Si Ricardo Arjona pudiese dedicarle «Señora de las cuatro décadas» a alguien, Daniela Alvarado, con sus cuarenta y tantos encima, le rendiría tributo al tema. Si de mirada volcánica, pisadas de fuego y dejar huellas indelebles por el camino de la vida se trata, ella ha sabido cómo hacerlo casi desde que nació.
La mañana del viernes 9 de septiembre se pintó algo agitada para la actriz. Maniobrar entre sus deberes como esposa, hija, amiga, creadora de contenido en redes sociales y protagonista de una película que llega a las salas hoy, era algo a lo que no se enfrentaba desde hace tiempo. Y se siente bien.
Daniela Alvarado está de regreso a la gran pantalla con One Way, película dirigida por Carlos Daniel Malavé. Luego de significativas y traumáticas pérdidas, una operación gástrica que le valió muchas críticas, un matrimonio que aún sigue de luna de miel y un trabajo en redes al que nunca se acostumbró pero que la encaminó –con una nueva visión– en lo que hoy sigue rigiendo su vida: la actuación.
Danielita, no more
«No voy a hablar de mi hermano», fue lo primero que dijo al sentarse mientras se acomodaba el micrófono de bolsillo que daría inicio a la conversación. «Puedes preguntarme y hablar de lo que sea, pero no de Carlos Daniel. Ese es mi único no rotundo en las entrevistas», señaló sin una pizca de humor, pero asomando una sonrisa cómplice, serena. «Aprender a decir que no se ha convertido en un mantra para mí desde hace algunos años», añadió.
La mujer que fue hace 4 o 5 años atrás dista muchísimo de la que está en frente de las cámaras hoy día, no solo a nivel físico sino emocional y espiritual.
«Soy otra gracias a la repentina muerte de mi hermano mayor. Ese fue el primer puñetazo que recibí en el ring», relató. «Es muy raro de entender, sobre todo cuando te quedan asuntos pendientes. De esos me quedaron muchos con él y fue a través del luto que a juro tuve que hacer paz con mi proceso y sanar un sinfín de vivencias», prosiguió como si de un prólogo hacia su nueva vida se tratase.
«Él allá y yo aquí, juntos a la distancia, saldamos todo lo que estaba pendiente y a raíz de eso comencé a ver las cosas de manera distinta en mi vida», destacó.
Danielita Alvarado, la niña prodigio de la actuación; la hija dorada de Carmen Julia Álvarez y Daniel Alvarado; la novia de Venezuela, dejó de ser una hipérbole para todos, incluso para ella misma, y se convirtió en un ser humano. Por primera vez.
«Las cosas me afectan de una manera distinta, mis reacciones son completamente diferentes, pero, ¿sabes qué es lo que me gusta más de este cambio?», señaló abriendo los ojos y suspirando. «Me gusta saber que todavía no he perdido la capacidad de asombro ante la vida. Eso es algo que estoy sabiendo cómo atesorar. Despertarte y decirle ¡guao!, es un sentimiento increíble», apuntó.
“Con la pérdida de mi hermano, entendí que somos un ratico y que tenemos que saber cómo aprovecharlo para que realmente valga la pena”.
Una operación exitosa; un papá fallecido
Daniela se sometió, por temas netamente de salud, a una cirugía bariátrica en el año 2019. Fue un giro drástico en su vida y en su relación con la comida, pero no por la pérdida de peso esencialmente.
«El primer año y medio no le pertenecía a nadie. Después de la operación le pertenecí a mi estómago; a la cirugía. Sin embargo, en el camino, comencé a verme de manera distinta», recordó. «Comencé a apreciarme, quererme y aceptarme un poco más. Entendí lo que es lidiar con una realidad de lo que realmente soy: un ser humano normal», resaltó.
