Delia Fiallo, a finales de 1989, supo que sería la perfecta Kassandra de su historia. Más de tres décadas después, el mundo entero entendería por qué esta valenciana aún es considerada «la novia de Latinoamérica». Estados Unidos tuvo a Julia Roberts, México a Edith González y Venezuela a Coraima Torres.
El recuerdo de aquella adolescente que, según su hermana Olga, había nacido con una estrella, está siempre presente. Hoy, con 50 años cumplidos el 6 de junio y una separación a cuestas, vive en Colombia, es madre de Nico Montero y padece una enfermedad impredecible que le arranca gritos y tatúa dolores en su cuerpo. La inolvidable gitana, protagonista de más de una treintena de novelas y seriados, está de vuelta en el país del que pareciera nunca haberse ido.
A través de la gran pantalla, los venezolanos seguirán disfrutando de su pasión: darle vida a personajes que signifiquen algo para ella, como Mariana, pequeño rol que interpreta en su regreso al cine con Amor al aire, y que, a pesar de no ser un acostumbrado rol protagónico, sirvió para despertar en ella sentimientos que creía dormidos.
Con un deseo firme de hacer más teatro, de darle vida a más mujeres reales, haciéndose a la idea de que -aun a su edad- la vida profesional cambia aunque incomode, en completa aceptación de ese hecho y en paz consigo y los suyos, Coraima Torres aún tiene mucho que decir. Da gracias, mientras puede, por tener una voz que le permite contarlo.
De fibromialgia, corazones rotos y paz
En 2019, vivió un angustiante momento al confesar que tenía tres tumores además de un antecedente familiar de cáncer. Para ese entonces, se sometió a chequeos médicos cada seis meses a pesar de que la biopsia arrojó que se trataba de masas benignas en su mama. Pero no sería su único susto. «2022 fue devastador para mí, cuando me diagnosticaron fibromialgia, no entendí nada», cuenta.
Científicamente hablando, expertos la describen como una afección que causa dolor en todo el cuerpo, conocida como dolor generalizado, que incluye problemas para dormir, fatiga y con frecuencia aflicción emocional y mental. «Después de padecerla y conocerla un poco más, ya sé cuáles factores me la detonan. Es una enfermedad muy extraña, hay que leerla poco a poco; lo que sí es cierto es que son dolores imposibles de aguantar», describe. «¿Esto existe, es cierto? ¿Es normal? Siempre me lo pregunto, pero estoy mejor. Mucho mejor. Es porque le estoy metiendo cabeza para decantar la situación», señala.
Al final del día, según ella, debía caer en cuenta de la cantidad de llamados que le hacía su cuerpo. Le daba alertas que no quiso escuchar y eso le pasó factura. «Gajes de la edad», dice.
“Pero voy poco a poco, haciendo ejercicios, comiendo mejor, meditando, respirando y, lo más importante, agradeciendo”
Porque su corazón también sufrió en el proceso. Se casó en 1996, siendo aún muy joven, con el único amor de su vida, el actor colombiano de teatro y televisión, Nicolás Montero, quien es el actual Secretario de Cultura, Recreación y Deporte de la ciudad de Bogotá, donde ella reside. Enfatiza que está tranquila, en paz, pues era algo de esperarse. «Debía pasar y lo reafirmo siempre que puedo. Nada es eterno, aunque eso no signifique que hayamos dejado de respetarnos o querernos». Está segura de que tomó la mejor decisión para ella y para la gente que quiere. «Eso también hace un gran peso: ser responsable de lo que digas o hagas».
Aclara, a su vez, que hay dolores que la han sobrepasado, hay situaciones que la han sorprendido. «Es una vorágine, pero debemos pensar y entender que, lo que hay, es lo que es. Sea bueno, malo o regular, esto es lo que hay y con eso lidio… Y me siento bien. O trato de estarlo».
