Anchiano. Toscana, Italia. Leonardo da Vinci nació en Anchiano, una pequeña aldea a tres kilómetros del municipio de Vinci, cercano a Florencia. Las crónicas dicen que el futuro genio del Renacimiento vio la luz en una granja el 15 de abril de 1452. Hace pocos años este lugar fue restaurado y se abrió un museo que propone un encuentro especial con Leonardo y su obra pictórica con tecnología multimedia. La granja, cuya existencia está documentada desde 1427, fue donada para ser convertida en museo y hoy presenta un itinerario dividido entre la Casa Natal propiamente dicha y lo que se conoce como casa colonica, la propiedad rural que una familia solía alquilar para ocuparse de la explotación agrícola a cambio de la mitad de la cosecha.
La Casa Natal presenta una narración audiovisual sobre la relación de Leonardo con el territorio toscano, a través de sus numerosos dibujos y un holograma que le da voz al artista ya anciano, recordando el pasado desde su morada francesa de Amboise.
Vinci. Toscana, Italia. Se encuentra a los pies del macizo de colinas del Montalbano, que presenta el típico paisaje toscano de viñedos y olivares. Ya desde las murallas da la bienvenida L’Uomo di Vinci, una escultura de Mario Ceroli que evoca el célebre Hombre de Vitruvio dibujado por Leonardo.
Son tres los lugares que remiten al artista, empezando por el Museo Leonardiano, que funciona en dos sedes: la Palazzina Uzielli y el Castello dei Conti Guidi. Aquí, la óptica elegida para recordar a Leonardo es su faceta de arquitecto e ingeniero, en el marco de la historia de la tecnología durante el Renacimiento. Por eso se exponen más de 60 modelos de maquetas junto a los bocetos y anotaciones originales, que se completan con aplicaciones interactivas y animaciones digitales.
Otro lugar ineludible es la Biblioteca Leonardiana, un importante centro de estudios que conserva el facsímil de todos los manuscritos y dibujos de Leonardo, así como sus obras literarias. El triángulo leonardiano de Vinci concluye con el Museo Ideal Leonardo da Vinci, que profundiza en la complejidad de su figura.
Museo del Louvre. París, Francia. La archifamosa Gioconda es la gran joya del Louvre. Una italiana que reina en Francia y que convierte al antiguo palacio real francés en una escala ineludible al cumplirse 500 años de la muerte del gran hombre del Renacimiento. Entre el 24 de octubre de este año y el 24 de febrero del que viene, el Louvre prepara, debajo de su célebre pirámide, un gran homenaje a Leonardo con préstamos de Italia y de otros países. No faltará su colección permanente de Leonardo: además de La Mona Lisa, el museo posee La anunciación; La Virgen de las rocas; La Virgen, el niño Jesús y Santa Ana; y La Belle Ferronnière.
Florencia. Italia. Aunque derramó su genio también en Milán (donde se encuentra La última Cena), en Venecia y en Roma, es la Florencia vecina a su Vinci natal la ciudad para siempre asociada con el artista, y donde el joven Leonardo comenzó su formación en el taller de Verrocchio. El Museo Leonardo da Vinci que es una buena opción para conocer su obra sin salir del casco histórico florentino (está a 200 metros de la catedral). Se organiza en una Sala Principal con más de 40 máquinas construidas a tamaño natural siguiendo los proyectos de Leonardo; la Sala de las Pinturas, con reproducciones de las obras principales del artista; y la Sala Anatómica, que recuerda los importantes trabajos leonardianos sobre el cuerpo humano y la anatomía.
Recientemente, la Galleria degli Uffizi inauguró una sala dedicada a Leonardo, la 35 del ala oeste, con sus obras de juventud: El bautismo de Cristo, realizado en 1475-1478, en colaboración con Verrocchio; La anunciación de la iglesia florentina de San Bartolomé, en Monte Oliveto; y La adoración de los magos, para la iglesia de San Donato en Scopeto.
Amboise. Francia. Junto a este castillo del Loire se encuentra la que fuera la última residencia de Leonardo. El Clos-Lucé, una mansión situada a solo medio kilómetro del castillo de Amboise, fue utilizada por el rey Francisco I y su hermana Margarita de Valois: pero sobre todo es el lugar donde Leonardo vivió sus últimos tres años, entre 1516 y 1519, bajo la protección del monarca que llevó el Renacimiento italiano a Francia. En la cabecera de su cama colgaba el retrato de La Mona Lisa, que tras su muerte quedó en manos de Francisco I y así terminó en el Louvre.
El Clos-Lucé es actualmente un museo con réplicas de las maquinarias ideadas por Leonardo, exhibidas en el interior y también en los jardines de la mansión.
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