Una de las principales lecciones que hasta el momento ha dejado la pandemia es la relevancia de la agricultura. Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), lo tiene tan presente, que pide redoblar la apuesta por el sector con un énfasis especial a favor y no a expensas del medio ambiente; para ello las tecnologías digitales constituyen un factor de eficiencia para el uso de los recursos e insumos en este sector.
La digitalización de sectores productivos en América Latina es fundamental para mejorar la productividad mediante la inserción de las empresas en las cadenas globales de valor y más apoyo a las pequeñas y medianas empresas. Un ejemplo de lo anterior es la Estrategia para la transformación digital de los sectores productivos de América Latina ─realizada por CAF con una aplicación concreta a la cadena agroexportadora y logística en el Perú─, en la que se plantean líneas de acción para acelerar la digitalización de la cadena de valor. Con esta iniciativa se busca beneficiar a las empresas de la región gracias a mejoras de conectividad, programas de capacitación y financiación a la innovación, haciendo más competitivas a las zonas rurales y con un impacto directo en la reducción de la desigualdad.
Las Américas exportan una de cada tres toneladas en el mundo, pero el comercio intrarregional sólo alcanza a 14%, mientras que en Europa asciende a 60%. Este es uno de los mayores retos que destaca Otero en la siguiente entrevista, junto con la necesidad de impulsar un proceso de democratización en el sector, sobre todo incluyendo a los jóvenes y a las mujeres, para aprovechar las oportunidades que ofrecen las soluciones digitales para mejorar la productividad y competitividad de la agricultura en la región.
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–Pasó más de un año de pandemia, ¿cómo se ha visto golpeada la agricultura en la región?
–Hubo efectos sobre todo a nivel de los agricultores familiares en la provisión de insumos, en el funcionamiento de los circuitos cortos, en el abastecimiento de los mercados regionales, como no podía ser de otra manera. Pero la agricultura demostró que sus agricultores y los trabajadores rurales en general no saben hacer otra cosa que labrar la tierra y estar permanentemente pensando en producir. La rueda de la agricultura continuó funcionando, y se abastecieron en tiempo y forma los mercados internacionales. Es un sector resiliente, que pese a las adversidades sigue funcionando, sin desconocer que la seguridad alimentaria tuvo un retroceso, pero no es un problema atribuible a la dimensión productiva, sino a las otras dimensiones que hacen a la compleja ecuación de la seguridad alimentaria.
–Para impulsar más al sector, después de la pandemia, ¿qué escenarios vislumbra?
–En plena pandemia fue anunciada la convocatoria por parte de la ONU a la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios, que desde el IICA entendemos que deben ser sobre sistemas agroalimentarios, y respaldamos esa visión sistémica desde la producción al consumidor, pero entendemos que es preciso seguir apoyando las transformaciones que están ocurriendo reconociendo la centralidad de los productores agropecuarios, porque no puede haber producción de alimentos sin producción agropecuaria. También hay que destacar la importancia decisiva de la ciencia y la tecnología para aprovechar la nueva frontera del conocimiento, para tener mejores políticas y sobre todo para ahuyentar cualquier posible creación de barreras no arancelarias. Hay que redoblar la apuesta por la agricultura porque entendemos que la agricultura es parte de la solución, dado que es un sector estratégico.
–La tecnología, y especialmente la necesidad de una conectividad digital adecuada fue una de las grandes lecciones que trajo la pandemia, ¿qué desafíos se han identificado desde el IICA al respecto?
–Desde el IICA entendemos que estamos frente a unas herramientas tecnológicas de lo que se da en llamar la agricultura digital que pueden impulsar un proceso de democratización, sobre todo incluyendo a los jóvenes y a las mujeres, que son dos grupos totalmente rezagados y absolutamente necesarios para impulsar una nueva ruralidad, que tienen que tener un rostro humano y ahí vemos a la agricultura digital como un vehículo fundamental para impulsar las buenas prácticas agropecuarias. Con la agricultura digital tienen que ser replanteadas las estrategias tradicionales de extensión y surge la posibilidad de modelos novedosos de extensión rural basados en el uso de la telefonía celular. Obviamente hay otras herramientas, big data, inteligencia artificial, drones, y hay cuestiones pendientes, como avanzar en la conectividad digital. Otro gran desafío se da en materia de educación, de capacitación, para que los productores agropecuarios puedan hacer un uso adecuado de estas nuevas herramientas que ofrece la agricultura digital. Es necesario una fuerte articulación público privada, con participación también de las organizaciones de la sociedad civil para que podamos usufructuar a pleno estas oportunidades.
–Nos puede profundizar un poco más sobre la brecha digital de género en la región y cómo puede revertirse…
–Un reciente estudio realizado por la Universidad de Oxford con apoyo del IICA, el BID y el FIDA mostró que las mujeres rurales son el grupo menos conectado a las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la mayor parte de los países de América Latina y del Caribe. Tenemos que contribuir a revertir la desigualdad que enfrentan las mujeres rurales y facilitar acceso a la tecnología a quienes se dedican a la producción agrícola. Para eso necesitamos conformar coaliciones, organismos de financiamiento, de cooperación, sociedad civil, gobiernos y la academia, de modo de avanzar más rápido en la extensión de las oportunidades de empleo, de educación y de emprendedorismo a través de la digitalización.
–El comercio agropecuario en América Latina fue desafiado por la pandemia, ¿se han identificado desafíos? ¿Cómo reimpulsarlo?
–Las Américas constituyen una parte del mundo muy exitosa en cuanto a su participación y posicionamiento en el mercado internacional. Las Américas en su conjunto explican una de cada tres toneladas que son exportadas. Sabemos que el comercio internacional es fundamental porque es lo que tracciona y define las características de la seguridad alimentaria. Pero estamos en deuda es con el comercio intrarregional, en donde solamente 14% de lo que exportamos vuelve a nuestro hemisferio, en realidad a nuestro continente, en América Latina y el Caribe, y acá yo marco una diferencia siempre con Europa, en donde más del 60% de lo que comercializa es intrabloque. El comercio intrabloque es una asignatura pendiente y el IICA manifiesta su compromiso de avanzar en esta dirección.
–Si tuviese que mencionar una prioridad para impulsar el desarrollo rural en las Américas, cuál sería…
–Debemos avanzar más en internalizar la dimensión ambiental para que sea efectivamente una intensificación productiva sustentable. Tenemos que aumentar los niveles de productividad porque hay que aumentar la oferta de alimentos, pero no puede ser hecha a expensas del medio ambiente, sino que tiene que ser hecha a favor del medio ambiente. Y esto se logra con más tecnología, y por eso es tan importante contar con sistemas nacionales de ciencia y tecnología robustos, con agendas dinámicas para aprovechar todas las oportunidades que ofrece la nueva frontera del conocimiento.
Por Nicolás Abrew, ejecutivo principal de comunicación en CAF.
Visiones del Desarrollo es una sección promovida por CAF -banco de desarrollo de América Latina- que analiza los principales temas del desarrollo de la región. Los artículos que contiene se publican simultáneamente en los principales medios de América Latina.