1. Río de Janeiro: la reina de la fiesta. Es el mayor evento del año en esta ciudad, con una convocatoria diaria de 2 millones de personas. Es el mayor del mundo y figura como tal en el Libro Guinness de los Récords. La fiesta se organiza en torno a los desfiles de las escolas en el Sambódromo, pero no siempre fue así. El Carnaval de Río evolucionó durante el siglo XIX a partir del modelo de los festejos europeos, con desfiles de gente disfrazada por las calles. Así las autoridades cariocas querían terminar con las viejas tradiciones: los vecinos se tiraban agua o cualquier líquido los unos a los otros, en las calles y hasta dentro de las casas. Este año se celebra hasta el 14 de febrero.
2. Nueva Orleáns: rituales de Mardi Gras. Los colonos franceses y acadianos instauraron la tradición del carnaval en el delta del Mississippi, en Estados Unidos. En algunas zonas rurales todavía se conserva la costumbre del courir de mardi gras, cuando los vecinos van de puerta en puerta para pedir algo de tomar o comer. Es el único momento del año durante el cual está permitido tener la cara tapada, aunque sea por un disfraz (el resto del año está prohibido, porque se asocia con grupos como el Ku Klux Klan). En la ciudad esa tradición se ha convertido en grandes desfiles por las calles del French Quarter y las avenidas del centro.
Con los años se ha institucionalizado y, como en Río, tiene sus ritos y sus krewes (algo parecido a las escolas). Desde los carros se tiran collares de plástico de colores vivos al público, que también se disfraza. La celebración de este año será hasta el 13 de febrero.
3. Binche: el baile de los Gilles. En la pequeña ciudad de Binche, al sur de Bruselas, los que desfilan son llamados Gilles, personajes vestidos de trajes renacentistas con una máscara de cera o sombreros de plumas de avestruz y pañuelos blancos sobre la cabeza. Desfilan bailando el martes de carnaval y respetan muchas reglas estrictas. Por ejemplo, tienen que ser oriundos de Binche, no pueden circular sin banda de música y no se pueden sentar. Testimonios de este festejo, que comienza hoy y termina el próximo 13 de febrero, se documentan desde la Edad Media, pero fue durante la época napoleónica cuando nació la figura de Gilles, en reacción a la prohibición de llevar máscaras durante aquellos años. El carnaval de Binche forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
4. Venecia: commedia dell’arte. El más romántico de estos festejos es también uno de los más antiguos del mundo. Existía ya a fines del primer milenio y era una herencia de las Lupercales romanas. Lo simbolizan máscaras como la del Medico della Peste, con un pico largo como los de los pájaros, cuyo propósito era filtrar el aire para proteger de epidemias. Los atuendos también fueron inspirados por la Commedia dell’Arte, como Arlequín, con un traje de rombos de colores. El Bauta, por su parte, lleva una capa y un tricornio negros junto a una máscara que deja espacio en la parte inferior del rostro, para comer y beber sin tener que sacársela. También deforma levemente la voz, lo que garantiza aún más el anonimato de quien se lo pone. De esta manera, el carnaval veneciano era un período para transgredir reglas y normas sociales sin ser reconocido. Es tan popular que para frenar la presión turística por primera vez este año los eventos son para números limitados de asistentes. Este 2018 se celebra hasta el 13 de febrero.
5. Barranquilla: oficios y colores. Es otro de los festejos que forman parte del Patrimonio Inmaterial de la Unesco, nacido de una mezcla de influencias culturales y musicales de pueblos originarios, colonos europeos y esclavos africanos. Está entre los principales del mundo, luego de los de Río y Venecia, en cuanto a convocatoria y despliegue de producción. Durante cuatro días, esta ciudad colombiana no vive sino para el carnaval. Todo empieza el sábado con la Batalla de Flores, un desfile de carrozas. Participan la reina, grupos de danza y música folklórica y comparsas. Las fiestas terminan con el entierro de Joselito Carnaval, hasta su resurrección el año siguiente. Los vecinos forman cortejos fúnebres para acompañar un ataúd o una camilla, con un muñeco o una persona que interpreta el papel de Joselito, participando de un concurso para elegir la mejor puesta en escena. Culmina el martes.