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Gira de museos en Washington DC

Es un lugar donde todo funciona en sincronía y que a la vez converge un ambiente político, siempre en tensión, con una amplia oferta cultural

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Los edificios, las piedras, los faroles y los arbustos están en su lugar. No hay papeles de basura en el suelo. Tampoco carros atravesados en las avenidas ni pastos secos ni calles destrozadas. Hay, en cambio, un trazado casi perfecto: calles adornadas con árboles que milenariamente han resistido al verano y al invierno, y embellecidas con fuentes de agua y jardines florecidos en primavera.

Como un reloj suizo, Washington DC funciona en sincronía. Tic, acá el gobierno. Tac, allá el barrio chino. Tic, a este lado los monumentos. Tac, al otro lado las casas.

Las fachadas institucionales, los bancos y los monumentos son de color blanco. A lo largo de las avenidas en el centro de la ciudad se erigen columnas jónicas que recuerdan construcciones de la Grecia clásica. No es capricho: color y columnas fueron escogidos como una forma de hacer honor a Grecia, cuna de la democracia.

Esta fue una ciudad planeada y escogida a dedo por el mismo George Washington (primer presidente de Estados Unidos), en 1790, para convertirse en la capital del país. Es un lugar donde converge un ambiente político siempre en tensión, con una amplia oferta cultural. Con esto en mente, el recorrido a continuación sigue una premisa: el único desorden reposa en las obras de arte expuestas en los museos.

Libre expresión. En seis pisos, el Newseum ofrece una selección de trabajos relacionados con el derecho a la libre expresión.

En la primera planta se expone una línea de tiempo que explica la historia de los derechos civiles y la lucha por conquistarlos. En la segunda hay una selección de fotografías y caricaturas de medios locales e internacionales, que han resultado ganadoras de premios o reconocidos por denunciar o reportar un hecho. Y en el tercer piso se destaca una antena destruida. Es la ruina que dejó una de las torres gemelas después del atentado del 11-S.

Con herramientas de realidad virtual, videos interactivos y narraciones acompañadas con imágenes, este museo se perfila como una opción para que periodistas y no periodistas vean el otro lado de la Historia.

A la salida del Newseum, el cielo se antoja sin nubes. Al otro lado de esta avenida Constitution se levanta una imponente construcción blanca. Una placa de cemento anuncia que es el National Gallery of Art.

Diedre Tillery es maestra de arte y guía. Cuenta que el museo está compuesto por dos edificios conectados por un pasaje subterráneo, el Oeste –construido primero– y el Este, inaugurado en 1978 y reabierto en 2016, después de una restauración de tres años.

La entrada del edificio Oeste es así: una sala circular con altas columnas de mármol negro y una fuente de Mercurio, el dios romano del comercio.

La entrada es gratuita, como casi todos los museos de la ciudad.  A través del tiempo ha expuesto obras de artistas como el fotógrafo Alfred Stieglitz, el pintor abstracto Mark Rothko y el holandés Johannes Vermeer. Desde 1967 hace gala de una de sus obras más preciadas: el Retrato de Ginevra de Benci, de Leonardo Da Vinci, una enigmática imagen hecha antes de la popular Mona Lisa.

No es posible visitar todo el museo en un solo día. De hecho, no es recomendable. Es mejor escoger un edificio, un artista, una tendencia. El arte, como el vino, no se disfruta en cantidades alarmantes. Es mejor catar un recorrido por el arte estadounidense de principios del siglo XX y maridarlo con pintura francesa de los años 1890 a 1940.

Privado. Diez minutos en autobús y en una calle residencial aparece una casa de paredes rojizas. En The Phillips Collection, museo privado que cobra 10 dólares la entrada, la historia se repite: un magnate financia la creación de un museo con las obras que ha comprado. En este caso se trata de Duncan Phillips, nieto de un millonario empresario del acero que junto con su esposa, Marjorie Acker Phillips, fueron artífices de la propuesta artística.

En sintonía con el ambiente político de la ciudad, están expuestas las imágenes de Jacob Lawrence: Serie de la migración. En 60 retablos, este pintor contó la historia de la migración masiva de los afroamericanos durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, desde los campos rurales del sur estadounidense hacia el urbanizado norte, donde se había abolido la esclavitud.


Mujeres en el arte

En el centro y muy cerca de la Casa Blanca está el National Museum of Women in the Arts (Museo Nacional de las Mujeres en el Arte). La premisa es simple: solo se exponen creaciones femeninas. En este antiguo templo masónico, que funciona como biblioteca, exhiben cuadros de Frida Kahlo, Yael Bartana y Elisabeth Louise Vigée-LeBrun, destacadas por su talento sobrecogedor.

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