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Un pueblo como de cuento

por Avatar

Dicen que las hadas solo existen si se cree en ellas. De ser así, su escondite preferido está probablemente en Giethoorn. Sus canales y 180 puentes de madera, antaño necesarios para mover al ganado, reciben ahora a miles de turistas.

Situado al borde de un parque natural a 120 kilómetros de Amsterdam, en este pueblo los canales trazan su cartografía, así que los carros solo pueden acceder hasta sus márgenes.

Existen dos Giethoorn. Uno está relacionado con su actividad turística, que se concentra en el centro entre las 9:00 am y las 5:30 pm. Los visitantes pasean despacio y en pequeños grupos con sus cámaras colgadas al cuello, mientras que los residentes, a pie o en bicicleta, los sortean con la pericia del que se sabe de memoria el camino a casa.

“Depende mucho de si estamos en temporada alta o baja. En verano empleamos hasta seis trabajadores”, dice Rudolf van Eeden, propietario de una tienda de cerámica y objetos de arte que lleva 35 años funcionando. En invierno, una o dos personas son suficientes para atender el negocio.

“Nosotros estamos en el centro y suele estar lleno de gente. Algunos han comprado una casa y cinco años después se han ido porque no lo aguantaban, pero el norte y el sur están menos explotados turísticamente. Allí se puede navegar mejor”, añade Van Eeden.

Las referencias de los locales al agua son continuas, pues muchas partes solo son accesibles con una embarcación. Las empresas que las alquilan se concentran en el canal que conecta el centro de Giethoorn con el mundo exterior. Sin embargo, en el interior del pueblo trabajan otras que ofrecen los mismos servicios por unos euros menos.

Algunas barcas disponen de un motor sencillo que cualquiera puede manejar, dando libertad al visitante para moverse por los canales. En ellos hay patos que se portan como si fueran los dueños del lugar, nadando de un lado al otro en busca del sol. Sus trayectorias solo cambian cuando un turista les tira al agua trozos de pan, haciendo que se lancen desesperados por el alimento.

Las rutas en bote más largas permiten dar un paseo por el parque natural de Weerribben-Wieden, un humedal natural formado por bosques y lagos en los que se ven aves de todo tipo, insectos y, si hay suerte, nutrias.

Otras rutas más cortas cubren el centro del pueblo, donde la circulación es fluida en temporada baja, pero en verano pueden formarse atascos. Las embarcaciones pasan por debajo de los pequeños puentes de madera, una de las señas de identidad de Giethoorn.