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«Entre los peces y el hombre ¡es la guerra!…la guerra total»

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La cubierta de un barco, sembrada de cadáveres, luego de un par de horas de pesca.
Foto: Pepe Cárdenas

Por: Pepe (Juan José) Cárdenas

La cita completa es de Pierre Shoendorffer, matiz filosófico tomado de un documento técnico de un estimable colega y mentor, dice así: «Entre los peces y el hombre ¡es la guerra!…la guerra total. Si nosotros ganamos, que es lo que creo, nuestra victoria será nuestra derrota… pereceremos con la desaparición de nuestro adversario. La Creación sobrevivirá, ya ella ha visto cosas peores en el curso de las eras geológicas…la Creación sobrevivirá, el hombre…no lo sé…mientras tanto, hay que pescar…de algo hay que vivir…».

Esta cita de Shoendorffer, escritor, reportero y cineasta francés, proviene de su novela Le crabe-tambour y nace probablemente inspirada en sus años de marino por el mar del Norte, en tiempos de crecimiento de las pesquerías que poco después darían muestras de que no eran inagotables, tal como se aseguraba a principios del siglo pasado.

Son palabras proferidas con el tono fatalista de quien advierte que el desastre es ineluctable. Están escritas en clave de resignación, pero son expresión de la nueva realidad en aquellos años y, hoy podrían tener absoluta y actual vigencia: la FAO advierte que más de 20% de los stocks de peces del planeta están siendo sobrepescados.

Buena parte del genio humano se ha invertido en perfeccionar los medios para hacer la guerra. Nuestra guerra contra los peces también ha conocido de avances tan determinantes, que la tecnología nos garantiza el «triunfo» contra nuestros «enemigos».

La ingeniería naval, el desarrollo de los artes de pesca y los avances en la electrónica aplicada a la detección de presas, nos han asegurado la «victoria»: hemos sido testigos del colapso de las pesquerías del bacalao canadiense y de la anchoveta peruana; del desplome de las capturas en el Mediterráneo, de la merluza argentina, de la sardina de Portugal…en fin…no hay dudas de que estamos ganando guerra tras guerra.

Mucho más cerca, en nuestros propios campos de batalla, con armamentos menos sofisticados (redes artesanales de arrastre costanero; mandingas y máquinas de argolla) y con ejércitos cada vez más grandes (40.000 unidades pesqueras… 4 veces más que hace un par de décadas), nuestros «contrincantes» ya dan muestras de rendirse: caída de la biomasa sardinera y de su extracción en más de 50% y disminución de las capturas totales anuales en la misma proporción, con respecto al promedio de los años iniciales del siglo.

Atrapados en su contumacia bélica, según la cual la biología, la economía y la ecología son asimilables a las artes militares, nuestros comandantes (los ministros de pesca han sido, muchos de ellos, vicealmirantes y almirantes), responsables del sector, no reparan en que la ciencia y la gestión pesqueras deben referenciarse mutuamente para asegurar la paz de la sostenibilidad.

Así, mientras estamos «ganando» esta guerra, hemos estamos perdiendo otras: la guerra contra la inflación, la guerra contra el hambre y la desnutrición, sobre todo la infantil, que hará que los niños de hoy, soldados del futuro en la lucha por una vida digna, ya la tengan prácticamente perdida; la guerra contra la destrucción de la infraestructura universitaria y educativa en general; la guerra contra la desinstitucionalización del país… esas guerras que sí hemos debido ganar.

Ambiente: Situación y retos es coordinado por Pablo Kaplún Hirsz

 

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