Empieza un nuevo año y una nueva década, y es en esta época que muchos de nosotros nos proponemos cambiar los «malos hábitos» y, probablemente, perder unos cuantos kilos.
Y, como siempre, hay una gran variedad de dietas recomendadas para lograr esa aspiración de tener un cuerpo más esbelto.
Pero no todas son aconsejables, por más que prometan milagros.
De hecho, probablemente en algunos años nos parezcan tan absurdas como algunas de las que han estado de moda en el pasado.
Aunque también hubo algunas que han sido reivindicadas, a pesar de que en su momento fueron desestimadas.
Descubre cuáles, con la ayuda del doctor Michael Mosley, galardonado escritor y presentador del programa de la BBC «Confía en mí, soy doctor», quien examina a continuación algunas de las más fascinantes dietas que han surgido a lo largo de la historia.
1. Ingerir una tenia
En el siglo XIX, surgieron informes de personas que ingirieron huevos de tenia. La idea detrás de este método de dieta menos que apetitosa era que la tenia eclosionada se comería la comida ingerida cuando llegaba al lugar en el que el parásito estaba alojado: el intestino de la persona, evitando que aumente de peso.
Michael dice…
¡Ciertamente es un enfoque inusual, y yo mismo lo puse a prueba hace unos años para una serie de la BBC!
En nombre de la ciencia, volé a Nairobi en Kenia y deliberadamente me infeste tragando tres cisticercos (la forma juvenil) de tenia.
Los dejé madurar dentro de mí durante unas seis semanas antes de tragarme una cámara en forma de pastilla, para que pudiéramos filmarlos in situ… es decir, en mi intestino.
A pesar de ser el anfitrión de tres tenias grandes, no perdí peso en absoluto, aunque uno de los expertos que ayudó a organizar el experimento señaló que, como yo sabía que las tenía adentro, quizás compensé inconscientemente su presencia comiendo más.
Después del experimento, tomé una píldora para matar a las tenias, pero no salió nada, así que solo puedo suponer que una vez que murieron, mi cuerpo los trató como si fueran alimentos y los digirió.
Un final irónico: los parásitos comidos fueron comidos por su huésped.
2. Fletcherismo
A principios del siglo XX, cansado de sufrir indigestión y obesidad, el estadounidense Horace Fletcher ideó una forma novedosa de mejorar la digestión y mantener su peso bajo.
La filosofía inicial que sustentaba la dieta no era del todo mala: tomarse su tiempo al comer, tener en cuenta lo que se come y solo comer cuando se tiene hambre.
Sin embargo, el principio principal del Fletcherismo que se puso de moda fue el de masticar cada bocado al menos 32 veces o hasta que se volviera líquido y sin sabor.
Michael dice…
No sorprende que Fletcher se hizo ampliamente conocido como ‘El Gran Masticador’ y fue denunciado como un completo charlatán.
Los críticos describieron su dieta como potencialmente responsable del «estreñimiento del tipo más grave». No obstante, ¿realmente eran tan desatinados sus métodos?
La idea de que solo debes comer cuando tienes hambre y tomarte tu tiempo para comer es acertada.
En el intestino delgado hay un grupo de células que reaccionan a los alimentos liberando una hormona llamada PYY. Es «la hormona de la saciedad», la que te dice que estás lleno.
Lo que pasa es que puede tomar hasta una hora para que los alimentos que te comiste pasen del estómago hasta estas células, y por es, si comes rápido, comerás más, pues no les das tiempo de avisarte.
Por otro lado, masticar mucho acelera la descomposición de los alimentos en el estómago, lo que significa que llega a los receptores PYY más rápido.
3. El vinagre vigorizante de Lord Byron
«Loco, malo y peligroso»: el poeta romántico cuya vida privada fue escandalosa tenía un método inusual para mantenerse en forma.
Abogaba por beber vinagre diariamente, así como remojar los alimentos en la sustancia ácida como una forma de estar en línea.
Sus admiradores comenzaron a copiar su costumbre con la esperanza de adquirir una tez pálida como la de Byron así como su esbelta figura.
Michael dice…
La fe de Byron en los beneficios de beber vinagre no era completamente descabellada.
En el programa «Confía en mí, soy doctor» hicimos un experimento en el que le pedimos a los voluntarios que comieran un par de roscas de pan, y al día siguiente comieran otro par después de beber una dosis diluida de vinagre de manzana.
Medimos lo que sucedió con sus niveles de azúcar en la sangre y resultó que el vinagre tuvo un gran impacto, reduciendo el aumento en los niveles de azúcar en la sangre en un 36%.
Eso probablemente se deba a que el ácido acético en el vinagre suprime la descomposición de los almidones, lo que significa que si lo consumes antes de una comida rica en carbohidratos, absorberás menos azúcar.
El vinagre es ácido, por lo que solo debe beberse diluido y en pequeñas cantidades o usarse con moderación en los alimentos.
4. Prolinn
Lanzado en la década de 1970, Prolinn era una bebida de menos de 400 calorías que prometía ayudar a perder peso. Durante un tiempo fue muy popular, con más de dos millones de personas probando la dieta, pero ¿funcionó?
Michael dice…
El osteópata Robert Linn lanzó la famosa «Dieta Última Oportunidad» en la década de 1970. Junto con su libro, también se podía comprar su milagrosa «dieta de proteínas líquidas», Prolinn. Una serie de celebridades respaldaron el producto, alegando que las personas que hacían dieta podrían perder hasta 4,5 kilos por semana.
