VENEZUELA

«Es fuerte la situación»: Venezolanos intentan sobrevivir a la cuarentena en un país en crisis

por Avatar Eileen García

Saida Amaro era la encargada de una cantina de un estadio de beisbol en Cabudare (Lara), antes de que iniciara la cuarentena en el país. Ahora, sale todas las mañana a vender café mientras su esposo trabaja como ayudante en una construcción.

Cuando Nicolás Maduro decretó el inicio de la cuarentena en toda Venezuela, en un intento por frenar la propagación del covid-19, Amaro ya se imaginaba el huracán que estaba por llegar a su familia.

Al paralizarse las actividades en el campo de beisbol no pudo volver a la cantina. Y a medida que fue pasando el tiempo, se le acabaron los ahorros que tenían. “Nuestras vidas cambiaron totalmente”, dijo Amaro a El Nacional.

Ella y su familia intentan sobrevivir a la crisis generada por la pandemia con los pocos ingresos que obtienen de sus nuevas actividades y lo poco que les aportan los «bonos» del régimen.

Pero la historia de esa familia no es la única. La vida de Vanesa Velásquez también cambió, los días se le pasan pensando entre mantenerse en casa para no contagiarse del virus y en cómo hacer para sobrevivir económicamente.

Aunque no perdió su trabajo, los primeros tres meses de la cuarentena no laboró porque su sector no ingresó en las medidas de flexibilización. Actualmente,  trabaja de manera presencial, pero solo tres veces por semana. Los ingresos ya no son los mismos.

“Como vaya viniendo, vamos viendo”. Eso es lo que repite Rodolfo* día a día. Desde diciembre, no encuentra trabajo por su edad y estado de salud.

Cuando recibe el bono del régimen, compra algo de comida. Cuando no, puede pasar más de 40 horas sin comer. Vive en la casa de su hermana, pero la relación no es la mejor, por lo que no recibe ayuda de ella. Desde que comenzó la pandemia, su situación se complicó.

Son las historias de venezolanos que además de la crisis del país, ahora intentan sobrevivir también a la pandemia generada por el covid-19. Este grupo de venezolanos narran en primera persona su día a día.


Saida Amara: “No será fácil levantarse de esta”

«Vivo en Cabudare. Me llamo Saida Amaro y soy vendedora ambulante. Yo salgo a vender café y cigarros en las mañanas tempranito. Luego le paso el termo a mi esposo que trabaja en una construcción donde los termina de vender. Con lo que da la venta del café y el poco sueldo de mi esposo, medio nos ayudamos.

Todos los días compro cambures para darle a los niños porque cuando llego, tienen hambre y es un aguante mientras está la comida. Pero es fuerte, en realidad. Algunas veces me va muy bien, pero otras veces vendo muy poco. Cuando no hay dinero, toca pedir prestado y así.

Hay días que no salgo a trabajar porque los niños están enfermos. Los bonos que caen me ayudan. Vivimos el día a día con lo que se hace del café y el sueldo de mi esposo que tratamos de estirarlo.

Es fuerte la situación del covid-19. Nuestras vidas cambiaron totalmente porque mis hijos no tienen la alimentación adecuada y menos una buena educación porque no hay escuela por ahora.

Ellos se estresan mucho al tener tanto tiempo encerrados. Es fuerte tenerlos así. Así sea por su salud, ellos no lo entienden. Yo tengo la esperanza y fe en Dios en que esto pase pronto. Venezuela está pasando por una etapa muy fuerte. No será fácil levantarse de esta».

Saida sale todas las mañana a vender café | Archivo


Vanessa Velásquez: Mi vida cambió psicológicamente

«Mi nombre es Vanesa Velásquez. Vivo en Guatire, estoy graduada en mercadeo, trabajo en un colegio y soy emprendedora de una tienda de CupCakes. Mi vida ha cambiado más que todo psicológicamente: el acostumbrarnos a estar encerrados, el asimilar mentalmente cómo sobrevivir de manera económica; La rutina se convirtió en limpiar, no salir sino estrictamente a lo necesario.

Mi emprendimiento se vio afectado los dos primeros meses del covid-19 por la incertidumbre de qué pasará, qué medidas tomar para las entregas. Mantengo mi trabajo, aunque los tres primeros meses resguardados.

Actualmente se trabaja de manera presencial tres veces por semana. En principio nos afectó económicamente debido a que trabajamos en el comercio y ganamos por ventas. Mi sueldo se vio afectado debido a que no había bonificación por ventas. Pero en sí, no hubo un ajuste salarial porque mi patrono mantuvo nuestro salario mínimo mensual.

La cuarentena no se levantará en las próximas semanas porque nosotros los ciudadanos no queremos cuidarnos, ni cuidar al otro. El mal uso del tapabocas y el no tener distanciamiento social afectan. Y las autoridades en nuestro país no cumplen en su mayoría, entonces tampoco tienen la autoridad, o mejor dicho la moral, para realizar un reclamo a un ciudadano.

Veo a Venezuela con mayor cantidad de contagios si no se toma con seriedad la medidas de salubridad, higiene, aislamiento social y el uso correcto del tapabocas. En parte, el gobierno tendrá cierto porcentaje de culpabilidad por no contener el nivel de contagio, pero nosotros como sociedad debemos cumplir con las medidas por el bien de nosotros mismos, aunque muchos venezolanos vivan del día a día».


Rodolfo**: “Hay días que no tengo nada que comer”

«No quiero dar mi nombre, pones ahí Rodolfo. Tengo 74 años de edad y hago de todo, o al menos cuando trabajaba. Hasta diciembre estuve en ese grupo que formó el gobierno para arreglar Caracas.

