Cada taza de Black Ivory puede llegar a costar más de 60 dólares y se puede degustar en hoteles de cinco estrellas y restaurantes con estrella Michelín, mientras los paladares más caseros pueden adquirir el producto por internet.
¿Por qué tan caro? Porque al año la marca solo produce 150 kilos y es que el “procesamiento” incluye una pasada de los granos de café por el sistema digestivo de unos…. elefantes.
Blake Dinkin es un emprendedor canadiense, quien durante una década se empeñó en desarrollar un proceso para lograr un café de calidad a partir de granos ingeridos y defecados por un elefante, y que es el más caro del mundo.
Conocedor de la industria cafetera tras trabajar en proyectos del café de civeta en Etiopía, emprendió una búsqueda para aplicar sus conocimientos y crear una industria “más sostenible y que aporte un beneficio a la sociedad” mientras indagaba sobre la posibilidad de utilizar otros animales.
“Entonces fue cuando escuché que en época de sequías, los elefantes salen de la selva y se adentran en plantaciones de café en busca de comida. Esto crea un conflicto con los agricultores y muchos animales mueren envenenados”, comenta el empresario, quien desechó la idea de utilizar jirafas, cebras e incluso leones.
A lo largo de diez años y tras viajar por todo el mundo, el empresario se asentó en Tailandia donde ahora basa su producción en el poblado de Ban Ta Klang, en la oriental provincia de Surin, de su marca conocida como Black Ivory (marfil negro).
“Pensaba que iba a ser fácil: darle al elefante unas bayas para comer, que salieran, limpiarlas y secarlas, pero no fue así. Fue mucho más complicado, hasta 2011 no encontré un resultado que me satisfacía y aún trabajé más para mejorarlo. Hay gente que me ha tratado de copiar, pero todos en pocas semanas paran”, cuenta Dinkin.
En 2016 trasladó sus operaciones a Surin, en Tailandia, donde “las familias conviven con elefantes en base a sus tradiciones”.
Mezclado entre arroz, fruta y otros vegetales, los elefantes consumen una cantidad de bayas de café que suponen menos de 1% de su alimentación diaria.
“Las enzimas del estómago eliminan las proteínas, responsables del amargor del café, y las bayas marinadas con el jugo de frutas y otras hierbas que se fermentan en el vientre crean un sabor más dulce y agradable con aromas afrutados”, indica el responsable, quien avala que el producto es completamente pulcro.
Por cada 33 kilos de granos de café que consumen los elefantes, Dinkin solo recupera uno, ya que la mayoría se pierden mientras caminan por la selva, cuando se bañan en el río o al masticar.