La microbiota. Así se podría denominar al conjunto de descubrimientos en torno a los habitantes que pueblan los intestinos y otras partes del organismo. Se habla mucho de las bacterias de la flora bacteriana, pero también hay virus que cumplen funciones igualmente importantes. Pero no se conocen a fondo.
Los virus, bacterias y otros microorganismos no siempre resultan patógenos. De hecho, muchos de los que conforman la microbiota intestinal aportan diversos beneficios. Un estudio que se acaba de publicar en Nature Microbiology revela que unos virus muy particulares, conocidos como bacteriófagos o fagos, podrían utilizarse para combatir el estrés.
Conexión entre el cerebro y el intestino
Desde hace un tiempo se conoce la existencia de una conexión entre la microbiota, el intestino y el cerebro. Al parecer, existe una comunicación o eje bidireccional entre la microbiota del tracto digestivo y del sistema nervioso central (que incluye el cerebro). Esta demostró tener una relación directa en el desarrollo de enfermedades neuropsiquiátricas como la depresión o la ansiedad, entre otras.
Es algo así como un diálogo entre el intestino y el cerebro que se produce a través de diferentes procesos en los que están implicados los microorganismos de la microbiota. Así, por ejemplo, una estimulación excesiva del sistema inmune producida por un crecimiento excesivo de las bacterias intestinales. Por su parte, un aumento de la permeabilidad intestinal puede producir tanto inflamaciones sistémicas como del sistema nervioso central y, en concreto, el cerebro. Al final, el resultado de esta inflamación puede ser el desarrollo de trastornos neurodegenerativos, entre otros.
La exploración de esta conexión entre el intestino y el cerebro con la mediación de la microbiota abre la posibilidad de actuar sobre los virus y bacterias con el fin de prevenir o tratar problemas de salud mental. Según soporta el portal CuídatePlus, es algo que todavía no está al alcance de la práctica clínica habitual.
Virus y posibles tratamientos que se perfilan
De momento, de forma experimental:
- Probióticos: son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas confieren un beneficio para la salud de quien los recibe.
- Prebióticos: son productos alimenticios no digeribles que estimulan el crecimiento de especies bacterianas ya presentes en el intestino.
- Simbióticos: son una combinación de uno o más probióticos con uno o más prebióticos.
- Postbióticos: son componentes producidos por los microorganismos, liberados a partir de alimentos o constituyentes microbianos.
- Alimentos fermentados: son alimentos sometidos a un proceso de fermentación que hace que puedan contribuir a mantener el equilibrio de la microbiota intestinal. Por ejemplo, el kéfir, la kombucha o el kimchi.
Trasplante de virus para tratar el estrés
El estudio que se acaba de publicar en Nature Microbiology, encabezado por Nathaniel Ritz, de la Universidad de Cork (Irlanda), se llevó a cabo con ratones. Se centró en subconjunto de bacteriófagos, que son virus que infectan bacterias y se replican junto a ellas. Los investigadores constataron que los animales a los que se sometió a un estrés social crónico porque se les obligaba a vivir solos. O, por el contrario, se les mantenía en condiciones de hacinamiento, mostraban alteraciones en la composición de estos virus.
Decidieron probar una estrategia terapéutica muy similar a la que ya se usa en humanos para ciertas patologías: el trasplante de microbiota fecal. Para ello, recolectaron virus de las heces de animales sanos -no estresados-, y se los trasplantaron de nuevo tras exponerles a estrés social crónico. El éxito de este tratamiento se tradujo tanto en una reducción de los niveles de hormonas relacionadas con el estrés como en la desaparición en los ratones de comportamientos equivalentes a la depresión y la ansiedad.
Los científicos advierten que aún es pronto para determinar si este tipo de trasplantes de virus son eficaces en personas con estrés. El valor de esta investigación radica en que supone una de las primeras demostraciones de que los virus intestinales están implicados en la respuesta al estrés y su manipulación podría aportar beneficios terapéuticos.
La obtención de nuevas opciones terapéuticas frente al estrés puede beneficiar a un porcentaje muy amplio de la población. Aunque constituye una respuesta natural del organismo a situaciones puntuales que suponen una novedad, un desafío o incluso un peligro, cuando esta respuesta se mantiene de forma prolongada en el tiempo se llega a una situación clínica a la que se denomina estrés crónico y puede tener importantes consecuencias tanto para la salud psíquica como para la física.
El desgaste físico y mental que produce el estrés crónico se ha relacionado con problemas como la hipertensión arterial y un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares como el infarto o el ictus, entre otras muchas patologías.
Viroma intestinal, un mundo por descubrir
El viroma es la población total de virus asociados a una comunidad microbiana. Ha sido menos estudiado que las bacterias intestinales, pero cada vez son más las investigaciones que le atribuyen un papel relevante en diversos aspectos. Según algunos cálculos, por cada bacteria existen unos 10 virus en nuestro organismo.
Tal y como ocurre con las bacterias, algunos virus ejercen efectos beneficiosos en el intestino, mientras que otros están relacionados con estados patológicos. La clave para una buena salud está en un adecuado equilibrio entre unos y otros. Especialmente, en la diversidad de especies.
De hecho, se ha comprobado que las personas centenarias tienen un viroma intestinal más diverso que contribuye a su salud y les protege de enfermedades infecciosas.
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