Si está pensando en tomarse unas vacaciones exóticas, vivir algunas aventuras y regresar a casa con montones de historias con las que despertar envidia entre sus amigos y colegas, lo crea o no, Corea del Norte podría ser el lugar que está buscando.Pero tenga cuidado con lo que lleva. Y con lo que hace. Y con lo que dice. Aunque Corea del Norte está haciendo un importante esfuerzo para incrementar el número de turistas que visitan el país cada año -actualmente unos cuantos miles procedentes de países occidentales y unos varios más desde China- está reforzando además la aplicación de una serie de medidas estrictas pero en ocasiones ambiguas sobre lo que los visitantes pueden llevar o sobre qué pueden hacer durante su estancia.El despertar turístico norcoreano comenzó en 2013 y los visitantes pueden disfrutar ahora de una sorprendentemente amplia gama de opciones, desde viajes en helicóptero sobre la capital a hacer surf en la espectacular costa oriental del país. Con el invierno en ciernes, el país espera que su recién inaugurada estación de esquí de lujo cerca de la ciudad de Wonsan sea una importante atracción, que el año pasado estuvo casi vacía tras la decisión de Pyongyang de cerrar sus fronteras por temor al ébola.Aún así, la política pro turismo, como muchas otras oportunidades de negocio que implican lidiar y posiblemente hacer concesiones al mundo exterior, suponen un dilema evidente para Pyongyang -los potenciales beneficios económicos que requieren cambios, frente a la preocupación sobre cómo podría socavar el hermético régimen.Para los visitantes que se saltan las normas, los riesgos de detención, arresto o incluso penas de cárcel son lo suficientemente reales, especialmente si el infractor procede de Estados Unidos. Pero las detenciones, aunque suelen ocupar titulares en todo el mundo, son algo realmente raro.¿Qué hay que hacer entonces para cumplir con las normas de uno de los países más autoritarios del mundo?Para muchos, la primera prueba empieza cuando todavía están volando. En la principal aerolínea norcoreana, Air Koryo, las auxiliares de vuelo regañan insistentemente a los turistas que toman imágenes de recuerdo y borran cualquier fotografía que consideren inapropiada. En la mayoría de los vuelos hay diarios en inglés, pero arrugarlos supone una reprimenda y posiblemente la necesidad de disculparse por escrito. Los periódicos incluyen inevitablemente fotos de Kim Jong Un y desfigurar la imagen del líder es un delito grave.