En los veranos de los años sesenta cada vecino de Atenas tenía una silla frente a una pantalla en la que se proyectaban los ahora clásicos de Hollywood. En la ciudad había mas de 600 cines estacionales, de los que aún sobrevive más de un centenar.
Estos oasis que se reparten en los barrios y centro de la ciudad abren desde mayo hasta octubre y ofrecen opciones de todo tipo, desde los últimos estrenos hasta las películas en blanco y negro más difíciles de encontrar.
La película del verano este año en Grecia es Mamma Mia: una y otra vez, la secuela de la versión cinematográfica del popular musical de ABBA, que se desarrolla en la imaginaria isla griega de Kalokairi (verano, en griego).
Durante varias semanas los cines de verano de la capital helena sirven de karaoke para atenienses y turistas, que disfrutaron del clásico ritual de las noches de cine al aire libre de una forma diferente, aplaudiendo y cantando a todo pulmón.
Como tantas cosas en Grecia, los cines tienen un aire de resistencia al paso del tiempo y a lo comercial, aquí no solo se disfruta de una o dos películas sino del ritual y el ambiente, del olor a jazmín mezclado con cotufas.
Nostalgia. Aquellos que quieran completar el viaje nostálgico hacia los clásicos pueden ir al cine Zefiros, en Petralona, un barrio residencial en la ladera del Filopapo, tranquilo a pesar de su proximidad al centro histórico.
Allí se encuentra un edificio granate con un telón rojo tras el cual se esconde un pequeño cine de verano en un patio rodeado de edificios bajos, que permiten que la brisa veraniega refresque a los que se decantan por esta opción.
Abierto por primera vez en 1945, Zefiros proyecta clásicos italianos como Ayer, hoy y mañana (1963) y Matrimonio a la italiana (1964), ambas dirigidas por Vittorio de Sica, o Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini.
Aquellos que busquen una velada más exclusiva deben visitar el cine Aegli que, en pleno Jardín Nacional de Atenas, permite ver una película en la pantalla grande sin molestias. Se trata de uno de los cines de verano más antiguos del país, su primera proyección fue en 1903. Aquí se puede disfrutar de una típica cena griega en el patio de butacas y, si se prefiere algo más privado, hay un reservado en el que hasta seis personas pueden ver la película y cenar sin preocuparse por quién se sienta delante por 20 euros cada uno.