A veces una cintura que crece se considera el precio de envejecer, ya que es normal en el caso de las mujeres sufrir un aumento en la grasa abdominal luego de llegar a la menopausia.
Las investigaciones demuestran que la grasa del vientre también conlleva serios riesgos para la salud, pero no hay que olvidar que las amenazas que representa la grasa abdominal se pueden reducir.
El peso está determinado, en gran medida, por tres factores principales: cuántas calorías se consumen durante el día, cuántas calorías se queman con el ejercicio diario y la edad. Si una persona come demasiado y hace muy poco ejercicio, es probable que tenga exceso de peso, incluida la grasa del vientre.
Además, la masa muscular podría disminuir ligeramente con la edad mientras que la grasa aumenta. La pérdida de masa muscular también disminuye la velocidad a la que el cuerpo utiliza las calorías, lo que puede hacer más difícil mantener un peso saludable.
Por qué la grasa abdominal no es solo superficial
El problema con la grasa del vientre es que no se limita a la capa extra de relleno que se encuentra justo debajo de la piel. También comprende grasa visceral, que se halla en el interior del abdomen, alrededor de los órganos internos.
Aunque la grasa subcutánea implica problemas estéticos, la grasa visceral está relacionada con problemas de salud mucho más peligrosos, entre ellos, las cardiopatías, diabetes tipo II, presión arterial alta, colesterol anormal o problemas respiratorios.
Las investigaciones asocian, asimismo, la grasa del vientre con un mayor riesgo de muerte prematura, independientemente del peso total. De hecho, algunos estudios han determinado que incluso cuando se consideraba que las mujeres tenían un peso normal basado en las mediciones estándar del índice de masa corporal (IMC), una cintura grande aumentaba el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular.
Para combatir la situación se debe:
1. Seguir una dieta saludable basada en los alimentos como frutas, verduras y cereales integrales. También se deben elegir fuentes magras de proteínas y productos lácteos con bajo contenido de grasa. Limitar el azúcar añadida y las grasas saturadas que se encuentran en la carne y en los productos lácteos con alto contenido graso, como el queso y la mantequilla.
2. Reemplazar las bebidas azucaradas con agua o bebidas con edulcorante.
3. Mantener bajo control el tamaño de las porciones. Incluso cuando se están tomando decisiones saludables, las calorías se acumulan. En casa se debe reducir el tamaño de las porciones.
4. Incorporar la actividad física a la rutina diaria. Se recomienda actividad aeróbica moderada, como caminar a paso ligero, al menos 150 minutos a la semana o actividad aeróbica vigorosa, como correr, al menos, 75 minutos a la semana.
Se recomiendan, a su vez, los ejercicios de entrenamiento de fuerza al menos dos veces por semana. Para perder el exceso de grasa y evitar que regrese, se debe tratar de perder peso de manera lenta y constante.
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