El vaporetto 12 (o taxi acuático) de Venecia que hace paradas, primero en Murano y luego en Burano, hace una entre ellas y que conduce a la isla de Mazzorbo. Recorrerla de punta a punta es solo cuestión de minutos, y es que no llega al kilómetro de largo. Apenas algunas casas, el campanario de una de las iglesias más antiguas de la Laguna, un pequeño resort de seis habitaciones, y hasta un restaurante con estrella Michelin.
Pero su secreto mejor guardado se llama Dorona, y es la variedad de uva que allí se cultiva. Su historia se remonta al año 1100, cuando su característico color dorado llenaba los terrenos que ahora ocupa la piazza San Marco.
En Mazzorbo se encuentran viñedos que recuperan esta casi extinta cepa. Se las busca no solo por su sabor particular (es un vino blanco que recuerda al tinto por su estructura), sino también por su elaboración tradicional que madura la uva con la piel, su original botella de medio litro y una etiqueta de pan de oro hecha por la única familia de artesanos que queda en la zona, Berta Battiloro.
Conseguir una botella de Venissa, pues, no es cosa fácil, aunque se puede degustar en algunos hoteles de Italia, Nueva York o París. Pero claro que la mejor opción es hacerlo en Mazzorbo, en el restaurante Fondamenta di Santa Caterina, al pie de los viñedos y que en 2012 consiguió su primera estrella Michelín.
Al mando están Francesco Brutto (premiado como Mejor Chef Joven de Italia) y Chiara Pavan. En la mesa, un menú degustación de cinco, siete o nueve platos con todo tipo de creaciones y elaborado siempre con productos locales, algunos de ellos del propio huerto, donde durante el año crecen alcachofas, tomates, berenjenas, papas, calabazas, hierbas de todo tipo y frutas como ciruelas o melocotones.
Tomado de http://www.traveler.es/naturaleza/articulos/mazzorbo-isla-venecia/11512