Con esta nueva Daniela, su vida se llenó de detractores, más de los que venían acumulándose tras años de historias, cuentos, chismes, y demás. «¡Ufff!», exclamó soltando un silbido. «¡¿Capacidad de asombro, ves?! La lista es interminable cuando aprendes a decir que no y a quererte en el proceso, en la vida y ante cualquier circunstancia», señaló.
Y justo cuando todo parecía ir encajando con su nueva vida, otra gran pérdida tocó su puerta y la hizo tambalear como nunca: su padre falleció repentinamente.
«¿Qué creo que diría el gran Daniel Alvarado de esta versión 2.0 de su hija?», se repreguntó. Cerrando los ojos, respirando profundo y soltando una sonora carcajada replicó que «estaría así (abriendo la boca unos 5 segundos). Sin palabras», comentó. «Se sentiría muy orgulloso, ¿sabes? De lo transitado y aprendido. Sobre todo, porque mi papá me respetó mucho», añadió. «No sé si era respeto per se o un poco de miedo; pero era algo digno de respetarse entre ambos».
Lo extraña y mucho. Bastante más de lo que su mismo inconsciente quisiera admitir. Sobre todo, los enfrentamientos que tenían regularmente por la cantidad de groserías que salían de su boca. «La culpa es de nuestra gran y ruidosa familia maracucha; para nada discreta y súper expresiva. Yo siempre he sido muy mal hablada y me la pasaba contestándole, pero jamás nos faltamos el respeto. Él confiaba en mis decisiones. Me entendía. Él era el mejor limón que la vida le exprimió a mi limonada. Me leía a la perfección. Como buen zorro viejo, sabía cómo me sentía con solo verme. Lo extraño mucho, pero no me hace falta porque él está siempre conmigo. Aquí», dijo mientras se señalaba el corazón con un dedo.
La pandemia y la reinvención que nunca buscó
Reinventarse en medio de la paralización que vivió el planeta fue lo más difícil para ella. Daniela Alvarado había perdido su trabajo por el covid-19 y se sentía desanimada, molesta y contrariada. «¿Cómo salimos de esta?», se preguntó mil y un veces estando encerrada y en pijamas. Esperando.
«La gente no me entiende cuando yo digo estas cosas, pero es horrible ese proceso de reinventarse», confesó. «Es fastidiosísimo volver a empezar. Da exasperación y lo haces con rabia porque no te queda de otra», manifestó. «Pero… tienes una familia, una vida; tienes que comer», rescató.
Y así nació Daniela Alvarado, la influencer: con más de 4.7 millones de seguidores en Instagram y 750.000 seguidores en Twitter.
«Es un universo rarísimo. Lastima mucho el alma», indicó. «La actriz y la de las redes son la antítesis. Es una cruz pantagruélica llenarse de comentarios, likes, no likes», apuntó. «¿Sabes qué me genera una angustia enorme? La cantidad de suicidios que hay por ese tipo de comportamientos a través de las redes. Me preocupa porque no es algo que, según yo, está atendido pero forma parte del proceso. Cuando te expones, según decía una actriz súper famosa de Hollywood, le entregas una parte de ti al diablo. Yo concuerdo con eso. Es terrible, pero en cierta forma es la verdad más pura y absoluta que puedo decirte hoy día», recalcó. «¿El sacrificio vale la pena? No soy yo quien tiene la respuesta», dijo.
Opinar o no, esa es la cuestión
Daniela Alvarado tiene claro que no puede complacer a todo el mundo, porque siempre habrá alguien al que no le guste el más mínimo detalle de su vida, su ropa, pareja, entre otros. Pero debe coexistir, además, con los que se sienten con el derecho de decirle cualquier cosa, porque «si tú lo pusiste, yo puedo opinar». Eso, cree, es muy peligroso.
«En mi caso, no opino de nada ni de nadie en público. No me interesa la controversia. Tampoco ando por ahí hablando de mi gremio; eso sería peor. No me compete, no me toca. Es maleducado», subrayó.
