El cierre de la frontera con Colombia ordenado por Nicolás Maduro el 19 de agosto de 2015 cambió de manera drástica el intercambio comercial en la zona limítrofe con Venezuela y alteró la rutina diaria de cientos de familias que vivían en ambos países.
Las trochas se convirtieron en la salvación para aquellos que en busca de alimentos, medicina y trabajo debían cruzar la frontera todos los días. Estos pasos ilegales adquirieron mayor importancia con la pandemia e incluso están llegando migrantes a Colombia para vacunarse contra el covid-19.
“Del lado venezolano el virus ha exterminado a familias completas, por eso muchas personas están acudiendo a Colombia para vacunarse”, afirmó el comerciante Nelson García, que vive en el corregimiento La Parada.
La reapertura anunciada por el gobierno colombiano el 2 de junio llenó de júbilo a la población. Las personas tenían la esperanza de pasar hacia el país vecino pero fueron devueltas por las autoridades venezolanas. Les dijeron que el ingreso no estaba autorizado.
Después de esto la dinámica ha sido la misma y los grupos armados ilegales que operan en la zona han sacado provecho del cierre de la frontera. Las tarifas para cruzar por las trochas varían de acuerdo con la necesidad o el equipaje. La mayoría se desplaza para ir a trabajar, y en las últimas semanas lo hacen para vacunarse.
Vacunación
Sin embargo, este proceso requiere de documentación. Cada ciudadano venezolano que manifiesta el deseo de obtener una vacuna debe presentar a las autoridades sanitarias de Cúcuta un documento de identidad válido en territorio colombiano.
De acuerdo con la Secretaría de Salud de Cúcuta, los migrantes deben presentar uno de los siguientes documentos: pasaporte sellado, salvoconducto o Permiso Especial de Permanencia (PEP).
El proceso de vacunación en Cúcuta ha avanzado de manera exitosa para la población en general, y este programa ha estado articulado con los demás municipios del área metropolitana y agencias internacionales que brindan atención a la población migrante.
En Cúcuta, hasta el 19 de agosto, se han aplicado 526.806 vacunas de las 562.132 enviadas por el Ministerio de Salud. Esto representa un 93,7% de avance.
Jairo Yáñez, alcalde de Cúcuta, indicó que según las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud, esa entidad requiere otras 1.200 camas para brindar mejor atención en salud.
“Si nosotros no entendemos la gravedad de la pandemia, y la tomamos en forma folclórica, no esperemos que esto tienda a bajar así estemos vacunados. Si bajamos la guardia como ciudad, estaremos expuestos a tener unas sorpresas muy grandes”, advirtió Yáñez.
Por otra parte, el mandatario local hizo énfasis en la importancia del diálogo binacional y destacó los beneficios de una reapertura que facilite el control en los puentes fronterizos y no el libre flujo por las trochas.
Tristeza y desconcierto
“Cúcuta siendo una ciudad de frontera, ¿cuántos años lleva sin frontera? La vida de la ciudad depende de la operación comercial, del intercambio y de las visitas de personas que encuentran en Cúcuta una alternativa para los bienes de primera necesidad”, agregó el funcionario.
El cierre de la frontera se ha extendido durante seis años y son varias las voces de tristeza y desconcierto de una doble crisis que no ha dado tregua y obliga a las personas a reinventarse todos los días.
“Esto se ha vuelto común para nosotros, pero uno no deja de sentir miedo. Si pasar el puente generaba miedo, ahora cruzar por las trochas es peor. Uno desconoce lo que puede encontrarse”, expresa Nelcy Sarmiento, que vive en Venezuela.
Según cifras de Migración Colombia, a corte de enero de 2021, cerca de 1.742.927 venezolanos están radicados en territorio colombiano. De ellos, 983.343 lo hacen de manera irregular.
“Desde Migración Colombia seguimos trabajando con la firme convicción positiva de nuestro gran salto fraterno con el Estatuto Temporal de Protección para gente buena que tiene derecho y merece salir adelante», manifestó Juan Francisco Espinosa, director de migración.
El organismo registró al menos 187.121 venezolanos residiendo en Norte de Santander, departamento que ha padecido con mayor intensidad el fenómeno migratorio. Le siguen Atlántico y Antioquia.