Venezuela, país guyana del
FOTO EFE/ Rayner Peña R.

Venezuela celebrará dentro de un mes un referendo consultivo con el que espera aprobar, sin carácter vinculante, la anexión de la Guayana Esequiba, un territorio de casi 160.000 kilómetros cuadrados en disputa con Guyana, al mapa del país, un movimiento unilateral que representa la mayor apuesta de Caracas en esta controversia de más de un siglo.

La jugada del gobierno de Nicolás Maduro ha disparado la tensión diplomática, con pronunciamientos a diario de Georgetown y otras instancias internacionales que rechazan el referendo -que no supone per se un cambio real en el territorio-, mientras que el chavismo defiende a ultranza que esta zona rica en hidrocarburos «le pertenece» a Venezuela.

El pleito de la época colonial ha escalado como nunca luego de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) se declarara competente para resolverlo y de que Guyana autorizara exploraciones petroleras en el área, dos aspectos que dinamitaron la paciencia de Venezuela, cuya postura pasó de calmada a desafiante.

Resultado anticipado

El referendo es la vía que escogió el chavismo para darle legitimidad al reclamo del gobierno, pidiendo a los venezolanos el compromiso de «oponerse por todos los medios» al control de Guyana sobre «un mar pendiente por delimitar», según reza una de las cinco preguntas de la consulta.

Esa interrogante, así como las otras cuatro, tendrán, muy previsiblemente, una respuesta afirmativa absoluta por parte de quienes participen en los comicios, en los que están llamados a votar 21 millones de electores, que serán válidos así concurran solo 10 ciudadanos a las urnas.

Con todas las instituciones volcadas en la promoción de votar «cinco veces sí», al igual que el aparato político del oficialismo, el resultado está cantado, por lo que la duda se cierne sobre el día después de las votaciones o cómo piensa usar el presidente Nicolás Maduro el «mandato popular» que respalda la anexión de la zona en disputa.

Respaldo indiscutible

El Parlamento, controlado por el chavismo, propuso esta contienda para preguntar a los venezolanos si apoyan cualquier acción a favor de retomar el control de la Guayana Esequiba, lo que significa darle a una sociedad que siempre ha visto su mapa con un pedazo llamado «zona en reclamación» la oportunidad de ganar ese «reclamo».

Aunque la respuesta es obvia, por lo que el respaldo es contundente, ningún resultado revestirá un carácter vinculante ni resolverá la controversia y, en definitiva, alejará a Venezuela de su argumento histórico: el Acuerdo de Ginebra, firmado en 1966, que compromete a las partes a buscar una solución negociada y beneficiosa para ambas.

De cualquier manera, los venezolanos, que no ejercen un control real sobre este territorio desde 1899, sienten derecho a reclamarlo, incluidos los más radicales adversarios del Gobierno, que durante años han criticado la inacción de la llamada revolución bolivariana en este asunto.

Ahora bien, esto no quiere decir que la oposición mayoritaria promueve o respalda el referendo, pero, en medio de pronunciamientos diarios relacionados con el tema, el antichavismo ha dejado claro que coincide con el Ejecutivo.

Apoyo militar

La cúpula de la Fuerza Armada de Venezuela se ha sumado a la campaña política a favor del referendo, una causa que los militares también venden con su propio accionar, como en la reciente construcción de una pista de aterrizaje en una zona cercana al área disputada, con la que pretenden ayudar al «desarrollo integral» de la Guayana Esequiba.

La institución castrense se declaró «alerta» ante las «agresiones» internacionales contra Venezuela, en alusión al rechazo que ha generado la consulta del 3 de diciembre por parte de instancias como la Comunidad del Caribe (Caricom) y la Organización de Estados Americanos (OEA), ambos en respaldo a Guyana.

Mientras tanto, los uniformados se unieron a los representantes del Gobierno y van casa por casa en búsqueda de votos, manteniendo la cacareada «unión cívico-militar» con la que el chavismo se ha mantenido en el poder desde 1999.

En paralelo, se agudiza el enfrentamiento verbal entre Caracas y Georgetown con palabras que aluden a «belicismo», «provocaciones», «amenazas militares», «riesgo de seguridad» o «escalada de violencia».

Pese a la tensión, la discordia se mantiene en el plano diplomático, con el presidente guyanés, Irfaan Ali, negado a negociar y con la firme decisión de no ceder «ni una pulgada» del territorio, por lo que Maduro lo tilda de «guerrerista» y le acusa de estar financiado por la Exxon Mobile, interesada en extraer riquezas de la zona en disputa.


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