El nacimiento de un bebé prematuro es tan arriesgado que, de los 15 millones que nacen cada año en el mundo, cerca de un millón muere poco después.
De hecho, el parto prematuro -el que ocurre antes de las 37 semanas de gestación- es la mayor causa de muerte entre recién nacidos. Y en el caso de los extremadamente prematuros, de menos de 28 semanas, el riesgo es aún mayor.
Un equipo de científicos y médicos en Países Bajos está creando una tecnología para salvar las vidas de estos bebés.
Se trata de un útero artificial que podrá comenzar a usarse en 10 años y que, aseguran, permitirá «renacer» a los bebés; es decir, experimentar un «segundo nacimiento»: el del útero materno y el del artificial.
Se espera que en ese plazo de tiempo estos úteros tecnológicos reemplacen a las incubadoras.
Pero su tecnología plantea cuestiones éticas sobre el desarrollo de la futura «fabricación» de bebés.
Volver a nacer
La diseñadora social Lisa Mandemaker, que está trabajando con el hospital universitario Máxima Medical Centre (MMC), el mayor proveedor de atención médica en la región de Brabante, en el sur de Países Bajos, lidera el equipo encargado de crear el prototipo.
«Tuvimos que pensar en un diseño para salvar al bebé, para tenerlo totalmente fuera del útero femenino», le cuenta a la BBC.
Mandemaker dijo que para hacer su diseño usó cinco enormes globos en donde estarían los bebés «de cierta manera, nadando en sus propios fluidos».
«Hay diferentes circulaciones en los tubos; circulación de fluidos, de sangres».
«Es importante pensar en esto porque de lo contrario me temo que, simplemente, sería una copia del laboratorio», continúa la diseñadora social.
«Eso es algo sobre lo que mucha gente probablemente se siente incómoda».
El útero artificial que están desarrollando está pensado, sobre todo, para bebés extremadamente prematuros.
Una incubadora… con líquido
«Cuando era un ginecólogo en formación, hace casi 27 años, sabía que era posible hacer esto», le dice a la BBC Guid Oei, del Máxima Medical Center.
«La principal diferencia con una incubadora es que un útero artificial está relleno de líquido», explica Oei. «Una incubadora está llena de aire».
El especialista sostiene que las incubadoras son «entornos hostiles» para bebés muy prematuros porque el aire «daña sus pulmones».
Oie ha practicado con otros miembros de su equipo -con ayuda de muñecos de simulación- el uso del útero artificial que está desarrollando su hospital.
Cuando hay un parto extremadamente prematuro, conectamos al bebé inmediatamente a una placenta artificial, ligando un cordón al útero artificial, explica el médico.
«El útero artificial es un entorno líquido lleno de agua y todo tipo de minerales, por lo que el bebé obtiene el oxígeno y los nutrientes a través del cordón umbilical, justo como cuando estamos en el entorno natural.
«Mantenemos al bebé ahí durante varias semanas. El bebé crece, y a las cuatro semanas volvemos a hacer el nacimiento.
«Eso podría salvar muchas vidas», concluye el ginecólogo.
El debate ético
Sanne es madre de tres hijos. Uno de ellos murió tras un parto extremadamente prematuro.
«Era diminuto, pero al mismo tiempo estaba perfectamente completo. A las 24 semanas, la vida comenzó en la incubadora. Me obsesionaba tanto el riesgo de que James contrajera una infección que nos lavábamos las manos durante todo el día hasta que sangraban», le cuenta Sanne a la BBC.
«Es inhumano sufrir tanto por un ser humano tan pequeño», lamenta. «Pero no lo puedes proteger».
El doctor Oei dice que suele tratar a mujeres embarazadas y que «normalmente [el embarazo] es un evento muy feliz en sus vidas, pero cuando nacen extremadamente prematuros se convierte en una situación difícil».
Reflexionando sobre los posibles usos del útero artificial, Lisa Mandemaker dice que imagina «un futuro en el que los úteros artificiales puedan formar parte de la elección del estilo de vida de las mujeres, que no tengan que preocuparse de las náuseas matutinas y los cambios corporales [típicos del embarazo]».
«Creo que también podría ser muy interesante para algunos hombres homosexuales», señala.
«Tengo la sensación de que existe una narrativa social sobre el ideal de reproducción natural. La reproducción natural no es el único camino», dice la diseñadora.
Sanne considera que podría ser un sueño hecho realidad, «casi mágico», pero también cree que «hay una delgada línea entre un sueño hecho realidad y una espantosa película de ciencia ficción».
«Espero que usemos el conocimiento y la tecnología conscientemente».
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