible para muchos”.
Marcia Scazufca, Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, Brasil
“Nuestros resultados son especialmente relevantes en un país de ingresos medios como Brasil, donde el número de personas mayores está aumentando rápidamente y los servicios de salud mental son escasos”, subraya.
Y añade: “El bajo costo del programa y la facilidad con la que puede implementarse significa que puede replicarse en otros países con condiciones socioeconómicas similares o peores y donde el tratamiento convencional no está disponible o es inasequible para muchos”.
La gerontóloga Ana Cláudia Bonilha, investigadora de la startup International School of Game (ISGAME), que no participó en la investigación, está de acuerdo con Scazufca.
“Tecnologías como el WhatsApp suelen ser una novedad para las personas mayores y, precisamente por ser una novedad, pueden ser una herramienta importante de estímulo cognitivo”, dice a SciDev.Net.
Afirma que esas iniciativas hacen que esas personas se sientan más útiles y dinámicas, permitiéndoles entrar en un mundo al que hasta entonces no pertenecían. Eso tiende a tener un impacto positivo en su cognición, mitigando el riesgo de desarrollar enfermedades como depresión y alzhéimer, por ejemplo.
“El secreto de la cognición es el aprendizaje de cosas nuevas y el desarrollo de sinapsis cerebrales”, señala Bonilha, que desde su maestría trabaja con talleres de estimulación cognitiva y prevención del deterioro cognitivo en personas mayores mediante alfabetización digital y gestión de juegos virtuales. La startup en la que trabaja desarrolla aplicaciones de juegos para estimular la actividad cognitiva de las personas mayores.
El médico Nivaldo Carneiro Junior, de la Facultad de Ciencias Médicas de la Santa Casa de São Paulo, es optimista en cuanto al uso del WhatsApp para mejorar los síntomas de la depresión en ancianos, pero señala que muchos -principalmente aquellos que viven solos o en las periferias de las ciudades- no tienen acceso a internet. “Eso puede dificultar el uso de esa estrategia en larga escala en otras ciudades del país”, dice a SciDev.Net.
> Enlace al resumen del estudio en Nature Medicine
Por: Rodrigo de Oliveira Andrade
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net.
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