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Santa Cruz acrecienta su valor

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Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, ha sido por años una ciudad de paso para turistas que van a las misiones jesuíticas de la Chiquitanía. Pero hoy, la llamada Ciudad de los Anillos, por su disposición concéntrica, tiene una creciente oferta de actividades que justifican quedarse: desde parques ecológicos hasta una movida escena gastronómica.

En el centro de Santa Cruz aún existen casas coloniales con patios interiores que conectan cada una de las habitaciones. Una de estas es especial: la Casa de Melchor Pinto, un destacado político y médico de Santa Cruz, que estudió en la Universidad de Chile y que tenía su consultorio allí mismo. Ahora es uno de los personajes más queridos de la ciudad, pues fue gracias a él que Santa Cruz pudo obtener los ingresos desde el gobierno central generados por la venta del petróleo, que le correspondía como región productora.

Desde su muerte en 1982, la casa estuvo abandonada, pero en 2016, su hija, Charito Pinto, inauguró un espacio cultural y una galería de arte. Cada espacio tiene nombres distintos, relacionados con la familia, y cada uno alberga exposiciones que se renuevan cada mes y medio. En la entrada de la casona está también el Café Patrimonio, que abrió hace dos meses y donde se puede probar café boliviano de La Paz, que es tostado a las afueras de Santa Cruz.

En una esquina de la plaza 24 de Septiembre, la principal de Santa Cruz, está la Catedral Basílica de San Lorenzo. Construida en 1624, fue luego remodelada cinco veces, hasta que en 1915 se inauguraron sus dos torres con campanarios, a los que hoy es posible ascender desde el museo, que abre al público los días martes, jueves y domingo. Desde allí la vista panorámica hacia el centro histórico es espectacular.

Ahora si el reto es disfrutar todos en familia, la opción es el bioparque y resort Güembé, ubicado a solo 15 minutos del barrio Equipetrol, en la zona del Urubó. En sus 24 hectáreas de extensión se pueden hacer muchas actividades: hay una zona de animales rescatados del tráfico y en rehabilitación, y un gran aviario con loros, guacamayos y tucanes. También existen dos áreas con piscinas construidas sobre rocas y con cascadas de agua y tres lagunas donde se puede hacer kayak.

Otra altermativa en la misma zona es el parque ecológico La Rinconada, que tiene piscinas con cascadas, un acuario con peces del Amazonas y plantas acuáticas como un enorme nenúfar Victoria Regia.

Entre cocteles. Para la vida nocturna en el centro de Santa Cruz, una alternativa es Duda Pop Pub. En sus paredes cuelgan desde raquetas de tenis de madera y cuadros de arte pop hasta retratos en blanco y negro, decoración que ha estado a cargo de uno de sus cinco socios, Alfredo Román, que es artista y arquitecto. En Duda tocan estilos de música variados, y los miércoles y viernes hay promociones en la carta de tragos. No olvide probar algún trago con singani, destilado de uva típico, similar al pisco.

Los mismos dueños de Duda tienen también el bar República, que abrió en 2012 en el edificio que alguna vez fue el Ministerio de Trabajo de Santa Cruz. Con un estilo diferente y más tranquilo, su carta tiene 28 platos variados, que van desde ensaladas y hamburguesas hasta carnes y pastas. Nuevamente, la estrella del lugar son los cocteles, como el Singanitos, preparado con base de singani, o uno de sus tragos nuevos, el Flor Andina, que lleva singani, licor de coca, jugo de naranja y jarabe de goma.

Platos típicos

La cocina “camba”, palabra que también identifica a los habitantes del departamento de Santa Cruz, se mantuvo por años en el olvido hasta la creación de Casa del Camba, el restaurante que en 1986 rescató y le dio valor a la gastronomía típica de la zona. Hoy cuenta con dos locales: uno en el sector de Urubó, en las afueras de la ciudad, y otro en el centro, ambos de estilo campestre. De hecho, todos los meseros visten trajes típicos cambas –camisa y pantalones blancos con sombrero de paja– y en la entrada de cada local hay una banda que toca música cruceña. Pero lo que más destaca es la comida, con 25 platos típicos como el majadito de charque, que es arroz con carne seca y plátano frito, o el picante de gallina. Otra opción es probar el chicharrón de cola de lagarto, que tiene una textura parecida a la yuca.

Uno de los restaurantes mejor catalogados por portales como Foursquare o TripAdvisor es Jardín de Asia, que llama la atención desde la entrada: el cielo del salón está pintado de negro, tiene luces que simulan las constelaciones del universo y tres ajakaís, que son construcciones donde viven tribus indígenas de la región de la Chiquitanía, usadas como separaciones. Aquí despliegan una mezcla de sabores asiáticos, andinos y amazónicos, y sus chefs trabajan en un laboratorio donde prueban nuevos platos y recetas, pero con una sola condición: todos los ingredientes son bolivianos.