La primera vez fue en España, en una pintoresca casita en Alicante. Después, llegó el turno de la encantadora Andalucía. Hacía dos años que venía viajando por Europa, probando distintas combinaciones de alojamiento para evitar que se esfumaran sus pocos ahorros: desde couchsurfing hasta hostels y hoteles más o menos accesibles, casas de amigos, casas de amigos de un amigo, alquileres temporarios.
“Así estuve un par de años. En el camino gasté mucho dinero y perdí muchísimo tiempo aprendiendo cuál era la mejor manera de vivir de viaje. Fue un proceso de prueba y error que duró más de dos años”, recuerda Magalí Vidoz, una experta viajera que ahora, cinco años después de haber emprendido la aventura ininterrumpida de viajar por el mundo, puede decir que encontró la fórmula perfecta (al menos para ella y su novio, Exequiel Guerra): cuidar las mascotas de las casas que quedan vacías cuando sus dueños viajan por trabajo o se van de vacaciones.
El house sitting es una de las tantas alternativas de alojamiento gratuito que surgieron gracias a las redes sociales y que revolucionaron la forma de viajar para millones de personas, especialmente jóvenes con espíritu libre sedientos de aventura.
Si la primera gran revolución fue el couchsurfing (surgido en 2004, que permite conectar a personas que necesitan un lugar para dormir con otras que pueden dárselo sin dinero de por medio, solo por el placer de alojar a un extraño) la segunda tiene que ver con conectar necesidades bien concretas y que cada uno saque un beneficio.
Camada. Dentro de esta nueva camada de opciones surgidas a partir del couchsurfing, además de cuidar casas y mascotas está la posibilidad de trabajar en una granja a cambio de casa y comida (woofing), alojarse en casas intercambiando saberes o habilidades como idiomas, clases de cocina o servicios de diseño (Go Cambio), poner a disposición de viajeros habitaciones o apartamentos enteros con el objetivo de sumar créditos para alojarse en cualquier sitio de la red en un viaje futuro (NightSwapping) o poder dormir en hostels y hoteles de distintas categorías a cambio de una mención en blogs de viajes y turismo (solo para los que se dedican a narrar sus experiencias en la web o los que son influencers de estilo de vida y su opinión sea de gran valor para sus seguidores en las redes sociales).
“A todo aquel que se acerca a nuestras redes, perfiles o nos escribe por privado le hacemos saber que esto es un trabajo voluntario que requiere altísimas responsabilidades y mucho sentido común –sostiene–. Etiquetar el house sitting como una forma de viajar para conseguir alojamiento gratuito no es del todo correcto. Hay que pensar que el dueño de casa nos está confiando sus “bienes” más preciados; su hogar y sus mascotas”, dice la creadora de La guía definitiva del House Sitting, un libro (y también sitio web) donde ella y Exequiel narran todas sus experiencias y explicitan las mejores prácticas para conservar los valores de la comunidad, que es cada vez más grande.
Gabriela De Marcos y Camilo Peña son una pareja que también se la pasa viajando por América Latina sin gastar casi nada, haciendo desde house y pet sitting hasta woofing. “Son dos cosas distintas, ambas muy gratificantes. El wwoofing suelen ser jornadas de cuatro a cinco horas y trabajo físico arduo, por eso hay que pensar bien qué tipo de trabajo es para poder disfrutarlo –recomienda Gabriela–. Se pueden encontrar trabajos de bioconstrucción con adobe y bambú, por ejemplo, cooperativas de reciclaje de latas, granjas agroecológicas, elaboración de artículos naturales, jardinería y muchas otras opciones. Es una experiencia que por momentos puede llegar a ser muy agotadora a nivel físico, pero resulta muy educativa. El pet y house sitting nos permiten unir dos grandes pasiones: el amor por los animales y viajar a paso lento. Disfrutamos de vivir como un local y trabajar desde una casa.”
Fórmulas probadas Pet y house sitting. Es la posibilidad de cuidar mascotas en casas de dueños que se van de viaje. Las dos plataformas más confiables son Trusted House Sitters y Nomador. Woofing. Permite trabajar en granjas ecológicas a cambio de alojamiento y comida. La página web más popular es Wwoof. La membresía por un año cuesta 38 dólares. Voluntariado. Es la posibilidad de alojarse en casas de locales a cambio de compartir habilidades o hacer tareas como cuidar niños. Los sitios más populares son Workayay, Helpx, Worldpackers o Go Cambio.
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