«¿Caerle bien a todo el mundo? ¡No por favor! Lo veo atípico; sería demasiado raro y tampoco es algo que deseo», enfatizó. «Agradezco enormemente la posición en la que estoy porque reconozco que he tenido mucha suerte en mi vida y mi carrera, sobre todo por ser hija de quien soy, pero hasta ahí».
Vivir de las redes, para Daniela Alvarado, es muy rudo porque muchas veces no es lo que ella quiere hacer. No es lo que sale del corazón. «Lo haces porque tienes que poner comida en la mesa y hay cuentas por pagar. Además, tienes un mundo nuevo al que adaptarte que está cobrando una relevancia impresionante y si no te sumas, te quedas en el aparato».
Su ideal de vida no es estar conectada en Instagram 24/7. Eso es algo que la agita y agota. «A mí me gusta sentarme en mi casa y ver televisión. Soy bastante básica. Ahorita, por ejemplo, estoy viendo la repetición de Xica Da Silva por Televen y eso me tiene emocionada», recalcó.
Viralidad u honestidad
Ante esto, ¿Daniela se siente complacida con lo que ha mostrado hasta ahora? La respuesta es afirmativa puesto que es un reflejo de sí misma. Las alianzas obtenidas, compromisos atendidos, ser embajadora de alguna marca o simplemente recomendarlas, se ha convertido en un negocio para ella. Llegar a capitalizarlo ha sido posible solo gracias a que habla solo de lo que le gusta.
«Todo mi contenido en redes viene desde la honestidad. Me incomoda mucho no ser yo», advirtió. «Además, existe un tema muy importante detrás de todo esto: llevar un mensaje positivo –o hacer el intento– a las personas. Es una responsabilidad absoluta», aclaró. «Mi mensaje es hacerles entender, desde mi espacio, que no hay nada mejor que ser como eres; sin máscaras, maquillaje o poses. No puedes vivir a través de un filtro… Ojo, yo tengo 41 y los uso, claro que sí. Sería una hipócrita si digo lo contrario, pero no me identifico con ellos; no vivo por y para esa imagen», añadió.
«El amor propio es algo súper complicado de entender y conseguir. A los 15 o 20 años, ¿quién sabe de eso? No podemos hablar de lo que no conocemos. El amor propio llega cuando los trancazos han sido tantos que se convirtieron en suficientes», declaró. «Bueno, al menos esa fue mi experiencia».
¿Amor propio gracias a su matrimonio?
Arrojó un no rotundo. Aunque muchos –fuera de su entorno– se empecinen en inferir lo contrario.
«Está muy ligado, pero mi amor propio viene desde el día que yo decidió no dejarme maltratar más, ni física ni sicológicamente por nadie; el día que aprendí a decir no sin sentirme culpable, cuando entendí que la gente no me amaría más por decir sí o cuando asimilé que comprometerme en situaciones que no eran las mejores para mí por aceptación, no valía la pena. Ese día fui testigo de lo que me hace feliz», estableció.
Daniela Alvarado entendió que vale su peso en oro. Que es importante, productiva, inteligente, talentosa y valiente. Y ese día, José Manuel Suárez entró en escena. «Esa es la tipa con la que yo quiero estar», recordó lo que su actual esposo le dijo apenas ella cambió su mindset. «Cuando estuve clara conmigo y pude verlo, le di cabida a alguien que me había visto así desde el principio».
Lidiar con las expectativas
Daniela Alvarado: la mujer, esposa, hija, hermana, actriz… Madre.
«José Manuel y yo somos más sencillos que el cipote viejo», recalcó. «Además, somos muy divertidos. Por eso funcionamos tan bien. Seguimos de luna de miel, si se puede decir eso», comentó.
Sin embargo, no puede evitar sentirse agobiada la mayoría de las veces que piensa en su matrimonio. «Me siento presionada, ¿sabes? La gente, entiendo que, haciéndolo desde el amor, por supuesto, me pregunta mucho que pa’ cuando el carajito·, afirmó. «¡Seré mamá cuando tenga que serlo!».
