2017 fue declarado Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo por la ONU. Y con razón: en 2015 hubo casi 1.200 millones de viajeros internacionales, un dato que muestra un aumento más que considerable en comparación con los 674 millones de 2000. Y para 2030 se espera que la cifra llegue a 1.800 millones.
Ante tales números, a continuación unas recomendaciones para ser turistas responsables con el medio ambiente.
1. Borrar las huellas
El traslado de un lado a otro es una de las actividades que más CO2 generan. De acuerdo con The International Council on Clean Transportation, siempre será más amigable con el medio ambiente transportarse en grupo y usar vehículos híbridos preferiblemente. “Hay varias aplicaciones y plataformas de Internet que permiten ahorrar recursos durante el viaje. Cuando viajan varias personas, la idea es que no todos usen sus propios carros. Así se ahorra combustible y se contamina menos”, dice Felipe Sasso, periodista del sitio especializado VeoVerde.
Los aviones queman una enorme cantidad de combustible, especialmente durante el despegue y el aterrizaje. Luego de realizado el vuelo, hay maneras de compensar la huella de carbono. El costo ambiental de cada viaje puede calcularse en sitios como CarbonFund.org, CarbonFootPrint.com y SustainableTravel.org, para luego donar el dinero equivalente a proyectos de reforestación y energía renovable.
2. Visitantes, no habitantes
Nunca hay que olvidar que al viajar uno es visitante y no habitante, por lo que siempre hay que estar consciente de honrar las costumbres locales. “Debemos tener conciencia de las comunidades rurales o indígenas: que mi presencia no estorbe o incomode la suya”, asegura Sasso.
En el caso de los viajes por la naturaleza, la consigna debe ser dejar todo tal cual está. “Hay que dejar las cosas que encuentre, como vestigios arqueológicos o animales fosilizados. Hay que respetar lo que está ahí. Es parte de un equilibrio”, dice Cristian Carrasco, de Greenpeace. Agrega que hay que minimizar el impacto de las fogatas, caminar siempre por senderos habilitados y, obviamente, llevarse toda la basura. Otra sugerencia es no apoyar tours que prometen encuentros cercanos con animales salvajes, como paseos en elefante o caminatas con tigres. Esto favorece una industria que captura ilegalmente y abusa de millones de animales al año.
3. El auge de los ecotours
Hay agencias comprometidas con hacer viajes que sean social y ambientalmente responsables. Se puede escoger una empresa que sea miembro de la organización The International Ecotourism Society (EcoTourism.org). Otra alternativa es Intrepid Travel (IntrepidTravel.com), que ofrece más de mil tours grupales al año, completamente carbono neutrales.
Si prefiere recorrer una ciudad, lo ideal sería caminar, al igual que andar en bicicleta y usar el transporte público. Una buena opción son los free walking tours o visitas guiadas a pie, que ya son tendencia en las ciudades más turísticas del mundo.
Un dato extra: si no sabe cómo elegir el destino al que quiere ir, la organización sin ánimo de lucro Ethical Traveler (EthicalTraveler.org) hace un escalafón anual de destinos según sus estándares de protección ambiental y bienestar social.
4. Lo local manda
No es poco frecuente que un viajero en otro país prefiera comer hamburguesas antes que probar el plato típico local. Además de conocer la cultura y contribuir a la economía de las personas, consumir productos regionales generalmente significa que no hay transporte de por medio y que también hay menos empaquetamiento. Comprar alimentos que crecen localmente ayuda también a mantener las tierras de cultivo y las áreas verdes.
Por eso, hay que estar atentos y fijarse en la procedencia de cada cosa. Lo mismo con los restaurantes: lo ideal es priorizar aquellos que trabajen con productores locales. En caso de tener cocina en el hostal, se recomienda comprar en mercados de agricultores o pescadores.
5. Menos papel
Una de las formas de reciclaje más comunes, la del papel, suele quedar en el olvido mientras se viaja. Por eso es importante siempre evitar imprimir boletos de avión, trenes o reservas de hoteles que puedan reemplazarse por e-tickets.
Además, suele ser común sacar folletos informativos o mapas en lugares como museos, tiendas y oficinas de turismo. Una actitud recomendable sería devolverlos una vez usados o dejarlos en un lugar donde puedan ser de ayuda para otro turista. En resumen, tener presentes las tres R: reducir, reutilizar y reciclar.
6. Adiós al plástico
La actitud más recomendable es olvidarse de las botellas de agua que venden en kioscos y supermercados, y preferir una reutilizable para rellenarla con líquido potable. “Hay que tratar de ser muy eficiente con los objetos que se van utilizando; tratar de reusar todo en el viaje”, advierte Sasso. En la misma línea, es mejor andar siempre con una mochila o bolsa reutilizable para guardar souvenirs y no tener que usar las bolsas plásticas de cada tienda.
7. Alojamientos responsables
¿Cómo identificar a los alojamientos que son realmente ecoamigables? Que usen energías limpias –como paneles solares o turbinas eólicas–, que reciclen y tengan contenedores para ello en las habitaciones, que cuenten con sistemas de ahorro de agua y eficiencia energética y que hagan abono con los residuos de la cocina son aspectos decisivos.
Además de elegir un hospedaje ecoamigable, es importante contribuir como huésped con algunas acciones. Reducir el lavado de toallas y sábanas, apagar las luces y el aire acondicionado al salir, tomar duchas cortas –y no baños en tinas–, cerrar las cortinas durante el día para evitar que entre el calor y no usar la lavandería del hotel –generalmente lavan la ropa de cada huésped por separado– son algunos detalles que pueden hacer la diferencia.