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El bar que hizo famoso el daiquirí cumple dos siglos

Rincón famoso por sus asiduos como Hemingway, el Floridita cumple 200 años en este 2017 con toda el aura y culto que atrae a 250.000 turistas anualmente a este bar de La Habana

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Azúcar, jugo de limón, ron, hielo frapeado y unas gotas de marrasquino se conjugan en la alquimia del daiquiri clásico, un coctel de fama mundial que atrae cada año a miles de personas a su lugar de creación, el Floridita de La Habana, que ahora celebra sus doscientos años abierto.

“Sin chovinismo, aseguramos que el mejor daiquirí del mundo se toma aquí”, afirmó el director del local, Ariel Blanco.

Pero es difícil decidir si el mejor embajador de este bicentenario bar de La Habana Vieja -hoy propiedad del Estado cubano- es su coctel estrella o lo es el premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, visitante asiduo durante sus largas estancias en Cuba.

Hoy recibe al visitante en forma de estatua de bronce y acodado en la barra, convidado de piedra de uno de los selfies más buscados por los turistas.

El Floridita, según sus responsables, atesora un banco de más de mil fotos del escritor “y en 999 él estaba bebiendo”, bromean los camareros sobre el estadounidense, que en su obra popularizó el daiquiri al comparar la aureola de su hielo frapeado con la espuma del mar.

Sin embargo, el trago habitual del autor de El viejo y el mar era otro. En su honor se creó el Papa doble, en el que el azúcar del daiquirí se sustituía por jugo de toronja y se doblaba la medida de ron, porque Hemingway era diabético.

Y aunque el Nobel tiene un lugar de honor en el Floridita, la persona más venerada tras la barra no es él, sino el catalán Constantino Ribailagua, Constante, llamado el padre de la cantina cubana y creador de algunas de sus más famosas concocciones.

Constante ideó el Papa doble, el Presidente, y no inventó, pero sí mejoró tras varios experimentos, el daiquiri, que llegó a La Habana desde Santiago de Cuba, donde nació como resultado de una larga reunión en la que un grupo de sedientas personas solo tenía a mano ron blanco, limones y azúcar.

A la receta inicial, Constante le agregó cinco gotas de marrasquino y el hielo frapeado, “que debía entrar seco en la batidora” para que el coctel no quedara aguado.

De hecho, el Floridita fue el primer bar de Cuba que usó una batidora, allá por los años veinte del siglo pasado, y también fue pionero en brindar “servicio de sobremesa con habano”, los célebres cigarros de la isla.

En el lugar, que abrió sus puertas en 1817 con el nombre de La piña de plata y después se llamó La Florida hasta quedarse en El Floridita, se sirven hoy hasta 17 tipos distintos de daiquiri, “un coctel muy noble que permite cualquier tipo de pulpa o fruta”, indica Ariel Blanco. También los hacen sin alcohol para los niños.

Aunque Hemingway encabeza la nómina de visitantes ilustres, la lista es larga: desde otros literatos como Tennessee Williams o Graham Greene al expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, estrellas del celuloide como Gary Cooper y Marlene Dietrich, futbolistas y estrellas del béisbol.

Blanco comentó que las anécdotas son muchas y recordó la protagonizada recientemente por el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, quien accedió al bar antes de la hora oficial de apertura y se encargó personalmente de abrir las puertas del establecimiento a las hordas de turistas que aguardaban fuera.

El deshielo diplomático con Estados Unidos iniciado en 2014 también ha repercutido en la barra -y las cuentas- de este bar: la mitad de los 250.000 visitantes que recibe cada año son estadounidenses y 80% de los viajeros de ese país que pasa por La Habana se acerca a El Floridita.

Eso sí, antes del amigamiento con el país vecino la clientela nunca escaseó porque la fama del bar “es mundial”.

La clientela local, sin embargo, no abunda, ya que los aproximadamente seis dólares que cuesta un daiquiri clásico suponen casi una quinta parte del salario medio mensual que percibe un cubano en el sector estatal.

La apuesta estrella del Floridita por sus dos siglos de vida es un concurso de barman que se celebrará en octubre para coronar al “rey de reyes” en la elaboración del daiquirí y en el que competirán los ganadores de las ocho ediciones anteriores del “rey del daiquirí”, con los cantineros del bicentenario local como jueces.

Además del concurso, se presentará un ron blanco de Havana Club especialmente formulado para elaborar daiquirís.

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