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Turismo con sazón venezolana

La conexión entre gastronomía y viajes se pone de relieve al recorrer la geografía nacional y probar los platos típicos

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La geografía venezolana se presta para hacer recorridos por hermosos paisajes, experimentar la cotidianidad y las tradiciones, pero por sobre todo deleitarse con los sabores de cada región, que además representan décadas de integración de culturas.

La gastronomía venezolana sorprende a comensales con infinidad de recetas, variaciones y propuestas de platos típicos. Es un universo de opciones influenciadas por distintas castas, pero unidas todas bajo el tricolor nacional.

Aun cuando la tecnología ha reducido las horas en cocina, en comparación con las que pasaban nuestros ancestros, el alma de las recetas se mantiene y se expande ahora gracias al éxodo venezolano.

Si tiene la oportunidad de recorrer el país, manténgase atento y abierto a probar las siguientes delicias, mientras disfruta de paseos y circuitos para conocer los maravillosos escenarios venezolanos. Llegó la hora del turismo gastronómico.

Tortilla charera. Tenía razón el periodista cumanés don Ramón David León cuando declaró en su libro Geografía Gastronómica de Venezuela: “en las charas cumanesas se come más rico”. La tortilla charera fusiona lo salado, dulce y picante en un solo plato. Para su preparación son necesarios chorizos carupaneros, plátanos bien maduros, huevos y cebolla. Los plátanos preparados como tajadas se reservan en papel absorbente. De la tripa de los chorizos se sofríe el contenido junto a las cebollas con aliños. A las tajadas ya listas, se le agregan los huevos batidos con sal y pimienta y deja cocinando a fuego medio hasta que la consistencia le permita voltearla. Se concluye la cocción con el sartén tapado.

Lomito reina zuliana. Uno de los grandes placeres que ofrece el arte culinario es la magia de las fusiones, y los zulianos han sabido hallar ese perfecto equilibrio entre los ingredientes únicos de su tierra y los componentes usuales de otras mesas para darle su toque particular al lomo de res. Los medallones de lomito coronados con plátano maduro, y vestidos en salsa de papelón y vino nos señala el camino de la natural evolución gastronómica hasta esta reina zuliana. Su elaboración inicia marinando las piezas de lomito las cuales se envuelven con lonjas de tocineta. Aparte, se doran ligeramente largas tiras de plátanos maduros y firmes, que luego se colocan alrededor de la suculenta carne. En una sartén se prepara el almíbar que sella este ensamble con mantequilla, aceite de oliva y papelón rallado, antes de pasarlo al horno para su cocimiento. La mezcla restante se resume con vino tinto, queso crema y mantequilla para cubrir esta delicia.

Bollos indios. Se diferencian de los bollos pelones andinos por su envoltorio con hojas de repollo, su sencilla presentación y sabor único. Se usa arroz cocido, se prepara un guiso con carne molida, huevo sancochado y aliños. Las hojas de repollo se pasan por agua para blanquearlas y darles elasticidad y así rellenarlas con la mezcla. De ser necesario, cada hoja se asegura con un palillo. Estos bollos se sirven sofritos en el sartén u horneados con un poco de queso y la salsa de su preferencia.

Sapoara. En Ciudad Bolívar, cuando los ríos Orinoco y Caroní bajan su nivel es posible la pesca de este magnífico pez. Se prepara frito, asado u horneado, con tostones de plátano, ensalada o cualquier otro acompañante. El uso de pescado en la mesa, así como mariscos y moluscos abarca a casi todo el territorio nacional.Al prepararlo no se debe olvidar el ajo y la sal, ingredientes que resaltan las propiedades de su rica carne. Relleno también es una opción. La fama de este pez es tal que durante el mes de agosto se lleva a cabo la Feria del Orinoco o de la Sapoara.

Cafunga. Podría decirse que los fogones tienen memoria y la región central venezolana, tan influida por la cocina internacional, guarda en sus recuerdos un tesoro difícil de encontrar, que nos remonta al Barlovento de los sembradíos de plátano y cacao, las altas palmeras cargadas de coco y el dulzor del clavo de especia: la cafunga. Son bollos horneados o hervidos envueltos en hoja de cambur que se hacen a partir de una mezcla de titiaro, harina de trigo o puré de yuca, coco rallado y clavos de olor. La compañía ideal para este manjar son un queso salado y una taza de espeso chocolate mirandino o aragüeño.

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