Ser madre. Un tema que la agobia y la deprime porque no es que no lo han intentado sino que no se ha dado. «Seguimos practicando, cosa que me encanta claro, pero cuando pasa un mes y no lo logras, te entristece», subrayó. «Cuesta, cuesta mucho y es me ha deprimido un poco… Entonces, ¿pa’ cuándo? ¡Pa’ cuando pegue!, ¿Están apurados?», lanzó un gritico con humor.
«A veces me provoca meterles un solo mamonazo a los chismosos», reveló con sarcástico humor. Como pareja, dijo, les han dado muchas recomendaciones médicas, poses, días y fórmulas. «Pero lo que consigo es estresarme así que, calma pueblo. Igual lo sigo intentando y hay mucho amor en el proceso. «Yo también me quiero ver con un barrigón de aquí a Catia, pero bueno. Será en el momento perfecto», compartió.
Carlos Fraga dijo alguna vez que ya no está dispuesto a sacrificar su paz en estos momentos. Daniela Alvarado se identifica con esa premisa. «Estoy tan ocupada y tan concentrada en lo que realmente importa que el resto no existe», afirmó. «No me importa y no me gusta. ¿Crees que tengo tiempo o cabeza para pendejadas? ¡No lo tengo! Porque mañana estamos y pasado no», rescató. «Esa es una de las cosas que más me machaca José Manuel. Me dice: es que ni por mí. Tu felicidad es tuya, no mía. Todo parte de ahí».
Producir
Sigue siendo amante acérrima del teatro, aunque le gusten mucho el cine y la televisión, pero actualmente se siente atraída por la producción.
«Con el teatro, floto, me mata. ¿Dejar de hacerlo? No. Nunca. No lo suelto por nada. Después de que lo vives no hay vuelta atrás», dijo, pero poco a poco ha ido sucumbiendo ante la otra cara de la moneda: ser productora.
«No había caído en cuenta que como actores somos todos unos fastidiosos. Somos insoportables. Es muy divertido porque somos muy intensos: que si uno no fuma, que si otro es vegano, que si toman solo refrescos o solo agua, cero dulces o muchos azúcares; hay de todo», describió. «Es cansón, pero muy divertido. Lo veo y digo: yo soy así… ¿? Debo serlo porque estos seres son mi espejo. Yo soy muy relajada, pero tengo mis pataletas, sobre todo cuando estoy cansada», confesó.
Sin embargo, como productora maneja cosas interesantes. «Con Hamlet, por ejemplo, aprendí a hablar, negociar y explicar un proyecto. No hay nada más satisfactorio que poner a la gente a soñar contigo. Invitarlos a que vivan contigo la experiencia», estableció.
Daniela Alvarado y One Way
La película venezolana que llega hoy a las salas fue seleccionada para representar a Venezuela en la categoría Mejor Película Iberoamericana en la 37º edición de los Premios Goya 2023. El thriller psicológico ya fue galardonado en Viña del Mar por Mejor Post Producción y también fue selección oficial del Venezuela Film Hub que estuvo en el Marché Du Film de Cannes 2022
One Way está protagonizada por Daniela junto a Joaquín Malavé, José Manuel Suárez, Carmen Julia Álvarez y Carlos Arráiz.
La película cuenta la historia de Emiliana, una joven madre soltera y profesora universitaria que se ve sumida en una profunda depresión tras no poder comprar sus ansiolíticos debido a su situación económica. A pesar de que su hijo Santiago trata de darle ánimo, la ansiedad los encierra en casa. El filme plasma de forma conmovedora la realidad de esas madres venezolanas, luchadoras, que dan y hacen todo por sus hijos y que irremediablemente no escapan de la realidad del día a día.
