El dato no es menor: en Praia do Forte, a 57 kilómetros al norte de Salvador de Bahía, se encuentra el mayor punto de desove de las tortugas marinas en Brasil. Por eso es un lugar de alto valor ecológico, que han sabido cuidar: es difícil encontrar otras playas en este país (y en el mundo) que, después de crecer explosivamente, hayan podido mantener una forma de construcción relativamente ordenada y poco invasiva.
Hasta los años setenta, Praia do Forte –llamada así por un antiguo fuerte construido por los portugueses en el siglo XVI– era una simple caleta de pescadores donde funcionaba una gran hacienda de cocos. La propiedad –que en rigor abarcaba toda la playa– pertenecía a un empresario alemán radicado hace años aquí, Klaus Peters, quien un día se dio cuenta de que el lugar podía transformarse en un destino turístico. Así que a finales de esa década, jóvenes de Salvador –entre ellos, estudiantes de Oceanografía de la Universidad Federal de Bahía– comenzaron a llegar para acampar por el fin de semana en esta playa virgen que –sorpresa– estaba llena de tortugas marinas. La presencia de esta especie estaba tan extendida que la gente de la zona solía incluirlas en su dieta.
Los estudiantes le pidieron más datos al alemán sobre las tortugas y, entonces, en vez de venir solo a descansar, comenzaron a estudiarlas. Un pescador decidió arrendar una habitación en su casa para ellos. Y en 1985, el mismo Klaus construyó el primer gran hotel de la zona en su hacienda, el Ecoresort Praia do Forte, hoy llamado Tivoli Ecoresort. Entonces empezó definitivamente el auge del turismo.
La gente dejó de comerse las tortugas. Y en el lugar abrió la sede principal del Projeto Tamar, uno de los más importantes organismos conservacionistas de Brasil, dedicado a la protección de tortugas marinas y otras especies en peligro.
Todo esto hizo que Praia do Forte creciera, pero de manera bastante controlada. Por ley, aquí no se puede construir pegado al mar, para que no haya luces en la playa (y con eso las tortugas no se desorienten y puedan desovar tranquilas). Y el pueblo, si bien duplica sus habitantes en verano –de 4.000 a 8.000 personas–, luce bastante armonioso, con sus casas de poca altura metidas entre los árboles.
El Projeto Tamar es actualmente la gran atracción turística de Praia do Forte. Aquí se puede aprender todo sobre las tortugas marinas, verlas nadando pequeñitas en sus piscinas (además de apreciar otras especies como rayas y peces) e incluso observarlas mientras desovan y nacen las crías, siempre en compañía de los biólogos.
La temporada de desove va de septiembre a marzo. Un lugar perfecto para visitar con niños, donde además suele haber shows de música en vivo y diversas actividades artísticas y educativas.
Más información en Tamar.org.br
Por las ballenas. La historia es similar; el animal, diferente. En esta parte de la costa de Brasil, específicamente entre el llamado banco de Abrolhos, en el sur del estado de Bahía, y el estado de Espíritu Santo, un poco más al norte, se encuentra una de las principales áreas de reproducción de la ballena jorobada.
Una zona que a partir de 1986, cuando se prohibió la caza de ballenas, se ha ido repoblando. Por lo mismo, en 1988 se fundó el Projeto Baleia Jubarte, otro importante organismo conservacionista brasileño que inició sus estudios sistemáticos de esta especie en 2001, precisamente desde su base en Praia do Forte (web: BaleiaJubarte.org.br).
Según los registros, después de alimentarse en las islas Georgias del Sur, en la Antártica, entre julio y noviembre estas ballenas “brasileñas” regresan gorditas a reproducirse apasionadamente en las cálidas aguas del Atlántico. Si usted anda por aquí en esas fechas puede ver a esta especie en vivo y en directo.
El turismo de avistamiento de ballenas es otra de las actividades que impulsó el desarrollo de Praia do Forte, aunque siempre depende de las condiciones climáticas para navegar: esta zona es bastante ventosa. Por lo general, los paseos comienzan a las 9:00 am. Primero, el grupo hace una visita al Instituto Baleia Jubarte, museo que cuenta toda la historia de esta especie, tiene un gran esqueleto en la entrada e incluso unas sorprendentes reproducciones en tamaño real de ballenas jorobadas en el jardín. Los niños sin duda se sorprenderán.
Tras una charla a cargo de especialistas, hay que ir hasta el embarcadero del pueblo, subirse a una lancha y llegar al barco. Luego de media hora de navegación ya debieran estar observándose, con suerte, los primeros ejemplares dando saltos fuera del agua.
Pintoresco
El pueblo de Praia do Forte es muy pintoresco: el ícono es su fotogénica iglesia estilo portugués que está a orillas del mar, donde unas señoras con trajes bahianos se ponen –mañana, tarde y noche– para la foto con los turistas. También hay puestos de artesanía, kioscos donde venden agua de coco, bares con mesitas de plástico y botecitos flotando.
El movimiento se concentra a lo largo de la Alameda do Sol, la también pintoresca calle adoquinada repleta de tiendas, mercaditos y restaurantes. El lugar más famoso es el Bar do Souza, con banda para bailar los viernes y sábados. Para almorzar, el dato es Donana, que tiene platos típicos como moqueca de camarón o carne de sol (salada). Y, especialmente si anda con niños, hay que pasar por la Sorvetería 60 Sabores, la mejor del pueblo, donde venden helados artesanales de sabores regionales como cajú, cajá, mangaba, jaca, açaí, jenipapo, tapioca, coco verde y graviola, entre muchos otros.