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Leer entre escalas

por Avatar

Una escala en el aeropuerto puede resultar incómoda y tediosa. Los apasionados de la lectura tienen garantizada una espera entretenida con un buen libro, pero no siempre encuentran áreas adecuadas para esta actividad o peor aún, la terminal aérea no ofrece una novela a algún pasajero olvidadizo que dejó la suya sobre la mesa del comedor.

En los últimos años, varios aeropuertos internacionales parecen haber considerado las necesidades de este tipo de viajeros y les han preparado sitios especiales.

Innovadores

El primero en abrir una biblioteca pública permanente fue el Schiphol de Ámsterdam, Holanda, en 2010. Crearon un pequeño paraíso cultural llamado Holland Boulevard entre las terminales 2 y 3, donde se encuentra una pequeña muestra del Rijksmuseum o del museo científico Nemo –con actividades interactivas para niños y adultos–. Luego los viajeros pueden refugiarse en la biblioteca con salas de lectura. Todas las experiencias son gratuitas.

Además de sillas cómodas, los lectores tienen acceso a dispositivos electrónicos, audífonos, música y alrededor de 500 obras de autores holandeses, traducidas a 40 idiomas. Si el pasajero desea aire libre, entonces tiene un jardín externo donde es posible disfrutar su lectura, rodeado de plantas y relajarse con el canto de pájaros como fondo.

Si tiene una escala larga en el aeropuerto internacional de Helsinki, no dude en disfrutar un agradable rato de lectura en el salón Kainuu, disponible para todos los pasajeros. Allí encontrará un espacio inspirado en bosques finlandeses, con una biblioteca y condiciones ideales para sumergirse en su lectura. Si terminó de leer durante su espera, pase por el punto de intercambio de textos, deje el finalizado y seleccione una de las opciones disponibles en los estantes para el resto de su viaje.

También el aeropuerto Tallinn, en Estonia, cuenta con una biblioteca. Todos los libros fueron donados, incluso el presidente y la primera dama entregaron algunos de su biblioteca personal, motivados por la iniciativa que surgió en 2013. El lector puede elegir un texto de cualquiera de los estantes y luego instalarse a leer en una de las butacas del salón. Si se engancha con un libro durante la espera de su vuelo, tiene la opción de solicitar un préstamo y devolverlo al regreso, o cuando pueda: se basa en un sistema de confianza.

Más lujos. Changi, en Singapur, ganó por quinto año consecutivo el reconocimiento de Mejor Aeropuerto del Mundo según la consultora británica Skytrax. Y, aunque no cuenta con un espacio literario especializado, merece la pena incluirlo, pues tiene salas de relajación gratuitas que son ideales para la lectura, así como también seis jardines para despejarse entre la naturaleza. Además, dentro del aeropuerto se encuentra el hotel Singapur que tiene una biblioteca y un salón de lectura. Quienes quieran aprovechar la experiencia completa pueden pagar 12,5 dólares para tener acceso a los lujos del hotel y leer desde la piscina o el jacuzzi.

El Taoyuan, en Taiwán, creó en 2011 la primera biblioteca digital en un aeropuerto. El espacio –abierto las 24 horas– consiste en un salón de lectura con acceso a más de 30 dispositivos electrónicos en los que leer más de 400 libros digitales de forma gratuita. Además, los que deseen descansar la vista de las pantallas, pueden optar por alguno de los 2.000 ejemplares en papel disponibles.

El año pasado se sumó el aeropuerto Internacional de Abu Dhabi bajo un programa llamado “El año de la lectura” que promovió el gobierno, a través del cual se creó una biblioteca pública con ejemplares en diferentes idiomas y largos pasillos de lectura con paredes decorativas y muebles cómodos con vistas a la pista de aviones.

Eco en Estados Unidos

La idea de la biblioteca digital parece haber ganado seguidores, porque el aeropuerto internacional Fort Lauderdale-Hollywood en Florida, Estados Unidos, ofreció a sus usuarios una biblioteca virtual a la que pueden ingresar con un código QR a través de sus dispositivos electrónicos. Hay hasta 15.000 ejemplares para todos los gustos, pero no incluyen bestsellers ni libros muy nuevos que puedan competir con las librerías.

Otros, como el de Seattle-Tacoma, Kansas, Filadelfia y el regional de Manhattan, han realizado convenios con bibliotecas públicas locales. El de Filadelfia creó un rincón de lectura y una biblioteca digital con más de 35.000 libros. Sin embargo, solo los usuarios afiliados a las bibliotecas locales pueden acceder a toda la colección, los demás deben restringirse a obras de dominio público.


En Latinoamérica

– Este año la organización de Aeropuertos y Servicios Auxiliares en México lanzó un programa llamado “Leer para viajar más lejos”, en el que ofrece a los viajeros de 18 aeropuertos mexicanos –nacionales e internacionales– tomar prestados libros (2.000 ejemplares) con la condición de devolverlos antes del vuelo. Emplearon el lema “Elige, Solicita, Lee y Devuelve” para incentivar a los lectores a disfrutar y regresar los textos.

– También en Santiago de Chile este año se desarrolló una propuesta de intercambio en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez, como parte del programa Nuevo Pudahuel. Instalaron estantes con libros, junto con etiquetas para el proceso de adopción: al dejar un texto se debe indicar en la calcomanía quién era su dueño, por qué vale la pena leerlo y en qué parte del mundo ha estado. Luego de haber dejado el libro personal se puede tomar del estante el que más le haya llamado la atención y adoptarlo.