«Este proyecto llegó a mí por Carlos hace unos 5 años. No fue muy específico, pero sí me dijo que quería hablar a fondo sobre la salud mental. Yo le dije que me avisara cuando estuviese lista. Pasó ese tiempo y, para él, el mejor momento de hacerla fue en pandemia», manifestó Alvarado.
Para el también guionista de la película, el primer contacto con la idea fue a través de una red social al leer el testimonio de una joven profesora que pasaba un momento difícil por todos los problemas que se viven en Venezuela. Luego, una experiencia familiar tocó a Malavé muy de cerca al no tener cómo atender -por una emergencia médica- a su hijo. De esas dos situaciones más el tema de la migración forzada que se vive en el país, surgió la necesidad de representar en un personaje el miedo que consume a algunos padres y el dolor de dejar absolutamente todo atrás para transitar un viaje sin retorno.
Ser Emiliana
«Cuando leí el guion, me conecté automáticamente. Lo visualicé, lo sentí; lo viví desde que entré en la descripción de los personajes», recordó. «Yo funciono así, lo llevo 2 pasos más adelante. Para mí era importante contar esta historia. Hablar de la salud mental desde el punto de vista de las pérdidas en todos los sentidos: económicas, humanas, emocionales. One way fue una catarsis personal; yo drené como nunca antes en mi vida», apuntó.
La primera vez que le tocó entrar en personaje fue una experiencia horrible, según recuerda. Le costó mucho salir del papel de Emiliana y así fue que entendió que ese personaje era un catalizador para su propio padecimiento.
«No tuve que hacer investigaciones previas sobre el tema ni mucho menos, porque yo padezco de ansiedad y depresión desde hace muchos años. La terapia es mi mejor amiga», afirmó. «Por eso fue que también me atreví a hacer cosas que no había hecho. Emiliana está muy clara; cuando la lees, está allí. Su trayecto está muy bien explicado; tú la sientes a la perfección. No es difícil identificarse con ella humanamente hablando. Emiliana somos todos», expresó.
Padeció de incontables ataques de pánico y ahogamiento, pero ninguno de ellos lo suficientemente fuerte como para hacerla dudar sobre su decisión de interpretar a Emiliana. «Entrar y salir es a veces lo más difícil, pero con la película pude entender cómo llegar a hacerlo simplemente porque yo viví muchas cosas a través del personaje».
«Este trayecto de One Way, lo conecté con algo muy personal, algo mío. Se sintió tan real, tan palpable que lo podría oler, tocar», describió. «Lo quise conectar con eso porque sabía que funcionaría. Ojo: no sé si lo volvería a hacer. No sé si esa sea la vía que aplicaría en una próxima oportunidad, pero si te preguntas por qué fue tan de verdad, es porque lo conecté con algo muy personal; algo que solo yo sé. Nadie más».
¿Eso es lo que convierte a Daniela Alvarado en la actriz que es hoy día? ¿Hay un método para eso? «Para nada. Todos los actores del mundo tienen una fórmula personal, una técnica. Y a cada quien le funciona lo suyo. Sin embargo, siempre tiene que haber humanidad en la interpretación. Tiene que haber un alma y un corazón que late, si no, no se obtendrán resultados», expresó.
«Puedes haber tenido la mejor escuela, transitado por las mejores universidades, tener títulos de los mejores talleres… Pero si hay algo ahí que no vibra, no va a pasar nada. Hacer a los personajes familiares o accesibles para quien te vaya a ver: ese es el reto. Tiene que moverse algo adentro».
Daniela Alvarado está rodando a película La chica del alquiler. Sigue produciendo y abriendo muchas oportunidades en el país porque talento es lo que sobra, cree. Seguirá haciendo crecer su imperio en las redes sociales y, mientras leen esto, estará quitando los rodapiés de su casa porque quiere remodelar sus espacios. No se va de Venezuela. «Si así fuese, solo sería por trabajo. De mi país no me saca nadie».
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