El pago me ayudaba. Después me enfermé y no pude seguir. Mis hermanas me ayudaron con los gastos de las medicinas y me mejoré un poco. Después llegó esto de la cuarentena y todo se puso peor.

Me ayudo con los bonos que el gobierno da, pero hay días que no tengo nada que comer y donde vivo no me ayudan.

Yo tampoco les pido nada porque para ayudar basta con ver la situación del otro. La otra vez estuve como un día y medio sin comer nada. Yo no le paro a eso porque no es la primera vez.

Nos ha tocado fuerte. Yo salgo porque tengo que buscar comida. Me pongo mi tapabocas por el covid-19 y voy a Catia. Ahí las cosas son más baratas. No sé si salgamos de estas, yo espero que sí».

Rodolfo puede pasar hasta un día sin comer | Archivo


Rosa**: “Las cosas no van a mejorar si no hay conciencia»

«Por confidencialidad no te daré mi nombre (risas) tengo 28 años de edad, vivo en Guatire y soy licenciada en Administración. La dinámica del día día desde el comienzo de la cuarentena por el covid-19 ha sido estar en casa y realizar las actividades laborales desde el hogar.

Planificarse para poder salir a comprar alimentos, es mucho más complicado por las restricciones de horario, así como comprar otras cosas que no son tan urgentes, pero son necesarias también (como ropa, materiales de construcción para hacer mejoras en la casa para aprovechar un poco el tiempo en el hogar).

La vida social desde la cuarentena se resume al contacto telefónico con los compañeros de trabajo, familiares y amistades, así como uno reinventarse en la casa con actividades para distraerse. Trabajo en una empresa privada en el departamento de Recursos Humanos y afortunadamente estamos realizando nuestras actividades habituales desde el hogar y no he tenido ninguna desmejora en mis ingresos.

No creo que levanten la cuarentena próximamente por el alto número de casos de covid-19 que están saliendo a diario y por la falta de conciencia de mucha gente que aún no toma las medidas de prevención. Al paso que vamos, creo que seguiremos en cuarentena al menos lo que queda de año, con la esperanza de que llegue la vacuna contra el covid-19 o al menos la gente tome conciencia con las medidas de protección y de la gravedad de la situación. Si con la cantidad de casos que tenemos ya está prácticamente colapsado el sector salud podemos pasar a un nivel más crítico.

Creo que el gobierno debe tomar medidas con esa parte de la población que no ha terminado de entender la gravedad de la situación: poner multas, aplicar alguna medida de restricción que realmente sea efectiva con esa parte de la población que incumple. Es triste ver cómo la gente no se toma en serio que es sumamente peligroso contagiarse y que no hay condiciones de atender a todos los que se enferman por la capacidad del sistema de salud».


María**: «La cosa no esta fácil, pero uno siempre está buscando algo qué hacer»

«Vivo en Charallave. La cosa no está fácil. Gracias a Dios nunca nos hemos acostados sin comer, pero hay días en los que no tenemos nada y me toca pedir prestado. Vendo helados de galleta, coco y cuando está la temporada de mango, los hago de eso.

Con mi hijo de 14 años hago las tortas. A la gente le han gustado. Hace como 15 días, nos hicieron un encargo de una torta de 4 kilos. El sábado entregamos otro encargo. Ya compramos los ingredientes para hacer otra torta que nos encargaron.

Así es que sobrevivimos a esto. La cosa no esta fácil, pero uno siempre está buscando algo qué hacer. No creo que la cuarentena la levanten porque siguen apareciendo más casos. Según, aquí en el barrio hay uno. No sé si es verdad porque la gente habla mucho, pero uno no sabe».

«Con mi hijo de 14 años hago las tortas» | Archivo


«Con un bono lo que pude hacer fue un cotillón para mis alumnos»

«Soy maestra en Higuerote y gano sueldo mínimo. Ya te podrás imaginar cómo vivimos. Aquí nos llega la bolsa de comida y con eso es que resolvemos.

Mi hermano, que está en Perú, a veces nos manda algo de dinero y también nos ayuda muchísimo. No es fácil. También nos ayudábamos con el autobús de pasajeros que tenía mi papá, pero desde mayo está accidentado. Ya no tenemos ese ingreso.

Si no tenemos para comer, menos tenemos para sacar un carro a la calle. Estaba dando clases por Internet, pero en Higuerote hay muchas muchas fallas con Internet. Aquí hay niños que viven en zonas muy vulnerables que no tienen luz y menos Internet.

Hace unos meses recibí un bono y eran un poco más de 350.000 bolívares. Eso me indignó, pero no podría hacer nada. Con el dinero compre unos caramelos, foami y les hice a los alumnos unos cotillones. Esta es nuestra realidad. Para obtener otros ingresos, a veces vendo pinturas de uñas, perfumes, labiales, juguetes para niños. Mis papás viven de la pensión».


Juan**: “En mi casa, nos turnamos para comprar”

«Tengo 28 años y vivo en Las Adjuntas. En mi casa nos turnamos para comprar. También hay servicio delivery por aquí donde vivimos y nos traen las compras hasta la casa. En mi casa somos tres personas y todos coloboramos con los gastos. Gracias a Dios, estamos bien. No estamos pasando hambre ni estamos necesitadas de dinero. También nos llega la bolsa de comida».

** Los nombres identificados de esta manera fueron cambiados porque el entrevistado pidió el anonimato

@Eileen_Garcia