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Venezuela en estado crítico por incendios

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Por DHARMA PARRA KASEN

Aragua es un estado relativamente pequeño cuando se compara con el resto del país, su superficie es de solo 7.014 kilómetros cuadrados. Su condición de valle se la debe al abrazo que recibe de la cordillera de la costa, donde fue delimitado hace 87 años el primer Parque Nacional, nombrado inicialmente Rancho Grande, y que a la fecha suma 1.078 kilómetros cuadrados, una gran parte compuesta por montañas con selvas o bosques tropicales y la otra, costas.

Son esos bosques de la región aragüeña los que a principios de todos los años, y en coincidencia con el período de sequía, arden en mayor extensión cada vez. Valga señalar que se ha determinado que más de 95% de los incendios forestales son causados por el hombre. Por lo que pueden ser prevenidos, su control y extinción son también asunto de voluntad política.

En diciembre pasado la gobernadora de la región Karina Carpio anunció la rehabilitación de 66 km de corta fuegos en las serranía del Hotel Maracay, los sectores Mata Seca, La Placera, Tierra Blanca Las Cocuizas, Palmarito y la micro Cuenca Forestal El Limón. La finalidad de estas acciones: mitigar el riego de incendios en áreas del Parque Nacional llamado ahora Henri Pittier.

Tres meses después la mencionada gestión preventiva resultó insuficiente, teniendo en cuenta que el fuego se ha extendido casi a todo lo largo de los linderos del Parque Nacional, acabando con vidas silvestres, amenazando las humanas y sus viviendas. Mediciones basadas en tecnologías satelitales han logrado determinar que la magnitud de los incendios en la entidad federal se ha extendido, hasta ahora, por 2.700Ha.

El fuego incluso matriculó en el núcleo Maracay de la Universidad Central de Venezuela (UCV). La profesora Eva Romero señaló que el campo experimental de agronomía y veterinaria de esta casa de estudios superiores se ha quemado. Los espacios de aves, porcinos y ovinos donde los animales pastoreaban ahora solo albergan ceniza. Este ganado se quedó sin el alimento para su subsistencia, pero además está confinado respirando humo. Prácticamente igual que los bomberos universitarios y el voluntariado que se ha movilizado para ofrecer una ayuda insuficiente ante la magnitud del daño y expuestos a lesiones respiratorias y quemaduras que difícilmente puede atender el precarizado sistema de salud.

La progresividad del daño ambiental es un claro indicador de que ni los casi 6.000 kilómetros cuadrados administrados por la Gobernación del estado, ni el otro séptimo del territorio bajo la gestión de Inparques han sido efectivamente manejados, ni siquiera con  el viceministerio para la Protección de Riesgos. Esta realidad tiene graves implicaciones para la salud y el bienestar de la población, además de ir acabando progresivamente con los activos ambientales del país.

Se trata de un Parque Nacional convertido en un enorme quemadero de carbón  que libera a la atmósfera dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx), que se traduce en incremento de las afecciones respiratorias, sin que se advierta a la población de los peligros de realizar actividades al aire libre o de exponerse  a las altas temperaturas. Porque el conocimiento científico ha determinado que la tasa de calentamiento resulta más pronunciada en zonas de montañas por efecto del CO2 liberado en estos incendios.

Este Parque Nacional ha perdido más de 30% de la vegetación autóctona en 50 años.

Mientras tanto, ambientalistas asumen las tareas de educar, concienciar e incluso denunciar que a los cada vez más frecuentes y letales incendios forestales en el territorio aragüeño se suman la tala insaciable del antiguo arbolado y advierten incansablemente sobre las consecuencias de este accionar.  Incluso apelando a datos históricos comparativos de la temperatura media de Maracay para 1967, que era de 24° C y actualmente alcanza registros en esta época del año de 33° C hasta 40°.

También señalan que en Aragua el modelo actual de vigilancia y guardería ambiental tanto como de combate de incendios forestales es inviable. La entidad carece de un sistema de alerta ambiental, lo que implica, por ejemplo, que no se advierte a la ciudadanía sobre los riesgos en la calidad del aire.

Hay que destacar que aun cuando en los últimos años la mayor parte del Presupuesto Nacional oficial se destina a las Fuerzas Armadas, ninguna aeronave de la Guardia Nacional Bolivariana o de las Fuerzas Aéreas participa en el control de estos desastres. Únicamente un helicóptero de la policía de Aragua, el PA-001, se está usando para apoyar en el combate de las llamas. Pero en 2018 un avión C-130 de la aviación militar fue equipado con un tanque para trasladar 10.000 lts de agua y sofocar los incendios en Maracay. Sería muy útil si se utilizara.

El sentido de urgencia parece escapar a las autoridades responsables que deberían saber que estos incendios rompen el balance natural de estas áreas porque reducen la capacidad de absorción del suelo del exceso de agua de lluvias que llegarán, cuando pase esta época de sequía.

Mayor preocupación causa el hecho de que esta realidad se extiende por todo el territorio nacional.

El bosque de Uverito, en el estado Monagas, que en una época fue ejemplo mundial, con más de 5 millones de árboles y 600.000 hectáreas productivas, hoy peligra porque el fuego se extiende sin control. Según algunas fuentes han ardido más de 2.000 hectáreas de Pino Caribe, otras mencionan unas 25.000 hectáreas en solo uno de los frentes (que son cinco según los trabajadores y no tres como dice la empresa). En materia ambiental también las fuentes oficiales practican la opacidad informativa sobre todos los datos de importancia.

Según información del Departamento de Ingeniería Meteorológica de la UCV, en febrero se detectaron 9.052 focos de calor. De ese total, 5.367 se registraron en los estados Apure (2.066), Bolívar (1.248), Guárico (1.047) y Anzoátegui (1.006).

Sin embargo la institucionalidad es rescatada por profesionales que a pesar de las adversidades continúan en el ejercicio de sus funciones. Ejemplo de ello los señalamientos del Sindicato Unitario de Trabajadores de Inparques en el oficio con el que recibió el nombramiento de la máxima autoridad de esa instancia Rosinés Chávez Rodríguez. Enuncian  entre las carencias del instituto la falta de recursos como factor determinante para la gestión ineficaz de los Parques Nacionales, entre otros no menos importantes como la desprofesionalización de la plantilla de trabajadores, hasta la omisión de la legislación ambiental.

La prevención de estos desastres no tan naturales, que impactan negativamente múltiples ecosistemas, no puede seguir siendo postergada en el país. La huella de carbono de Venezuela  que mantiene la producción nacional de bienes y servicios en mínimos históricos es alarmante y contribuye al aumento de la temperatura global, no en vano según la Organización Meteorológica Mundial el año pasado fue el año más cálido en los últimos 174 años.

La deforestación y degradación de bosques son responsables de casi 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, a lo que hay que sumarle las emisiones de gases resultantes de los incendios forestales. Como se ve las acciones u omisiones impactan en el clima dentro y fuera del territorio nacional.

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