Un apagón de más de 6 horas demostró que el llamado Hub de las Américas, en Panamá, está lejos de afrontar eficientemente una emergencia eléctrica de primera magnitud como la del lunes pasado, que afectó a más de 10.000 pasajeros y 140 vuelos.
“Eso pasa porque dejan que roben y no invierten”, sentenció una malhumorada oficial de Copa Airlines, luego de largas horas de aguantar gritos, insultos y abucheos de los desesperados pasajeros por la lentitud para reasignar vuelos a todo el continente.
Por su lado, una oficial de Aeropuerto Internacional de Tocumen S.A. (AITSA), la corporación estatal que administra la principal terminal aérea del país, exclamó a voz en cuello que “no estamos preparados para una emergencia de este tamaño”, rodeada por decenas de viajeros que nunca pudieron recuperar sus maletas tras largas horas.
El apagón mantuvo paralizado desde el alba el aeropuerto internacional de Tocumen, a lo que AITSA reaccionó con lentitud y desconcierto, mientras desesperados despachadores de las aerolíneas no sabían que protocolos ejecutar ante tamaña incidencia.
Fuentes de aeronáutica civil comentaron que el error de AITSA es que habiendo tenido dos amagos de apagón anteriores por pruebas eléctricas para la nueva expansión de la terminal, “no cuenten con un equipo eficiente, porque se encendió las plantas de emergencia y estas no levantaron, aparentemente porque no tenían combustible”.
La administración está a cargo de Carlos Duboy, cercano colaborador del presidente Juan Carlos Varela.
Cientos de pasajeros se conformaron con una comida envasada y un jugo en cajita de cartón para paliar el hambre de pie, para no perder su puesto en la fila, y no falto algún desmayado y crisis de nervios.
Copa Airlines comentó que canceló 140 vuelos y sus oficiales instruían a los pasajeros que no obtenían una conexión adecuada que le «exigieran» a la administración del aeropuerto que les comprara los respectivos boletos por otras aerolíneas para seguir su itinerario a su conveniencia, y machacaban que la empresa no era responsable del desastre aunque también sus despachadores «desaparecieron».
El percance ocurrió justo cuando la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) llegó para iniciar la evaluación de seguridad y aeronavegabilidad de Panamá, vital para que el país mantenga la categoría 1 internacional.
También, cuando la Autoridad Aeronáutica Civil de Panamá firmaba un acuerdo aéreo con su flamante socio China Continental, a donde también quiere venderse como el Hub de las Américas y atraer masivamente turistas.
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