Las arepas, esa comida tan tradicional, se convirtieron en la forma de ayuda que Andrés Burgos encontró para paliar a diario el hambre de al menos 180 personas en situación de pobreza. De lunes a sábado se monta en su bicicleta y pedalea por las calles de Caracas, quizás no muy consciente de lo que significa esa acción, en medio de una crisis monumental. Es parte de la Venezuela solidaria.
La iniciativa, que tiene casi dos años, fue bautizada como Biciarepazo. Burgos se encarga de repartir las arepas de lunes a viernes, pero los sábados se han ido sumando más ciclistas, amigos o conocidos, sabedores de que con un granito de arena pueden ayudar a mejorar las cosas.
Burgos tiene 56 años de edad. Es publicista, ciclista e instructor de spinning. Está divorciado. Tiene una pareja. Afirma que vive frugalmente, sin mayores gastos. Hasta hace cuatro años tenía una empresa de publicidad pujante y con decenas de trabajadores a su cargo.
Antes de las arepas eran los almuerzos
Desde que recuerda se ha preocupado por los indigentes y las personas en condición de calle. “Yo tenía mucho tiempo repartiendo comida a la gente, pero antes eran almuerzos; preparaba pasta, arroz, los metía en la camioneta y me iba para la calle”, señala.
“En mi casa, desde pequeño, me enseñaron que lo que tú tenías debías compartirlo con los demás”, manifiesta.
Luego de un accidente con la camioneta tuvo que reinventarse. “Empecé a usar la bicicleta. En ese momento me di cuenta que había mucha gente con hambre y empecé con las arepas”, explica.
“Luego esto fue creciendo. Comencé a ir al Hospital de Niños J. M. de los Ríos, y un poco antes de la pandemia me lo tomé más en serio. Fue cuando nació Biciarepazo. Al empezar lo hice con 40 arepas y ahora son casi 180 arepas diarias”, señala.
Por toda Caracas
No tiene una zona definida para repartir las arepas. Recorre las avenidas Rómulo Gallegos y Francisco de Miranda, llega hasta Plaza Venezuela; otros días va a San Bernardino o a Colegio de Ingenieros; también pasa por la avenida Universidad.
Cada dos sábados por mes se hacen jornadas especiales con más ciclistas y se reparten alrededor de 300 arepas.
El proceso de elaboración de las arepas corre por cuenta de Burgos. La mayoría de los recursos salen de su bolsillo. “Hay personas que colaboran con granos, con jamón, con vegetales, algunos dan un kilo de harina. Se va moviendo. Muchos han ido entendiendo que se puede ir sumando y con eso se logra mucho”, dice.
Los sábados, afirma, se reúnen entre 13 y 15 ciclistas. Espera que la experiencia se pueda replicar en distintas partes de Venezuela.
En febrero viajó en bicicleta, junto a otros amigos, desde Caracas a Barquisimeto. En mayo lo hizo a Puerto La Cruz. También a Maracay.
“Podemos abarcar más repartiendo arepas que haciendo sopas, porque no es solo la elaboración, también son los envases que cada día están más costosos”, explica.
Las arepas y el cambio
Burgos interactúa con mucha gente a diario, aunque prefiere no escudriñar en la vida de las personas. “Sabemos que estamos mal. Hay muchos niños y jóvenes. Hay gente de la tercera edad a la que nadie le interesa”, señala.
Hace tres semanas lo robaron. Le quitaron el bolso con su identificación y pertenencias. “No muestro el teléfono, no llevo reloj, ando de muy bajo perfil. Pero esto algo que no podemos controlar”, dice.
Subraya que la crisis está afectando cada vez más a los venezolanos. “No es solo lo económico, tenemos un problema social muy grande. Se ha perdido el respeto, los principios y valores. Yo viví una realidad diferente. Independiente de que haya o no un cambio lo que viene no va a ser nada fácil”, afirma.
“Aparte de repartir una arepa, mi mensaje es que tenemos que buscar un cambio, y ese cambio debe venir de nosotros mismos. No podemos seguir en esto de todos contra todos”, agrega.