Visitar Zagreb, la capital de Croacia, es revivir el esplendor del imperio austrohúngaro que dominó a Europa hasta la Primera Guerra Mundial. Muchas cosas recuerdan en Zagreb al emperador Francisco José y a su esposa, la encantadora Sissi, que encabezaron el gobierno más problemático del Viejo Continente y a quienes, a pesar de ello, la historia mira con mucha simpatía. A Zagreb, por lo mismo, la llaman la “pequeña Viena”.
Para entender un poco el problema balcánico y resumiéndolo, se puede decir que al final de la Gran Guerra surgieron en la región dos países: Checoslovaquia y Yugoslavia. Hacia 1990 ambos desaparecieron. El primero dio origen a la República Checa y a Eslovaquia y el segundo, en el cual gobernó desde la Segunda Guerra Mundial y hasta los setenta el mariscal Joseph Broz Tito, se escindió en seis repúblicas, en medio de tremendos conflictos étnicos y sociales y sangrientas guerras. Esas nuevas repúblicas son: Croacia, Serbia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Macedonia, que ahora pertenecen a la Unión Europea.
Croacia, hoy remanso de paz, ciencia, arte y belleza, vivió entre 1991 y 1995 la terrible guerra de independencia contra el Ejército Popular de Yugoslavia.
Ubicada entre los montes Medvednica y el río Sava, Zagreb se divide en dos zonas: Alta (Gornji Grad) y la Baja (Donji Grad). Queda solo una puerta en la muralla medieval del siglo XIII que unía las dos partes de la ciudad. En esta puerta de piedra, llamada Kamenita Vrata, los zagrebitas, la mayoría católicos, se detienen a rezarle a una estatua de la Virgen.
Monumentales. La iglesia de Sv Marko, San Marcos, data de 1242. La peculiaridad del templo son sus tejas esmaltadas, que recuerdan a la catedral de San Esteban de Viena. Las tejas representan los escudos de Croacia, Eslovenia, Zagreb y Dalmacia. Este templo, al igual que la catedral, roba miradas y fotografías de todos los visitantes.
San Esteban se llama la catedral, símbolo de la metrópoli y fundada en 1094 por el rey Ladislao de Hungría. A lo largo de la historia ha tenido varias transformaciones. Sus dos esbeltas torres barrocas se ven desde toda la ciudad. La miran desde la plaza tres imágenes de ángeles hechas de oro macizo. Su nombre en croata es Katedrala Marijina Uznesenja.
En una capilla especial conservan momificado el cadáver del cardenal Stepinac, asesinado brutalmente por los comunistas de Tito, que hicieron caso omiso de las protestas de la población. Los zagrebitas lo veneran como un santo. Al lado de la catedral y sobre la muralla, que servía para defender a la ciudad de los turcos, se encuentra la sede del Arzobispado. El conjunto de estos edificios y la plaza misma son monumentales.
Colecciones curiosas
La lista de los museos es larga y por ello a Zagreb la llaman “ciudad con alma”. Estos son algunos: Arte y Artesanías, Etnográfico, Arqueológico, Tecnología y de Arte Contemporáneo.
De entre los museos, dos se destacan por lo curioso. Uno es el de las Relaciones Rotas, institución que recibe objetos de todo el mundo con su respectiva historia. Matrimonios desbaratados, noviazgos rotos y amistades perdidas están allí representados con los más curiosos objetos: perfumes, cartas de amor y de desamor, anillos, muñecas, zapatos, botellas de vino, fotografías, casetes, postales, ropa interior, medias, cabellos, regalos, una plancha que sirvió para alistar el traje del novio y hasta velos de novia.
Y el otro, de nombre y contenido macabros, es el Museo Tortureum, en el que hay 70 instrumentos de tortura utilizados desde la Edad Media. Preside la colección la temida guillotina. Se puede tocar el potro que rompía coyunturas de brazos y piernas de las víctimas, o el péndulo sangriento (un hacha con filo de cuchilla de afeitar que con cada balanceo se acercaba a la víctima). Todos los objetos son originales.
Paradas obligadas
Frutas frescas, flores, pescado, vegetales, tubérculos, artículos de aseo, artesanías e incluso juguetes. Eso se encuentra todos los días en los mercados de la plaza de Dolac en la zona de Donji Grad. También puede hacer una parada en la pastelería Vincek o en Dinara, exquisita panadería. Los cafés de Zagreb no tienen nada que envidiar a los más famosos del mundo y de la historia, como los de la Viena de la época del imperio austrohúngaro.
Visita obligada en Zagreb es al célebre Hotel Esplanade, que era parada de los viajeros del Expreso de Oriente en la ruta París-Estambul. Durante la guerra lo ocupó la Gestapo y allí se vivieron historias de espionaje e intrigas entre alemanes y partisanos. Entre sus huéspedes se cuentan María Callas, Orson Welles, Charles Lindbergh, Josephine Baker, Elizabeth Taylor, Tina Turner, U2 y Cristiano Ronaldo. El edificio es una preciosidad de art déco.
Dos inventos croatas
En 1635, soldados croatas fueron a Francia apoyar a Luis XIII. Llevaban anudado al cuello un pañuelo que los franceses admiraron y que más adelante se convirtió en la corbata. Luis XIV la propagó por Europa. La palabra cravate (en francés) viene de Croacia, y el 18 de octubre se celebra en Croacia el Día Nacional de la Corbata.
En 1906, un ingeniero de Zagreb de nombre Slavoljub Penkala inventó un “lápiz mecánico” y un año después ideó la “pluma mecánica” con un depósito de tinta. Esa es la estilográfica que hoy conocemos.
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