Después de que los incendios forestales devastaran partes de la isla hawaiana de Maui, uno de los destinos turísticos más populares de Estados Unidos, las autoridades advirtieron a los visitantes que se mantuvieran alejados. Pero miles se quedaron y otros continuaron llegando, lo que enfureció a los residentes tras la tragedia que ha causado un centenar de muertos.
El lunes, en Wailea Beach, en Maui, el cielo estaba brillante y despejado. Hoteles de lujo alineados frente a la playa, sus huéspedes esparcidos por la arena. Algunos se metieron en el océano, mientras que otros se sentaron bajo sombrillas con toallas blancas en sus sillas.
Dentro de uno de los hoteles, más allá de una piscina, una fuente de dos niveles y un hábitat con paredes de vidrio para el loro del establecimiento, había una pantalla con marco de madera que anunciaba un fondo de ayuda para los empleados del complejo: la primera señal de la destrucción en Lahaina, a solo 48 km de distancia.
A raíz de los incendios forestales, los más mortíferos en la historia moderna de Estados Unidos, ha crecido la frustración con los turistas que han optado por continuar con sus vacaciones.
Muchos en Maui dicen que la devastación ha resaltado lo que se conoce como los «dos Hawái», uno construido para la comodidad de los visitantes y otro Hawái más duro que viven los hawaianos.
«Todo son mariposas y arcoíris cuando se trata de la industria del turismo», dijo un nativo de Maui de 21 años y empleado del hotel que pidió permanecer en el anonimato. «Pero lo que realmente hay debajo da un poco de miedo».
El miércoles pasado, un día después de los incendios forestales, el condado pidió a los visitantes que abandonaran Lahaina y la isla en su conjunto lo antes posible.
Los funcionarios pronto instaron a las personas a evitar la isla por completo, excepto para viajes esenciales. “En los próximos días y semanas, nuestros recursos colectivos y nuestra atención deben centrarse en la recuperación de los residentes y las comunidades que se vieron obligados a evacuar”, dijo la Autoridad de Turismo de Hawái.
Muchos viajeros hicieron caso al consejo. Inmediatamente después de los incendios, unas 46.000 personas abandonaron la isla. El campo de hierba que separa el aeropuerto de la autopista que lo rodea ahora está bordeado por filas y filas de autos de alquiler repentinamente excedentes.
Pero miles no lo hicieron. Algunos ignoraron las solicitudes de abandonar Maui de inmediato, mientras que otros viajaron hasta allí después del incendio, decisiones que enojaron a algunos.
«Si esto le sucediera a tu ciudad natal, ¿querrías que fuéramos? Tenemos que cuidar de los nuestros primero», dijo Chuck Enomoto, un residente local.
Otro residente de Maui le dijo a la BBC que los turistas estaban nadando en las «mismas aguas en las que murió nuestra gente hace tres días», una aparente referencia a una excursión de snorkel el viernes a solo 18 kilómetros de Lahaina.
La compañía de buceo se disculpó más tarde por realizar el recorrido y dijo que previamente había ofrecido su embarcación durante la semana para entregar suministros y rescatar personas, pero que su diseño no era apropiado para la tarea.
Dependencia del turismo
Pero la oposición a los turistas no está exenta de complicaciones dado que la isla depende económicamente de esos viajeros. La Junta de Desarrollo Económico de Maui ha estimado que la industria turística representa aproximadamente cuatro de cada cinco dólares generados en la isla, calificando a esos visitantes como el «motor económico» del condado.
«Te educan odiando a los turistas», dijo el joven trabajador del hotel. «Pero esa es realmente la única forma de trabajar en las islas. Si no es el turismo, entonces es la construcción».
Varios dueños de negocios expresaron su preocupación de que el creciente sentimiento antiturista pudiera dañar aún más a Maui.