Un Amor en el aire que no estaba buscando
Estar en comunión con su presente, sin dejarse atrapar por el pasado y de llevar por el futuro, le ha permitido decirle sí a experiencias como un muy necesitado descanso acompañado de un inesperado regreso al cine nacional.
«Solo me dijeron que se trataba de un director venezolano y no necesité más. Acepté. No pregunté, ni dudé o asumí, solo acepté», dijo. «A pesar de ser un personaje pequeñito, era totalmente diferente y, además, género comedia. ¡Un reto!».
Por su parte, el cineasta venezolano Carlos Daniel Malavé, también director de One Way, filme protagonizado por Daniela Alvarado, solo pensó en Torres para ese personaje. La película se estrenó el 17 de agosto y, en esta ocasión, el realizador quiso abarcar otros mercados, buscando una universalidad que amplíe su audiencia.
Coraima, entonces, se volcó en ser la mejor Mariana para Amor en el aire. Una expareja del protagonista, su colega y amigo Jean Paul Leroux, con el que compartió mucho más que una interpretación. «Podría decirse que fue una especie de alter ego», resume. «Mariana estaba dos puntos por encima de la línea en cuanto a lo actoral. Es de esas mujeres que viven siendo sobreactuadas y eso me enamoró. Me rendí completamente», expresa. Caminar por el mundo tres tonos más arriba de lo normal es un estilo de vida y Mariana, según Torres, lo tiene para regalar.
«Tenía que hacerlo. Debía. Necesitaba algo ligero, alejado del drama que me caracteriza en cada papel que desempeño», señala. Salió, entonces, de su zona de confort y terminó ganando a pesar de no interpretar el rol estelar.
«Entiendan algo: tengo que asumir que ya no puedo ser LA protagonista. No a menos que se requieran mujeres maduras en el papel», dice. «En este filme se necesitaba a alguien mucho más joven y esa es la realidad. La tengo clarísima y, ojo, no tengo problema con eso porque estoy orgullosa de quien soy y lo que represento», asegura.
Hoy le importa dejar huellas. «Quiero que mis papeles aporten algo en alguien más, además de lo que me aportan a mí. Quiero hacer personajes que, dentro de mi edad o de mi rango, digan, hagan, comuniquen, visibilicen cosas», subraya.
Esa es una de las razones por las que se siente tan emocionada de volver al país en la pantalla grande: tener oportunidades. «Es abrumador ver lo que está pasando, saber que se están haciendo cosas de nuevo en Venezuela; de ver a la gente estando en esos pasillos, produciendo cosas, viviendo cosas… Porque, además, nos lo merecemos».
Estando en Colombia durante las grabaciones de Amor en el aire, recordó lo que era sentirse como en casa gracias al equipo de técnicos, directores, y actores que estuvieron con ella. «Teníamos un lenguaje, nuestra esencia, nuestro sello y eso es algo enriquecedor. Éramos como híbridos de lo que somos y lo que hemos aprendido porque nos ha tocado; es la alianza y la unión más especial porque la estamos haciendo a través del arte; de contar historias», recuerda.
«Los venezolanos estuvimos siempre presentes y saber que ahora no solamente se están recuperando los medios y las formas, sino que también viene una generación de relevo que va a tener un asidero, es importante», añade.
Coraima Torres, sin límites
«Kassandra deberían remasterizarla y transmitirla de nuevo», «¿cómo una persona puede llegar a impactar al mundo con sus personajes y revivir en nosotros tantos recuerdos y sentimientos trascendentales en nuestras vidas?»,»nunca quise ser como Barbie, pero sí como Coraima…». Las redes sociales se hunden en comentarios hacia la actriz venezolana. Torres sigue despertando bonitos sentimientos en el consciente e inconsciente colectivo. ¿A qué se debe?
