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Los paisajes del Viejo Oeste de Sombrerete

En Zacatecas, una localidad casi olvidada conjuga la belleza de la arquitectura colonial con el ecoturismo

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Sombrerete, en el estado mexicano de Zacatecas, cambió su rostro de pueblo minero para convertirse en un destino que conjuga la belleza de la arquitectura colonial con el ecoturismo, algo que complementa con la declaración de su centro histórico, en 2010, de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La historia de Sombrerete, a 170 kilómetros de la capital estatal, Zacatecas, se va contando entre sus calles de piedra marmoleada y sus edificios coloniales de piedra de cantera, plazas públicas y fuentes.

Los españoles fundaron la ciudad en el siglo XVI por su cercanía a las vetas de oro y plata. La abundancia de minerales dio trabajo y esplendor a más de 30.000 personas que llegaron a habitarla. La riqueza se reflejó en los 10 templos virreinales, edificios de gobierno y 22 haciendas que se conservan de manera parcial.

Las iglesias resguardan altares labrados, arte sacro y algunas catacumbas; las fachadas de piedra rosada eran adornadas con finos tallados y relieves que son preservados para el disfrute de los visitantes.

Su historia y belleza le dieron los méritos para ser declarado Pueblo Mágico por la Secretaría de Turismo mexicano en 2012.

Escenario de cine. Uno de los atractivos de Sombrerete está a 25 kilómetros de la ciudad y en los límites con el estado de Durango: el parque nacional Sierra de Órganos.

La aridez y las formaciones rocosas de este lugar evocan parajes del Viejo Oeste, por lo que ha sido escenario de 60 filmes mexicanos y extranjeros.

El paisaje está lleno de piedras colosales formadas millones de años atrás por erupciones volcánicas submarinas, explica José Luis Castañeda, vigía cultural de Sombrerete. La caprichosa forma de estas rocas desafía la gravedad y hace volar la imaginación. Los científicos y visitantes asiduos han identificado hasta 400 figuras en su superficie, dice Castañeda.

En esta área natural, protegida por el Gobierno mexicano desde 2000, es posible acampar o caminar por alguno de los senderos acompañados por el sonido de las chicharras o, si hay suerte, el gañido del águila real, una de las especies protegidas en la zona.


Reina la Muerte

A medio camino entre Sombrerete y el parque nacional Sierra de Órganos está La Noria, un pueblo fantasma. Este lugar que albergó a miles de personas y una de las principales vetas de plata de la región es ahora un caserío con apenas 30 habitantes. Los antiguos mineros emigraron a otras regiones del país y a Estados Unidos para no volver, explica Raúl Arellano.

Entre las ruinas sobrevive una iglesia del siglo XVII que resguarda al patrono de los mineros, pinturas y objetos coloniales.

La reina allí es la muerte. No solo por la desolación que se respira en el poblado de apenas cuatro calles, sino porque fue erigida una capilla en honor a la Santa Muerte.

“Aquí a la única que visitan es a ella”, cuyos seguidores llegan a dejarle dinero, flores y velas, dice Arellano con resignación.

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