Sin embargo, después del éxito inicial, la «Dieta de Última Oportunidad» comenzó a cumplir con lo que su nombre decía: hubo informes de muertes relacionadas llevaron a la FDA (la agencia de EE.UU. que regula los alimentos y medicamentos) a investigar.
Aunque en algunos casos, las personas que murieron sufrían de enfermedades cardíacas avanzadas, hubo evidencia de que en otros casos la dieta misma pudo haber sido la causante de un daño al corazón debido a la «desnutrición proteico-calórica».
La proteína de baja calidad en Prolinn provenía en gran parte del colágeno, obtenido de los tendones, ligamentos y piel de los animales, realzado con saborizantes artificiales.
5. Arsénico
Antes de conocer sus peligros como veneno, el arsénico se usaba de varias maneras, incluso como un cosmético y una ayuda para bajar de peso.
Las pastillas para adelgazar victorianas a menudo contenían una mezcla de ingredientes dudosos, incluido el arsénico, y las personas ignoraban por completo lo que tomaban.
Michael dice…
El arsénico tiene sus usos médicos, particularmente en el tratamiento del cáncer. En 2018, la FDA aprobó el uso de un compuesto de arsénico para el tratamiento de pacientes con leucemia promielocítica aguda.
Pero, ¿como una herramienta para bajar de peso?
Pues, en dosis bajas, el arsénico es un estimulante. Entonces, en teoría, una pizca de arsénico podría animarte, por lo que podrías volverte más activo, en cuyo caso podrías quemar algunas calorías adicionales.
El grave problema es que la línea entre la estimulación y la muerte es muy fina.
7. Ropa de goma
La moda puede llegar a ser tan peligrosa como la comida cuando se trata de elecciones de salud cuestionables del pasado.
A mediados del siglo XIX, el inventor estadounidense Charles Goodyear creó el proceso de vulcanización, que permitió el uso comercial del caucho.
A medida que este revolucionario material se producía en masa, los inventores intentaron sacar provecho de su éxito encontrando nuevas formas en que podría usarse, incluidas las prendas para perder peso.
Michael dice…
Una de las cosas que hicieron con el caucho fue producir corsés y bragas hechas de ese material; se pensaba que el caucho retendría la grasa mientras te hacía sudar y, por lo tanto, bajar de peso.
Desafortunadamente, lo que el material realmente hizo fue que la piel del usuario literalmente se rompiera, dejándola vulnerable a llagas e infecciones.
8. Jabón reductor de grasa
En la década de 1920, una compañía afirmó que había creado un jabón que podía «eliminar la grasa y los años» de su cuerpo.
El anuncio del jabón La-Mar decía que funcionaba como «magia» y que podía usarse en cualquier parte del cuerpo, desde la papada hasta los «tobillos desgarbados».
Otras compañías pronto empezaron a crear sus propios jabones para combatir la grasa, incluido el Jabón Reductor de Carne del Dr. Paul Bouchaud, que afirmaba absorber los tejidos grasos de cualquier parte del cuerpo, haciendo «innecesario el uso de drogas peligrosas, dietas, paquetes de vapor o ejercicios».
Michael dice…
Absolutamente absurdo, obviamente.
9. La dieta de un solo huevo
En 1558, el comerciante veneciano Luigi Cornaro publicó el primero de sus discursos sobre vivir una vida larga y saludable, titulado «El arte de vivir mucho».
Cornaro había vivido una vida de exceso pero tras sufrir agotamiento y problemas de salud lo animaron a cambiar.
Limitó su dieta a 340 gramos de alimentos al día (pan, yemas de huevo, carne y sopa), así como a una generosa ración de media botella de vino por día.
Más tarde redujo su consumo de alimentos a solo un huevo al día.
Hay un debate sobre la edad que tenía Cornaro a su muerte, pero se cree vivió entre 98 y 102 años.
Michael dice…
La restricción calórica a largo plazo es lo único que se ha demostrado que extiende la vida sana en cada especie animal en la que se ha probado.
Para obtener los beneficios que se ven en los roedores, habría que reducir el consumo a alrededor de 1.500 calorías por día.
Dicho esto, tienen que ser calorías saludables llenas de nutrientes.
A menos que Cornaro estuviera enormemente gordo cuando empezó a comer sólo un huevo al día, no es posible que pudiera sobrevivir por mucho tiempo con esa dieta.
10. La dieta de la bella durmiente
Referenciado por primera vez en la década de 1960, el principio principal del régimen de «la Bella Durmiente» era que si estás durmiendo, no estás comiendo.
El problema históricamente ha sido que los ardientes seguidores del mantra se han valido de pastillas para dormir, alcohol y sedantes para garantizar que permanecerán dormidos, a veces hasta por 20 horas al día.
Elvis Presley era un fanático de la «dieta», tanto que una vez se sometió a un coma inducido médicamente durante unos días para evitar la tentación de comer.
Michael dice…
Entiendo la lógica de esto, pero no puedo imaginar de ninguna manera que puedas mantener a las personas inconscientes sin causarles daños graves.
Además, imagino que la gente se despertaría tremendamente hambrienta.
Presley murió con mucho sobrepeso, así que su experiencia no respalda este método de pérdida de peso.
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