«Lo que me temo es que si la gente sigue viendo que ‘Maui está cerrado’ y ‘no vengan a Maui’, el poco negocio que quede desaparecerá», dijo Daniel Kalahiki, dueño de un camión de comida en Wailuku. Las ventas ya han caído un 50% desde el incendio, dijo. «Y entonces la isla va a perderlo todo».
De uno a otro Hawái
En los días posteriores al incendio, la disparidad entre los residentes de Maui, tambaleándose por las pérdidas catastróficas, y los centros turísticos aislados quedó a la vista.
En un Hawái, los lugareños se enfrentan a una grave crisis de vivienda. Muchos viven en casas modestas de una sola planta en barrios como Kahlui y Kihei, algunos en viviendas multifamiliares, con cada familia separada por una cortina o una pared delgada de madera contrachapada.
Y trabajar en varios empleos es común para mantenerse al día con los costos crecientes, según le dijeron los lugareños a la BBC. Jen Alcantara se encogió de hombros ante la sorpresa causada por el hecho de que ella trabajara para una aerolínea canadiense además de ocupar un alto puesto administrativo en el hospital de Maui. «Eso es Hawái», dijo.
En este Hawái, los efectos de los incendios están por todas partes. En tiendas y supermercados, los evacuados buscan lo esencial, tratando de reemplazar sus pertenencias perdidas con el dinero que tienen. En los restaurantes, se puede ver a los trabajadores en las cocinas y detrás de las barras conteniendo las lágrimas y haciendo llamadas telefónicas para coordinar los esfuerzos de ayuda.
Aquí se estaban haciendo colectas para los sobrevivientes en casi todas partes. Una cafetería de lujo en Kahului estaba ofreciendo refrigerar la leche materna donada. Los propietarios de camiones de comida ofrecían sus servicios como voluntarios en la línea del frente y los agricultores llevaban plátanos a los refugios.
Las cosas son diferentes en el otro Hawái.
Al llegar al final del viaje de 30 minutos desde el centro urbano de la isla hasta Wailea, donde están ubicados los resorts lujosos y los alquileres vacacionales de Maui, la tierra cambia repentinamente. Los pastos marrones secos se vuelven de un rico color verde que denota que han sido bien regados.
«Es una línea contundente», dijo un lugareño, otro empleado del hotel que no quiso ser identificado.
Dentro de Wailea, comunidades cerradas bordean los campos de golf, que están conectados a hoteles de lujo. Dentro de esos hoteles, el amable personal brinda lecciones de surf y comida junto a la piscina, incluida una hamburguesa por US$29.
El personal le dijo a la BBC que muchos de los turistas se solidarizaban ante la crisis en el oeste de la isla. Otros, no obstante, se habían quejado por la cancelación de las actividades programadas en Lahaina (equitación o tirolina), dijo Brittany Pounder, de 34 años de edad, empleada del hotel Four Seasons.
El día después de los incendios, un visitante de California preguntó si aún podía acudir a su reserva para cenar en Lahaina Grill, un restaurante en una de las zonas más afectadas de la ciudad. «No está bien», dijo Pounder.
Existe una creciente preocupación de que la eventual reconstrucción de Lahaina tienda a satisfacer aún más a este segundo Hawái.
Los visitantes adinerados ya han contribuido a los precios exorbitantes de la vivienda, comprando terrenos y propiedades en un lugar donde la propiedad de vivienda está fuera del alcance de muchos residentes permanentes. Los famosos multimillonarios Peter Thiel y Jeff Bezos tienen casas en Maui. Oprah Winfrey es la mayor terrateniente de la isla.
Se han difundido rumores de agentes inmobiliarios que se acercan a propietarios hawaianos en Lahaina para preguntarles sobre posibles acuerdos.
Varios lugareños le dijeron a la BBC que les preocupaba que Lahaina sea transformada en otro Waikiki, el elegante paseo marítimo de Honolulu, dominado por rascacielos frente al mar y tiendas de lujo de marca.
«No necesitamos otro Waikiki», dijo Chuck Enomoto. «Pero es inevitable».
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