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Inaceptable: construyen pista de karting en el Parque Zoológico y Botánico Bararida de Barquisimeto

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Por Hildebrando Arangú Santelíz*

En una clara demostración de ignorancia y desconocimiento respecto a los objetivos de creación y manejo de una institución técnico-científica como lo es el Parque Zoológico y Botánico Bararida, la actual gerencia promueve la construcción de una pista de karting dentro de las instalaciones del mismo, constituyéndose esto en una actividad completamente ilegal y contraria a los objetivos de creación y manejo de una institución de esta naturaleza.

El Parque Bararida no es un circo, no es un parque de espectáculos, mucho menos un lugar para promover una actividad que generará ruidos y alta concentración de personas en torno a ese infeliz espectáculo.

No solo se trata del estrés al que serán sometidos los animales producto del ruido y toda la algarabía que opera alrededor de un lugar como ese, sino además resulta absurdo que en estos tiempos cuando se reportan a diario infinidad de delitos contra la fauna doméstica y silvestre, lo cual pone en evidencia una profunda crisis de sensibilización de esta sociedad -sin descartar los posibles trastornos de la conducta- que se expresan en esas acciones y que pueden ser el preámbulo de otras más lesivas y graves contra las personas, esta gerencia no vea la posibilidad de contribuir a las políticas carcelarias de reinserción de los delincuentes ambientales mediante el uso de estos espacios para reeducarlos.  Los artículos 6 (Medidas accesorias) y 29 (Acceso a beneficios procesales) de la Ley Penal del Ambiente, publicada en Gaceta Oficial 39913 del 2 de mayo de 2012, lo estipula para quienes cometen estos delitos «y para prevenir» mediante la educación y la sensibilización al resto de la sociedad.

Los zoológicos cumplen cuatro roles fundamentales. recreación, educación, investigación y conservación. Las personas asisten a los zoológicos con el propósito de «conocer a los animales en todas sus dimensiones». Sus hábitos de comportamiento, alimentación, reproducción, relaciones sociales e importancia ecológica y científica, toda vez que muchos de ellos son inobservables en sus hábitats naturales debido a sus patrones de comportamiento. Para estos fines, la recreación se utiliza como un medio para educar (segundo rol); pero hablamos de una «recreación pasiva» que promueve la admiración por lo sublime, la belleza y la sensibilización humana hacia todos aquellos que constituyen «nuestros hermanos menores», dentro del plano de la creación de la vida, indiferentemente de cualquier postura científica o religiosa. Además de ello tenemos la responsabilidad ética de protegerlos como seres vivos que son. Así, entonces, nos referimos a la recreación como una disciplina técnica, científica, académica y pedagógica que ocupa un lugar preponderante en la formación de la sociedad y de una conciencia superior; y es mediante ella, y a través de las técnicas de interpretación ambiental que se promueve la Educación Ambiental en audiencias no cautivas; una educación con base en esos valores tan necesarios y urgentes en estos tiempos.

El tercer rol, el de investigación, constituye un importante eslabón entre la conservación y la educación, toda vez que el conocimiento científico que se genera actualmente ya no se comparte exclusivamente en los ambientes académico-científicos, sino que el papel cada vez más protagónico de la sociedad sensibilizada respecto a los temas de la agenda ambiental internacional (promovida desde las Naciones Unidas), como el cambio climático, el desarrollo sustentable, el derecho de acceso a la información ambiental y la justicia ambiental, no dejan por fuera, el conocimiento zoológico y botánico como base de la formación de esa nueva conciencia ciudadana. No en vano nuestro legislador incluyó en nuestra Ley Penal del Ambiente la obligatoriedad de asistir a programas de Educación Ambiental y limitar el acceso a los beneficios procesales a todos aquellos penados por la perpetración de delitos contra el ambiente, de modo tal que un parque zoológico como el Bararida constituye el eslabón más importante en la reinserción de los delincuentes ambientales a la sociedad. Así las cosas, por último, la conservación se constituye en el brazo político de la ciencia ecológica; es decir, esta conocida disciplina científica que migró (hace ya bastante tiempo) de «su sede natural» ubicada en el campo de las ciencias naturales hacia el campo de las ciencias sociales, para instalarse allí y sumar esfuerzos en colectivo para la construcción de una sociedad cada vez más justa y equilibrada, no solo en términos ecológicos, sino además en sentido político y social.

*Consultor ambiental y profesor universitario.

Ambiente: Situación y retos es un espacio coordinado por Pablo Kaplún Hirsz

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