«No sé cómo decírtelo», dice. Llora y trata de coordinar palabras. «Me pongo sensible, ¿sabes? Haber formado parte de un proyecto que nos haga sentir esa Venezuela que pudo, que aún puede, lo es todo. Trabajé en un proyecto que fue el retrato de un país donde sucedían cosas… Soy de donde vengo y eso no me lo quita nadie», señala. «Cuando me doy cuenta de todo lo que hicimos, formamos, a dónde llegamos con esa historia de amor, me llena de emoción, porque no es solo lo que sienten los demás sino lo que yo siento al ser reflejo de eso».
Con un currículo de su calibre, pensarían muchos que lo ha conseguido todo. Pero nada más alejado de la realidad. «Me falta hacer de todo». «Claro que me siento contenta, orgullosa y agradecida por todas las oportunidades que he tenido».
“Pero aún me faltan cosas por hacer como mujeres. Grandes mujeres”
Coraima Torres se refiere a mujeres de hoy. «Mujeres que a mi edad lidian con grandes batallas: maternidad, salud mental, el mundo laboral. Mujeres que luchan, que hacen cosas, que se manifiestan», expresa.
¿Cómo se define hoy? ¿Qué la inspira? «Soy mujer. Así de simple. En todo el sentido de la palabra», señala. «Con contradicciones, que lucha, ama, es mamá, amiga, hermana. Una mujer venezolana».
No visita el país desde hace 10 años. «Salí porque quería probar cosas nuevas, evolucionar, pero nunca me fui realmente porque todos los 31 de diciembre me podías encontrar en mi casa, en Valencia, comiendo hallacas (el sabor y la experiencia que más extraña hasta la fecha)». Señala, no obstante, que no ha regresado porque la situación país no se lo permitía y tampoco tiene pasaporte. «Tengo familia en todos lados del mundo y el punto de encuentro siempre fue Venezuela, pero ahora, los pocos que quedan en Valencia, lo único que se plantean es salir de allí cuando nos reencontramos».
Eso, sin embargo, no significa que deje de pensar en las playas, sus favoritas. «Chichiriviche, Morrocoy… La arena, el sol, la brisa. Todo lo tengo mentalmente intacto porque es lo que más añoro de pisar Venezuela. En Colombia, a pesar de que me encanta, no están mis cayos ni mi mar».
Con todos los cambios que están ocurriendo en el país, no descarta regresar y hacer televisión. Sin embargo, mientras eso ocurre, se mantiene tranquila, descansando. «Tengo un proceso mayor de compromiso con la pantalla chica que en el teatro o el cine. En este momento, un proyecto que requiera 24/7 de mí, es inmanejable. No podría. A lo mejor mañana sí, pero ahora no». Eso mismo se lo atribuye a proyectos internacionales: «Tuve la oportunidad de hacer algo con un personaje fantástico, pero no se terminó concretando y entendí que a lo mejor no es el momento. Ojalá se me puedan presentar cosas pequeñas en las que tenga claro dónde empieza todo y también dónde está la fecha de expiración«.
Por lo que queda de 2023, no está comprometida laboralmente. «Pero me siento bien con ello«.
Coraima Torres afirma que se siente más cerca que nunca de sus fanáticos, quienes la inspiran. Todo gracias a las redes sociales. «Me conecto con muchas personas que están en cualquier parte del mundo, y eso rompe la cuarta pared que no había roto antes ni desde el teatro, la TV o el cine. Las redes me han creado una relación de cercanía con el público que no me había pasado antes«.
Han sido una enseñanza, añade. «Yo era súper renuente porque además las veía alejadas de mí. Pero hoy por hoy, siento una relación estrecha con todas. Lo que hablo a través de ellas, es completamente sincero. Soy yo, pero en digital. Y cada vez siento que tengo un nexo mayor con quienes me siguen. No puedo quedarles mal», enfatiza.
Cuando habla a través de la web, como lo haría cara a cara, se libera. Le mete tiempo, alma y corazón, recalca, y esa es la única fórmula infalible que ha encontrado en su vida para seguir vigente, siempre.
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