El panetón (o panettone, en italiano), para muchos hogares, es sinónimo de festividades navideñas.
Con o sin pasas de uva, con frutas confitadas o con chispas de chocolate, ese bizcocho y su típica forma abovedada constituyen un elemento esencial en las mesas de Europa y Suramérica durante la celebración de la Navidad y de Año Nuevo.
Pero poco se sabe sobre su origen, aparte de su proveniencia italiana.
El inventor de uno de los postres más característicos de la tradición gastronómica de Italia sería Toni, un pinche de cocina del duque de Milán Ludovico Sforza, llamado «Il Moro», al final del siglo XV, según una de las leyendas más populares de ese país.
En la víspera de Navidad de 1495, la corte de Sforza estaba celebrando un copioso banquete. En la cocina, el chef estaba atareado con la preparación de distintos manjares y le pidió a su joven pinche, Toni, que controlara el horno en el que se están cocinando unos bizcochos enormes, que serían el postre al final de la cena del duque.
Toni, sin embargo, agotado por el trabajo, se durmió unos minutos y los bizcochos se quemaron.
El joven cocinero, temeroso de la reacción del jefe de cocina y de los invitados ansiosos por comer, decidió sacrificar la masa de levadura que había guardado para su pan de Navidad.
La trabajó con harina, huevos, azúcar, pasas y frutas confitadas, hasta obtener una masa suave y muy fermentada, que horneó y sirvió en el banquete.
El resultado fue un éxito rotundo y Ludovico Sforza decide llamar a ese dulce «el pan de Toni», en homenaje a su creador.
Luego, con los años, «el pan de Toni» se popularizaría en toda Italia con el nombre de «panetón».
Pero, ¿qué hay de verdad detrás de esta leyenda?
«Absolutamente nada», afirma Massimo Montanari, profesor de Historia de la Alimentación de la Universidad de Bolonia, en Italia.
«Se trata de una de las tantas fake news que circulan alrededor del origen de muchos productos gastronómicos».
El origen medieval de los «panes de las fiestas»
Hay que distinguir entre dos categorías: los productos que tienen una fecha certera de nacimiento y un inventor claro y los que no, según Montanari.
En la primera categoría se sitúa, por ejemplo, el «pandoro» (que en el dialecto véneto quiere decir «pan de oro»), cuya receta fue registrada en la oficina de patentes en 1894 por el pastelero de Verona Domenico Melegatti.
La del panetón, en cambio, es una receta de la tradición colectiva y, por tanto, no es posible definir con absoluta exactitud su lugar y fecha de nacimiento.
Sin embargo, explica Montanari, sí es posible reconstruir el árbol genealógico del panetón y remontar hasta sus antepasados medievales: los «panes dulces» o «panes de las fiestas», es decir, panes a los que se le añadía azúcar, pasas de uva o especias y que se consumían durante la celebración de festividades importantes, como la Navidad.
Efectivamente, uno de los primeros documentos que atestan la existencia de estos panes dulces es un manuscrito conservado en la Biblioteca Ambrosiana de Milán que se remonta a la década de 1470.
Su autor, Giorgio Valagussa, quien era el preceptor de los duques Sforza, describe lo que llama el «Ritual del leño» que se celebraba en esa corte.
La noche del 24 de diciembre se colocaba un gran tronco de leña en la chimenea y se servían grandes panes de trigo azucarados, según el texto de Valagussa.
El jefe de la familia servía una porción a todos los invitados, manteniendo una para el año siguiente como señal de continuidad.
«Por un lado, había un elemento de conexión con el producto básico de la alimentación cotidiana, el pan, y por el otro había ingredientes y especias que los hacían ‘preciosos’, según el gusto de la época medieval o del Renacimiento», añade Monatanari, autor de varios libros sobre el origen de algunos de los platos más icónicos de la gastronomía italiana.
Y si bien la relación entre el panetón y la ciudad de Milán es innegable, no se puede decir que sea exclusiva, ya que también en otras partes del norte de Italia hay registro de costumbres parecidas.
Pero es a principios del siglo XX cuando el consumo de panetón durante las fiestas se popularizó en todo el país europeo, gracias también a las innovaciones introducidas por Angelo Motta, un emprendedor panadero milanés.
En 1919, Motta decidió agregar levadura a la receta tradicional -la masa tiene que leudar durante más de 30 horas antes de ser horneada-, y envolvió la masa en un papel de horno especial, que le daba su forma abovedada alta en lugar de la forma aplanada clásica anterior.
La receta de Motta fue adaptada alrededor de 1925 por otro panadero, Gioacchino Alemagna, quien también dio su nombre a una marca popular que todavía existe en la actualidad.
La dura competencia entre los dos panaderos significó el comienzo de la producción industrial de panetón, que con los años se ha impuesto como uno de los productos más representativos en la mesas de los italianos.
El desembarco en Suramérica
En el país europeo se vendieron en 2018 casi 42.000 toneladas de panetones, según datos de la patronal Unione Italiana Food.
Pero el éxito de este postre superó hace tiempo las fronteras de Italia y se ha impuesto como tradición navideña también en varios países suramericanos como Brasil, Argentina, Uruguay y Perú, gracias a los millones de emigrantes italianos que entre el final de siglo XIX y la mitad del siglo XX cruzaron el Atlántico en busca de oportunidades en América del Sur.
Pietro D’Onofrio, un emigrante del sur de Italia se asentó en Perú, donde fundó la empresa de helados que todavía lleva su nombre.
Pero fue su hijo Antonio quien en la década de 1950, realizó un acuerdo con la firma Alemagna de Milán para la producción y la venta del panetón en Perú con la marca D’Onofrio.
«Este año los peruanos consumiremos más de 35 millones de unidades», comenta Ricardo Bassani, director del negocio de confitería de Nestlé Perú, dueña desde 1997 de la marca D’Onofrio y de otras 3 firmas de panetón en el país.
«Los peruanos somos de los que más comemos este bizcocho. Nuestro consumo anual es de 1,1 kg por persona, lo que nos coloca como el segundo país que concentra el mayor consumo, solo después de Italia», agrega el ejecutivo, quien calcula en 200 millones de dólares el valor del mercado del panetón en Perú.
Después de Italia y Perú, el país donde más panetón se consume es Brasil, con casi 440 gr per cápita anual. Bauducco es la empresa brasileña que más panetones produce en el mundo.
Fundada en 1952 en Sao Paulo por otro emigrante italiano, Carlo Bauducco, la empresa tiene más de 6.00 empleados entre Brasil y Estados Unidos, una capacidad productiva de más de 300.000 toneladas al año y una facturación de más de 700 millones de dólares.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional