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¿Cómo diferenciar el síndrome de corazón roto de un infarto?

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«Se me rompió el corazón». Esta expresión se suele usar en sentido figurado cuando alguien ha sufrido una ruptura sentimental. También, cuando se siente traicionado. Sin embargo, es un problema de salud que existe y que va más allá de lo emocional. De hecho, se trata de una afección cardíaca similar a un infarto de miocardio aunque con otras características y otros detonantes o causantes.

Alejandro Curcio, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Fuenlabrada, en Madrid, explicó al portal CuídatePlus que es denominado como «miocardiopatía de estrés o síndrome de Tako Tsubo. Este síndrome aparece en determinadas personas como reacción a una situación estresante emocional: desde un disgusto familiar, a un atraco, a la muerte repentina de algún ser querido o el miedo a una intervención quirúrgica».

“Es una situación relativamente habitual en personas que han sufrido un atraco o una situación de violencia inesperada”

No se conoce el mecanismo bioquímico del síndrome del corazón roto aunque, como señala el experto, «es posible que se produzca como consecuencia de una descarga de adrenalina y hormonas derivado del estrés puntual al que se ha sometido la persona». Esto, añade, «produce una vasoconstricción o un cierre de las arterias coronarias que riegan el corazón, lo que conlleva la aparición de síntomas similares al de un infarto de miocardio».

¿Cómo saber si se tiene el corazón roto?

Los síntomas son muy similares a los de un infarto de miocardio. En un primer momento no se sabrá si se trata de un problema cardíaco u otro. Por norma general, no obstante, las personas que sufran este problema sentirán:

  • Dolor en el pecho
  • Sensación de fatiga
  • Sudoración
  • Mareo
  • Náuseas

La peculiaridad de este síndrome, a diferencia del infarto de miocardio, es que cuando se realizan las pruebas de imagen pertinentes y se estudia la anatomía del corazón, se ve que los vasos coronarios están limpios y que no existe estenosis ni obstrucción. «Es decir, que en este síndrome ocurre lo contrario que en los infartos», informa el cardiólogo.

Por tanto, además de estas pruebas, la clave para un diagnóstico correcto «suele ser el antecedente de un fuerte y repentino estrés y la ausencia, por lo general, de los factores de riesgo cardiovascular clásicos como son el tabaquismo, la hipertensión arterial, la hiperlipemia y la diabetes», informa por su parte a CuídatePlus Manuel Martínez-Sellés, jefe de la Sección de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Debido a que los síntomas iniciales con similares a los de un infarto de miocardio, lo primero es descartarlo, con lo cual es conveniente realizar un electrocardiograma, analítica con enzimas cardíacas y ecocardiografía. La prevalencia del síndrome del corazón roto ronda el 2% de todos los infartos de miocardio que se ven en consulta, informa Curcio.

Afortunadamente, apunta Martínez-Sellés, «se produce en personas sin estrechamiento de las arterias coronarias y su pronóstico es generalmente benigno, con una mortalidad intrahospitalaria inferior al 5%, pero pueden producirse complicaciones graves en uno de cada cinco casos».

 “casi todos los enfermos se recuperan completamente de la debilidad cardíaca tras unas semanas”.

Curcio recuerda que se trata de una afección relativamente nueva, ya que se descubrió en los años 90, por lo que todavía no hay datos que nos permitan determinar con certeza cuál será la evolución de estos pacientes, aunque todo apunta a que es buena, siempre que se siga con el tratamiento pautado por el cardiólogo. Pero los pacientes pueden sufrir nuevos episodios.

También es importante señalar que, aunque es poco frecuente, el paciente tipo suele ser el de una mujer mayor de 55 años o, en edad postmenopáusica, apunta el cardiólogo del Hospital de Fuenlabrada.

Esta paciente, además, tiene pocos o ningún factor de riesgo cardiovascular (es decir, no fumadora, con colesterol, tensión y azúcar normales) y que sufre un episodio de gran estrés (psíquico o físico), añade Martínez-Sellés. Aunque se ha investigado mucho sobre el tema, se desconoce por qué es tan frecuente entre las mujeres. Pero, por suerte, se recuperan completamente en 3 o 4 días y no sufren ningún tipo de secuela, añade el experto.

¿Tiene tratamiento?

En relación al tratamiento, «lo primero que hacemos es tratar el evento agudo y actuar igual que en los infartos», señala Curcio. Después, «pautamos un tratamiento similar al que se prescribe en pacientes que han sufrido un infarto, para evitar nuevos eventos».

Se basa entonces en el uso de vasodilatadores, medicamentos que actúan relajando los vasos sanguíneos y aumentando el suministro de sangre y oxígeno al corazón. El objetivo es recuperar la función cardiaca, reducir el estrés sobre el miocardio y disminuir el exceso de líquido que se haya podido acumular.

En cualquier caso, tal y como apunta  Martínez-Sellés «una vez producida la recuperación completa no es necesario tomar ningún tratamiento farmacológico. Lo único que se recomienda es que los pacientes intenten evitar, en la medida de lo posible, situaciones de gran estrés súbito en el futuro».

No se puede prevenir. Se debe tener una vida sana y equilibrada para, de alguna forma, minimizar los posibles daños en el corazón. Además, se recomienda evitar el estrés.

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