Los londinenses veneran las zonas verdes, siendo Kew Gardens uno de sus lugares favoritos de peregrinaje. Este es un oasis de tranquilidad, a tan solo 30 minutos del centro, al que acuden locales y turistas por igual, sobre todo los fines de semana y cuando el tiempo acompaña.
Sus cifras abruman: 134 hectáreas de naturaleza, que equivalen a 150 campos de fútbol, con 14.000 árboles cuidados por 80 jardineros. Sin embargo sus comienzos fueron modestos. En 1759 la princesa Augusta creó un jardín privado que no llegaba a cuatro hectáreas como parque privado de la familia real, y que hoy se ha convertido en el lugar más grande de Londres declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Una parada debe ser la Casa de la Palmera (Palm House), un invernadero de estilo victoriano donde le espera un bosque con plantas tropicales, algunas de ellas están en peligro de extinción.
Este edificio se creó en 1841 para acoger las plantas que exploradores traían de sus expediciones de zonas tropicales como árboles de caucho, agave, henna, café, cacao, azúcar de caña o la palma de Madagascar, entre otras.
Si quiere ver Kew Gardens desde las alturas, suba a la pasarela de 200 metros, construida por la misma persona que trajo el London Eye a la ciudad. Se encuentra en el centro del parque y podrá ver las copas de los árboles a 18 metros del suelo.
No muy lejos de esta estructura se encuentra la ‘Gran Pagoda’ desde donde podrá ver también los jardines desde lo más alto (aunque en estos momentos está siendo renovada y no se reabrirá al público hasta 2018). Es una torre de 10 plantas que imita la arquitectura de los edificios budistas. Fue una de las primeras estructuras en ofrecer Londres a vista de pájaro y una de las recreaciones más exactas de un edificio chino en Europa cuando fue construida en 1762.
En sus alrededores encontrará tres espacios que recuerdan a los jardines japoneses con piedras, arbustos y cascadas, repartidos en tres espacios que buscan la paz y la armonía.
De Asia viajamos al típico cottage inglés de la Reina Charlotte, una pequeña casa de campo a la que acudían a tomar el té los miembros de la familia real cuando venían a pasar unos días a Kew Gardens.
No se puede marchar del parque sin ver una de las zonas que más gusta a los visitantes: ‘La Colmena’. Es una estructura de 17 metros, símbolo de creatividad e innovación. Hilos de alambre y 1.000 luces de LED recrean el hogar de las abejas. Esta se encuentra conectada a colmenas reales que hay en el parque y sus luces se encienden cuando las abejas se mueven. Una experiencia sensorial para aprender más de estos insectos mientras disfruta de un paraje sin igual.
Tomado de http://www.traveler.es/viajes/viajes-urbanos/articulos/kew-gardens-joya-verde-londres/11158